Hoy me inspira escribir sobre las luces y sombras como símbolo de resurrección, en este tiempo en que luego de la semana santa, en el mundo cristiano, se celebra un tiempo de cincuenta días, llamado tiempo pascual o pascua de resurrección.
Luego de la semana santa, durante cincuenta días se ve desde adentro los inicios del cristianismo, y cómo desde el origen se ve el paso a paso del Maestro Jesús en su experiencia divina resucitada, una experiencia que los evangelios van contando desde las apariciones, los milagros y la expansión del cristianismo.
La vida surge desde la oscuridad hasta la luz
Desde que estamos en el proceso de gestación en el vientre de la madre, estamos en un espacio de oscuridad, el vientre, es un lugar oscuro, sin embargo, es un lugar muy rico, de hecho, es allí donde tenemos todo aquello que necesitamos, y en ese sentido, cuando salimos a la vida, todas aquellas cosas que buscamos fuera, son esas cosas que ya hemos tenido en ese lugar llamado vientre.
Por eso, el término utilizado de “dar a la luz”, cuando una mujer va a parir un bebé, se refiere precisamente a esa experiencia de conectar con la luz o salir a la luz o vivir en la luz, entiendo luz en este caso, como la claridad y vivencia con la que se encuentra una criatura a la salida del vientre materno.
Por eso, al decir, que la vida surge desde la oscuridad hasta la luz, queremos expresar de alguna manera, tomando como metáfora el vientre y el nacimiento, el cómo se van dando las tomas de conciencia, las claridades frente a realidades que antes estaban en zonas de oscuridad en nuestro ser y los movimientos internos y externos que nos conducen a una vida revitalizada.
La vida entre luces y sombras
La vida surge entre luces y sombras, también se da entra bajas y altas, entre fortaleza y fragilidad, entre la superficie y la profundidad, pues, de alguna manera, la vida es dualidad constante.
Entre luces y sombras, y en término del contexto cristiano, surge entre viernes santo y domingo de pascua, entre cruz y resurrección, la vida va y viene; es todo un espacio donde se va danzando o dinamizando desde la opción que cada persona elija, la propia vida.
Al conectar con esta experiencia, entonces recordamos que, existe la relatividad de las cosas, las verdades absolutas y las verdades relativas, y desde ahí nos queda la gran certeza, y es que, la luz cobra sentido en la oscuridad, pues de lo contrario, no tendría sentido la existencia de la luz.
La resurrección es la suma de luces y sombras
La resurrección es un cúmulo de cosas, es la suma de luz y oscuridad, de vida y muerte, es más, vivimos en ese constante accionar, pues la vida es una línea dinámica y, por tanto, ondulada, jamás recta.
La vida es movimiento, es una experiencia que nos coloca en movimiento constante, por eso, integrar lo que se ha vivido como resurrección en el tiempo de pascua, es una invitación a entrar en la novedad en medio de la cotidianidad, a salir de las zonas oscuras para hacer la experiencia de la luz, a revisar cada área del ser para avanzar a una nueva manera de mirar y ver.
La resurrección nos invita a movilizarnos, a avanzar por caminos nuevos, y de algún modo, nos mueve a salir de la zona de confort, nos impulsa a creer y ver, a cambiar formas anquilosadas en la vida, en fin, nos va generando una oportunidad de poner vida a todas las cosas que han quedado paralizadas internamente.
La vida entre luces y sombras, es un camino de resurrección, de propósitos y esperanza. Nos impulsa a respetar todas las manifestaciones de la vida misma, a disfrutar de toda la creación, por tanto, a cuidarla como un valor perfecto para la humanidad, nos convida a cuidar y a cuidarnos, a amar y amarnos, a vivir de forma integrada, amorosa y reflexiva la experiencia que llamamos vida.
De alguna manera, esto es una experiencia continua de resurrección, es vivir y vivir en plenitud.