Las plazas. Porque si bien la más emblemática ha sido la de la bandera en la capital, hay plazas que protestan  por elecciones limpias y gritan al PLD que se vaya,  en casi todos los municipios y distritos municipales del país. Y por lo mismo,  se han expresado desde Noruega a Barcelona y desde  Nueva York a Caracas.

La toma de plazas públicas para protestas se ha venido dando de menos a más en los últimos años en el país, llegando en la capital a un nivel de participación que podría decirse es de los más altos entre los países en que se ha dado este fenómeno sociopolítico.

Es un hecho a reflexionar.

Todo parece indicar que la voz de las plazas se sustenta en cuatro pilares esenciales, que deben ser reflexionados con el propósito de definir políticas públicas.

1ro.- La revolución en las comunicaciones y su derivación en las redes sociales. Esta ha permitido que los jóvenes estén mejor informados, y formados,  en todos los ámbitos del acontecer político y social; y así,  en capacidad de formarse sus propios juicios y posicionamientos respecto de lo que discurre.

De tal manera, las valoraciones e informaciones políticas no están ya tan dependientes de los partidos,  y del liderazgo de estos, que años atrás pensaban y decidían todo y por casi todos.

La orden de movilización del líder ya no es tan determinante para las protestas, aunque de eso queda mucho.

De hecho, al margen del papel de las redes sociales, la desaparición de líderes tan determinantes como Balaguer, Bosch y Peña Gómez, comenzó a crear en el partidismo mayoritario un tipo de militancia o filiación política laxa, menos sujetos a la orden que viene de arriba.

La internet  ha permitido el conocimiento y  la socialización de experiencias de lucha de otros pueblos y  países. Cabe citar aquí, entre muchas, algunas que devinieron emblemáticas, que tienen de común el papel de las redes sociales en las convocatorias y la participación protagónica de jóvenes, ocurridas en tiempos diferentes desde el 2003 hasta días próximos. Una cercana, en Haití, a partir del “Petrocaribe chalenge”, frente al Tribunal de Cuentas en Puerto Príncipe, de la cual desarrollan hasta hoy multitudinarias manifestaciones populares en rechazo a la corrupción y en reclamo de otras demandas;  la  de Plaza Takzim en Estambul, Turquía;  la  Plaza Libertad creada por el movimiento Occupy Wall Street, en Nueva York;  la de Puerta del Sol, en Madrid, España; la del Zócalo de ciudad México, la Plaza Italia, en Santiago de Chile;  la de Plaza Bolívar,  en Bogotá,  Colombia;  la de la  Avenida céntrica de Túnez, Habib Burguibab,  escenario de concentraciones multitudinarias que dieron al traste con la dictadura de Ben Ali.

Hoy, ningún líder político, ni gobierno, ni medios de comunicación tradicionales, puede pretender que sus disposiciones e informaciones son las únicas que recibirán las masas juveniles.

Las redes sociales proporcionan la posibilidad de un liderazgo diverso, sin rostro, difuso,  y sin una referencia política especifica, capaz de informar y movilizar a cientos de miles de personas.

2do.- La pervivencia así sea limitada de las libertades públicas conquistadas con duras luchas a partir de 1978, con la derrota electoral al gobierno de los 12 años. Hoy es posible protestar en calles y plazas públicas, algo que era supremamente difícil antes de ese año.

Las protestas de calle de ese tiempo eran los llamados  micromitines de pocos militantes,  con duración de un máximo de 5- 10 minutos, en los que se gritaban consignas contra el régimen de turno, y cumplido ese tiempo se declaraba la dispersión, cada quien se alejaba  por calles diferentes, antes de que llegara la policía.

La pervivencia de cierta cobertura de libertades públicas,  permite la manifestación masiva en plazas; y la internet y las redes sociales la fortalecen, porque cualquier acción represiva del gobierno de turno,  es conocida en el mismo instante en todo el país y en el extranjero, con rostros incluidos de los agentes represivos directos;  y así mismo, se conoce la reacción en esos dos ámbitos al hecho represivo. Los atentados a los derechos democráticos se transmiten al acto, y las repulsas también.

3ro. La insatisfacción, con niveles de irritación desbordada, por la corrupción e impunidad, y la ausencia de políticas públicas que correspondan a las necesidades más sentidas del pueblo. Hay mucha inconformidad acumulada; desafección al ordenamiento institucional, que en parte toca a los partidos, y se da la necesidad de canalizarlas o expresarlas por otras vías.

4to. Las plazas son, además de espacio de protesta popular, un lugar espontáneo para la socialización,  la convivencia y el intercambio entre jóvenes de diversos lugares y estratos sociales, y con otras generaciones;   el desarrollo de la creatividad artística de cada quien,  la alegría en lucha,  el disfrute del arte en sus diversas manifestación, entre otras cosas.

La plaza ha devenido en un singular espacio en el que la gente, joven  especialmente, llega sin saber quién le convoca,  a luchar junto  a quien no conoce y hasta difiere socialmente y en muchas otras cosas, pero le une un problema común a enfrentar.  La plaza une a lo diverso  en la lucha.

El problema común a tanta gente, socialmente tan diversa, permite que la plaza logre lo que dice Joan Manuel Serrat en su canción Fiesta: “por un momento se olvidó que cada uno es cada cual”. Es la unidad en la diversidad, en torno a lo que une, con un método y en una forma no común.

Deben saberlo los que gobiernan, y por supuesto los que se preparan a gobernar como resultado de las próximas elecciones: la voz de las plazas es una fuerza poderosa, difícil de derrotar. Ni con bombas, ni cárceles ni con balas. Porque las plazas pueden ser infinitas,  y establecerse así en cualquier lugar del país como en el extranjero.

Lo mejor es gobernar bien, responder a las expectativas y necesidades de la gente.

Luís Abinader demostró inteligencia política y emocional cuando a propósito de la Marcha por la Democracia del domingo 23 de febrero, que en principio estaba previsto llegara a la Plaza de la Bandera, lo que no agradaría  a los jóvenes allí establecidos;  y en atención a estos, dijo: “Escuchamos a los jóvenes de la Plaza, por eso cambiamos la ruta y vamos hacia el Parque Independencia”.