¿Existen límites a la medición?; ¿Hay características de la experiencia humana irreductibles a la cuantificación? Son viejos problemas en la historia del pensamiento occidental que se vuelven a replantear a partir de la publicación del texto de Jerry Muller The Tyranny of Metrics. (La tiranía de la medición).
Un viejo argumento filosófico sostiene que existen aspectos de la dimensión humana que no pueden medirse. La clásica distinción de ciencias de la naturaleza vrs. ciencias humanas presupone la existencia de una diferencia substancial entre el objeto de estudio de ambas, así como la idea de que la experiencia humana posee una complejidad irreductible a los intentos de estandarizarla en parámetros matemáticos.
Subyace al referido supuesto, el temor a la cosificación de los seres humanos, a percibirlos como una cosa más entre los objetos del mundo natural.
En contraposición, puede plantearse que semejante actitud es retrógrada desde el punto de vista epistémico. ¿Acaso muchas características de los seres humanos que en principio parecían incalculables no son hoy medidas y estandarizadas?
Parece existir una irremediable y necesaria tensión histórica entre las dos posturas. Por un lado, el deseo de ensanchar los límites de lo medible para ampliar nuestra explicación del mundo y nuestras capacidades de predecirlo. Por otro lado, la actitud escéptica con respecto a la posibilidad de llevar a cabo por completo ese deseo, reduciendo la vida humana a una tabla de Excel.
Y también ha existido un auténtico temor de que la obsesión por la medición termine destruyendo muchos de los atributos considerados específicamente humanos: la libertad, el sentido común, la empatía, peculiaridades de nuestra especie que hoy muchos sienten amenazadas por la era del big data.
¿Son temores infundados? La emergencia de las redes sociales ha posibilitado la creación de poderosos sistemas algorítmicos gracias a los cuales pueden manipularse las decisiones personales. Sin embargo, no son estos sistemas los responsables de esta manipulación, sino quienes operan tras ellos en busca del lucro.
De la misma manera, no es el deseo de medir el que amenaza nuestra humanidad, sino la actitud subyacente a las actuales sociedades occidentales de valerse de la medición para rentabilizarlo todo.