La filosofía de Paul Ricoeur es muy vasta y compleja. Demarcar un tema y verlo a lo largo de toda la producción filosófica de un autor tan prolijo se hace difícil. En la siguiente exposición realizaré primero un comentario descolonizador de un artículo en el que Ricoeur resume brevemente su perspectiva sobre la conexión entre filosofía y teología respecto al tema del mal. Tanto la filosofía como la teología son las fuentes para la compleja y amplia reflexión sobre la cuestión del mal y la violencia desde la filosofía práctica del pensador francés. Mi tesis es que, aunque el problema de la violencia ha estado presente en toda la obra ricoeuriana, ella ha sido adaptada a propósitos mayores, es decir, la violencia no ha sido el tema neurálgico de la filosofía reflexiva de Paul Ricoeur, pero ha sido una constante que ha tenido tres movimientos claves: el de la voluntad malvada, el problema-desafío del mal y, por último, la violencia desde la filosofía práctica.

La voluntad malvada, el enigma del mal y la violencia política serían los estadios sucesivos de la reflexión que van concomitante a las tres etapas en la labor filosófica del autor francés. Esto significa que el enigma del mal es el centro y el concepto bisagra entre la simbólica del mal en la que se expresa la voluntad malvada y la reflexión ético-política ligada a la memoria colectiva. Por lo que planteo centrarnos en el artículo y sacar provecho para un giro descolonizador de la filosofía reflexiva de Ricoeur. 

El artículo en cuestión se titula “el mal: desafío a la filosofía y a la teología” y fue publicado dentro de la colección de ensayos conocidos como Lecturas 3: En las Fronteras de la Filosofía de 1986. En mi acercamiento al tema en Ricoeur distingo tres etapas diferenciadas: la primera está centrada en el método fenomenológico o la descripción eidética como instrumento para abordar una problemática muy peculiar en la filosofía francesa: la descripción de la voluntad malvada y su conexión con la libertad. En esta primera etapa tendríamos textos como “Lo Voluntario y lo Involuntario”, “El hombre falible” y “La Simbólica del mal”. La segunda etapa es una consecuencia natural de la primera ya que intenta superar los escollos encontrados en el método fenomenológico para la antropología filosófica generada a partir de la filosofía reflexiva mediada por la cultura; este segundo periodo está centrado en la reflexión sobre el lenguaje y la creatividad humana. Es la etapa más rica en términos de reflexión ontológica sobre las grandes cuestiones humanas y es la etapa de apertura al diálogo con la filosofía analítica del lenguaje. Los libros claves van desde “La Metáfora Viva”, la trilogía “Tiempo y Narración” hasta la monumental obra “Sí mismo como otro” (1990). Aquí hay cientos de ensayos breves y conferencias que serán recogidas en volúmenes conocidos como “Lecturas”. La última etapa ricoeuriana es la etapa en la que nuestro autor se esfuerza por crear una filosofía política centrada, a mi juicio, en el papel de la memoria y el olvido dentro de la comunidad política. Es en esta última etapa en donde Ricoeur cambia de lenguaje: pasa del lenguaje del mal al lenguaje de la violencia; esto se debe a su esfuerzo por construir una “pequeña política” animada por el presupuesto de Thomas Hobbes que sienta en la violencia (o el miedo a esta) la base de toda comunidad política.

El texto que comentaremos obedece a la segunda etapa, que es la más rica en términos de una hermenéutica reflexiva o subjetiva y de diálogo abierto con otras disciplinas como la antropología y la etnología y es, igualmente, la más rica en producción desde la hermenéutica bíblica. Intentaremos hacer una síntesis reflexiva del artículo y una lectura descolonizadora que viene por el deseo de incorporarnos desde el caribe español a “otra mirada” sobre la reflexión filosófica. Esta mirada en ningún modo hará un corte o aniquilará el instrumental teórico de la tradición filosófica europea, sino que privilegiará el “ver” y el “juzgar” desde los olvidados, desde los sometidos a una violencia estructurada y estructurante en la que lo mejor del ser humano se pierde y se destruye.