Muchas veces siento que la humanidad vive un tiempo importante y delicado a la vez, un tiempo en que la lucha por la vida se confunde con la sobrevivencia y la no vida, y entre ambas cosas pareciese como si el rumbo se pierde.
Sin embargo, es un tiempo que brinda grandes aprendizajes, es una oportunidad magnífica para retomar todo lo que fomenta el buen vivir, la vida digna, la existencia plena.
Hace unas semanas el mundo cristiano celebró la muerte y resurrección de Jesús, donde recuerda con fuerza el paso de la muerte a la vida, la pascua, no obstante, aunque es evento que se celebra desde hace XXI siglos, al parecer no ha sido aprendido del todo por la humanidad, pues seguimos apostando a la no vida.
El mundo de hoy, los países, culturas, familias, personas, seguimos haciendo caso omiso a la llamada a cuidar la vida. Y aparentemente, la guerra se hace parte de los movimientos de la humanidad, de las supuestas soluciones de unos países contra otros.
Son muchas las cosas que atentan contra la vida, desde políticas en contra de la misma, falta de calidad en los servicios públicos, falta de respeto a los derechos y deberes de las personas, debilidad en las instituciones que están para el cuidado directo de la vida, en fin, y es que cada vez que se niega el derecho a la salud, alimentación, educación, vivienda, ocio, trabajo, estudio, toma de conciencia; cada vez que se impide que un ser humano se realice como tal, se está limitando la vida.
Hoy más que nunca, hace falta encontrar razones para vivir, para cuidar, amar y respetar la vida, en todas sus expresiones, animal, mineral, vegetal, pues todas las manifestaciones forman parte de la vida humana y permiten que podamos seguir existiendo como especie.
En ese sentido, celebrar el día internacional de la tierra, el 22 de abril, se hace de nuevo la invitación, pues cuidar la tierra es cuidar la vida, y cuidar la vida es permitir que ella sea tal cual es. Es dejar que se abra paso y se extienda con dignidad. Y es que, la vida lucha y lucha para seguir brotando por encima de todo y de todos.
Reflexionamos
La vida puede más y brota cada vez…
- Que nace una criatura y alegra la vida de una familia y estos cuidan y protegen su crecimiento.
- Cada vez que un padre o madre restaura su vida y busca dejarle el don de ser feliz a su familia.
- A la hora que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes pueden recibir el pan de la enseñanza con calidad y de forma inclusiva.
- Cada vez que grupos de hombres y mujeres cuidan, siembran y protegen la tierra
- Cuando los ciudadanos todos, muestran su educación en las calles y hacen que estas sean dignas de transitar
- Cuando se abren en las comunidades espacio donde se comparte la vida, la esperanza, la alegría y trabaja por la paz
- Cada vez que una persona reconoce su valoración y opta por ser feliz
- Al momento de buscar la justicia, construir los derechos y vivir tal cual.
- Cuando se ofrecen oportunidades de inclusión y equidad, sobre todo, para los más débiles
- Cuando se recuerda la memoria histórica de un pueblo, para honrar sus fortalezas y trabajar las debilidades.
- Cada vez que las mujeres descubren sus fortaleza, su valoración y amor propio.
- Cuando los hombres expresan su ternura, afecto y cuidado y juntos transmitimos a las nuevas generaciones una forma distinta de vivir, sin agresión y violencia
- Cuando apostamos por una cultura de paz
- En el momento que se despierta la conciencia y se abre paso a la belleza, a la justicia, al amor.
- La vida puede más, cuando la humanidad descubre, vive y transita desde la grandeza y dignidad que le otorga saber que somos el vehículo en el que peregrina el espíritu. Por ello, la invitación a vivir en plenitud, está hecha; sabiendo que desde aquel día, la vida pudo más.