Mediante el Decreto núm. 795, de fecha 31 de agosto de 1864, don Ulises Francisco Espaillat fue designado vicepresidente de la República por el entonces presidente José A. Salcedo. El hecho es especialmente atípico, por lo que debe entenderse en el contexto de las extraordinarias circunstancias por las que atravesaba la nación en aquel momento histórico. Oportuno es ver entonces la génesis de guerra de la Restauración y cómo en el desarrollo de la misma se suscitó el peculiar acontecimiento reseñado.
Luego de declarada la anexión y la valiente expedición de Sánchez (asesinado junto a sus allegados el 4 de julio de 1861), se presentó muy poca resistencia a la presencia española durante los siguientes meses. Sin embargo, a principios de 1862, Santana renunció a la capitanía general de Santo Domingo, sucediéndole en el puesto Felipe Ribero Lemoyne, llegando con él numerosos funcionarios públicos españoles al país, cosa que fue de poco agrado para la población dominicana. Sumado a lo anterior, el profesor Juan Bosch en su obra La Guerra de la Restauración sostiene que otros factores incidieron en el desgaste del gobierno español, como los nuevos impuestos, la depreciación del papel moneda dominicano y la imposición de servicios gratuitos de hospedaje y transporte a las tropas españolas.
Así las cosas, entre los días 9 y 24 de febrero de 1863 se desatan ataques, amenazas e insurrecciones frente a los ocupantes en Neiba, Guayubín, Sabaneta, Monte Cristi y Santiago (véase al efecto la obra Dieciséis conclusiones fundamentales sobre la Anexión y la Guerra de la Restauración (1861-1865) de Luis Álvarez López).
Finalmente, las tropas dominicanas despliegan una ofensiva cohesionada a partir del 16 de agosto de 1863 que lograrían extender a todas las ciudades importantes del Cibao en un primer momento de la lucha, y luego a todo el país. Como cuenta don Hugo Tolentino Dipp en su Historia Social Dominicana, el primer gobierno restaurador, gobierno provisional, se creó en Santiago el 14 de septiembre de 1863 y tuvo como presidente provisional a José Antonio Salcedo y a Benigno Filomeno de Rojas como vicepresidente. En fecha 25 de diciembre de 1863, el gobierno provisional se declara a sí mismo gobierno legítimo y decreta guerra contra la monarquía española por mar y tierra.
En marzo de 1864, sin embargo, Benigno Filomeno de Rojas deja la vicepresidencia del país por segunda vez (ya lo había sido del 1 de marzo al 28 de agosto de 1858) y tales funciones empiezan a ser desempeñadas por Espaillat, que era para entonces ministro de relaciones exteriores. Ello puede verse con claridad en el Decreto núm. 786 de fecha 12 de mayo 1864, mediante el cual se declara a todos los dominicanos soldados de la Patria, llamándoles a tomar las armas. Quien firma el decreto es Ulises F. Espaillat, “Ministro de Relaciones Exteriores, encargado de la Vicepresidencia”. En los decretos siguientes figura ya solo como vicepresidente y en algunos de ellos (a partir del Decreto núm. 788 de fecha 27 de julio de 1864) firma junto al presidente José A. Salcedo pero, curiosamente, la mayoría de los decretos de su gobierno fueron firmados solo por sus vicepresidentes y algunos ministros de Estado.
El 24 de agosto de 1864, el Gobierno Provisional de Salcedo emitiría un decreto que reformaba al Poder Ejecutivo, eliminando la figura del vicepresidente, haciendo acompañar al presidente de un “secretario general de su elección”. Sin embargo, exactamente una semana después, volvió sobre sus pasos con el Decreto núm. 795, de fecha 31 de agosto de 1864, que en sus motivaciones reconocía como imperiosa la necesidad de un vicepresidente. El texto del primer artículo rezaba del modo siguiente: “Nombro para desempeñar el honroso puesto de vicepresidente del Gobierno de la República al Sr. Ulises Francisco Espaillat, que antes lo ha desempeñado con la capacidad, patriotismo y contracción que se son propias”.
La vigencia de esta reforma fue especialmente breve para el presidente Salcedo, quien sería depuesto por el general Gaspar Polanco diez días después. Espaillat, sin embargo, permanecería como vicepresidente de Polanco hasta el arribo de Pimentel al poder y la eventual convocatoria de la convención nacional en 1865.
El último acto a la firma de Espaillat como vicepresidente del gobierno provisional restaurador fue una carta dirigida a la monarquía española, explicando las razones por las que debía culminar la guerra. Su visión contraria a una lucha claramente irrazonable demuestra su humanismo. “Llegó un día en que la unánime voluntad de los dominicanos apeló a Dios y a su valor para reconquistar la patria, la libertad y la independencia. (…) Esta porción de tierra ofrece al orbe entero el triste espectáculo de una lucha que aflige a la humanidad. (…) En este drama homicida la sangre que corre de una y otra parte es una sangre preciosa, es la sangre de un pueblo desgraciado e inocente, pero valiente como sus antepasados; la sangre de un pueblo rudamente experimentado, resignado a hacer toda especie de sacrificios, y resuelto a sepultarse bajo las ruinas y cenizas que se amontonan en su rededor antes que dejar de ser libre e independiente”.
El 24 de enero de 1865, una nueva composición del Poder Ejecutivo dispondría la entrada en vigor de la Constitución de Moca (1858) hasta que la Convención Nacional Soberana dispusiese otra cosa, culminando con ello esta primera etapa del gobierno provisional restaurador en la que se suscitó este extraño caso de “designación” de una autoridad gubernamental que, por su naturaleza, estaría llamada a ser elegida y, en los casos más extremos, proclamada.