La vida es bella, la vida solo tiene sentido viviéndola. Comiéndosela a cada instante, a cada segundo, como si realmente fuera el último, con intensidad en el amor, en el odio, en la razón, en el sentido, en el trabajo, en el descanso, en el sexo, y en el pensamiento. Cuando te dan la oportunidad de amar, amar sin pensar, sin sentir que te usan, porque en definitiva, el que ama, entrega todo, y cuando entregas todo, tu alma se descarga, descansas en la pasión del vacío, en el sentimiento de la nada, en que eres feliz, por reflejo de aquella persona a quien le entregaste ese bello regalo de tu pasión y amor sincero.
SI esa persona no te ama, te dejó de amar, o como pasa ahora, se ama mas a sí misma, no importa, el amor, siempre será, siempre existirá, nunca acaba, y siempre crece. El amor por tus hijos, por tu madre, por la memoria de tu padre, por la vida misma, que debemos comernos a cada instante, ante la certidumbre de la muerte inevitable, extraña y liberadora. El instante en que tu abuela te mira, y ves ese amor reflejado mil veces en ti mismo, en la sinceridad y veracidad de sus ojos grises, lindos como el atardecer en Salinas, hermoso como el amanecer en Bahía de las Águilas, punzante como la panza de tu mujer con nueve meses. Esos instantes, esos momentos, si los llevas contigo, si te sientes feliz con recordar esos segundos de felicidad, siempre serás feliz, siempre encontrarás una razón para vivir, una razón para la emoción, y un instante para la risa.
El abrazo de un niño.
La sonrisa de tu hijo.
El chiste de tu compañera y su risa sincera.
El beso de tu madre.
La mirada y la agarradita de manos de tu abuela.
El “te amo” de mi hermana.
La salud de mi sobrina nueva.
Esas son las cosas que en realidad cuentan en la vida. Todo, absolutamente todo lo demás es oropel, ganancia y absurdo, de una vida, que viviéndola se desgasta cada instante, como lápiz y sacapuntas, en una lucha constante, el primero por escribir finito, el segundo por ponerse boto. Así es la vida, una vorágine en la búsqueda que acabará inevitablemente en lo más seguro que tenemos desde que nacemos, la muerte.
Por eso, me preguntan sobre la felicidad, y siempre digo, que es una elección, uno elige ser feliz o no, para eso debes ser feliz con lo que Dios te ha dado, no conformarte, ya que eso es otra cosa, pero feliz. Feliz con la salud, feliz con la enfermedad, feliz con los malos deseos de los demás, que pierden su precioso tiempo pensando y hablando mal de ti, y feliz con la vida que te ha tocado, y sacar lo mejor de todo, y lo mejor dentro de lo peor, sabiendo siempre que eres único o única, que todo pasa por una razón, que eres desde antes de nacer un ganador, un espermatozoide campeón, medalla de oro en la carrera con millones de sus iguales que no pudieron ganarte, y esa es desde el inicio la maravilla de la vida, por vía de consecuencia, nosotros, los campeones que vencimos a millones de espermatozoides, enfermedades, siglos de evolución o elegidos por la creación a imagen y semejanza del señor, debemos dar gracias, y vivir. Tratar de no hacer daño deliberadamente y dar el amor, que tanta falta hace.