Una película no es lo que se ve ni lo que se dice en ella, es lo que la película logra construir en el imaginario del telespectador.

Cuando se habla de la Meca del Cine, que es un concepto denotativo de Hollywood, se asocia a un espacio más que terrenal pues su extensión alcanza a posicionarse en el imaginario de millones dentro y fuera de USA.

Aunque uso el término Hollywood como concepto de cine estadounidense bien se sabe hoy que -en lo que se conoce como tal- en Los Ángeles hace tiempo perdió su control para ser dirigido por entidades al servicio de los tanques pensantes, quienes a su vez se adaptan a las circunstancias con la asistencia incluso de individuos llegados de la izquierda.

“Allá dónde llegue el cine llegarán nuestros productos…” habría dicho un presidente gringo. Nadie duda que lo que se produce en USA es siempre de calidad ISO, aunque en realidad sean frutos de la humanidad y no solo de un conglomerado con bandera de estrellas y barras. USA es el país más fuerte y avanzado del mundo porque así está construido en el imaginario de quien es tocado por sus medios, principalmente el cine.

En mi niñez solo veía cine gringo porque esa era el único que llegaba a Constanza, desde entonces siempre consideré el cine como algo divino de los yanquis hasta que se me cruzaron los cables al empezar a mirar otro cine promovido por Humberto Frías y otros clubes de cine (el hecho de que no tenía que pagarse alquiler de esas películas europeas o del cine independiente norteamericanos, ayudaba a su difusión).

Hoy lo que vemos en la tv, salas de cine e internet es dominado por contenidos y formatos Made In Usa. No es difícil confirmar cómo es que la gente considera el cine y el entretenimiento solo como algo parido por los gringos y que solo ellos pueden hacerlo con calidad. Esa es la verdadera transculturación o penetración cultural: cuando asimilas que tu cultura y arte está por debajo de las del amo, cuando empiezas a pensar como el amo pero no vives como él.

Se lo digo a todo el mundo: cuando se construye una historia para ser leída o vista (u oída, según el caso), en realidad se está construyendo en el imaginario del receptor.  Por ejemplo, el cine de catástrofes que pone a USA como protagonista y escenario donde se ejecuta el conflicto principal y su solución –siempre en inglés.

Orientar la imaginación, someterla y pilotar, es el mayor poder que tiene USA. Por ejemplo, con sus viajes a la luna demostraron mayor inventiva que Jules Gabriel Verne. Y otras, siendo neoconservadores permiten el discurrir del debate de ideas siempre que no se toquen temas que afecten la imagen de asuntos como la libre expresión y el libre albedrío.

Para apreciar un poco nuestro concepto, vea el producto de un cineasta uruguayo que realizó este cortometraje espectacular usando como escenario la capital Montevideo. Fíjese que solo con imaginación y algunas tecnologías digitales de dominio público es posible construir el imaginario sin los consabidos templos hollywoodenses. El cortometraje se titula “Ataque de pánico”:

Ahora vea el cortometraje Alumbramiento del formidable cineasta español Víctor Erice:

Después de verlo apreciará usted que en el mundo entero hay más y mejores historias con menos estructuras narrativas aberrantes y aburridas. Que después que algún día comience a ver otro cine se dará cuenta de lo aburridas que son las historias del “gran” cine de las grandes potencias occidentales que son hechas para público con visión de estudiantes de primaria, sin concepción crítica.