Tensiones. Distorsiones. Opresiones. Evasiones. Violaciones.

Salvo honrosas excepciones, la prensa formal e informal le ha entregado públicamente al Estado-partido-gobierno un triunfo  infectado, distorsionado y fraudulento en las recientes elecciones, y sus resultados como un botín que se debe mantener cautivo y como tesoro dictatorial.

Si analizamos todo el entramado electoral reciente, podemos observar y darnos cuenta cuál ha sido el rol de una gran parte de la prensa y de sus intereses políticos.

El gran aporte de todo ese discurso político e informativo de la prensa, ha sido la entrega, el apoyo y el respaldo a la dominación política de la tribu instaurada y enquistada en el aparato gubernamental como base de un poder verdaderamente ilegítimo, y más ahora, con la visible y comprobada agenciación, fraude, engaño, tergiversación de datos, opresión y supresión de la voluntad popular.

Mientras el señor Roberto Rodríguez Marchena y José Ramón Peralta ya no encuentran más modos ni estrategias de mentirle a la ciudadanía, obligándola a que acepte los resultados de las pasadas elecciones que más fraudulentas no pudieron ser, el pueblo dominicano de hoy , la ciudadanía responsiva y el sujeto individual se encuentran despojados y golpeados en sus derechos por esa máscara de la oligarquía peledeísta que ha secuestrado la ley, teneres, poderes y bienes de la democracia dominicana para imponer por la fuerza y por la vuelta una dictadura que adquiere ribetes deplorables y execrables.

Las promesas del hoy ilegítimo triunfo del partido-gobierno peledeísta no constituyen más que un documento y un argumento de barbarie y de supresión de los derechos de una ciudadanía que fue burlada por la maquinaria diabólica de la oligarquía peledeísta, toda vez que el abuso de poder, las teatrales y cínicas “visitas sorpresas” del Presidente de la República, el espaldarazo de gran parte de la prensa escrita, radial, televisiva y en menor grado la digital, así como la sobreactuación de todo un funcionariado oficioso y oficial, han hecho del país uno de los círculos más aterradores y monstruosos de la vida política y cultural dominicana de hoy.

Amén de todas las operaciones y mecanismos fraudulentos orquestados por el partido enquistado en el poder gubernamental, es importante mantener el argumento de la consabida supresión de la voluntad popular mediante compras de cédula, manipulación a través de fórmulas como el bono luz, bono gas y todo tipo de tarjetas creadas por obra y gracia de la purulenta corrupción dominante sostenida, afirmada y afinada en los años de gestión gubernamental peledeísta que ha hecho de la República Dominicana un “jardín” de injusticias, violaciones institucionales, usos dolosos del erario público, uso del presupuesto nacional para sus afanes políticos y electorales, pero además, un cuerpo de irrespeto a las leyes del país.

Gran parte del sistema de información y prensa en el país ha tenido un comportamiento público y privado orientado al respaldo de la corrupción, el cinismo gubernamental, su expresa contribución a la desinformación general, y al ocultamiento de la real situación del país y sus problemas.   El editorialismo de los principales periódicos del país, ha construido toda la miseria de la sinrazón política, acomodando sus intereses económicos y sistemas de expectativas a las dádivas gubernamentales y a los pagos por servicios a funcionarios e instituciones.

El cinismo presidencial encarnado por el Presidente Danilo Medina ha llegado a las acciones más provocadoras, abusadoras y bochornosas con sus injustificadas “visitas sorpresas” y su histrionismo artificioso y megalómano, como si nada estuviera pasando en el país, atropellando la democracia dominicana, arrinconando la ciudadanía y pasándole por encima a todo lo que no sean sus intereses y los de su tribu de apoyo.  Al Presidente de la República no le interesa quién es el sujeto público o institucional, ni le importa la Constitución del país  ni sus derechos.  Su gran y exitoso programa de gobierno ha sido y es la mentira militante, el derroche económico, la expansión de la amoralidad en el país, la manipulación de lo real y la realidad.

La presión tributaria y la reforma fiscal, así como el endeudamiento y el aumento de los impuestos para pagar un aparato absolutista de poder y deudas contraídas en las recién finalizadas elecciones, son algunos de los principales problemas pendientes de la actual agenda económica y política dominicana.

Mientras el pensamiento canalla se afirma y posiciona para cobrar por su sobreactuación en el actual proceso electoral, los niveles de padecimiento de la ciudadanía aumentan en razón de la caída social, cultural y la distorsión de un contexto creado por la opresión del oficialismo en todos sus niveles de influencia y manejo de la cosa estatal.

Con todo y la deformación o tergiversación de los eventos políticos, económicos, jurídicos, financieros y morales existentes en la actualidad, la malla gubernamental prepara sus tentáculos para detener o disolver cualquier cauce democrático dispuesto a la respuesta a favor de los derechos ciudadanos.

En estos momentos empieza el proceso de “invisibilización” de la oposición por parte de la prensa dominante, de tal manera que ya las protestas, malestares, huelgas, levantamientos por descontento, quejas, impugnaciones electorales y otras acciones políticamente responsivas, van cobrando tamaño y fuerza política antigubernamental. El editorialismo y la tendencia de cierta prensa comprada, hacen su trabajo tendente a suprimir cualquier vestigio o razón a favor del Estado de Derecho.  Sin embargo, el monstruo político se cae a ratos y otras se levanta herido por el discurso contrahegemónico. 

Las casillas legales que han asumido algunos líderes de la oposición para ejercer sus derechos, nos lleva a una crítica y posterior desmantelamiento de las corporaciones que ha creado la delincuencia gubernamental, contribuyendo, sin embargo, a convencer a la población de que existen los derechos para ejercerlos en tiempo y espacio, y para congregar a esa parte de los dominicanos “embarrados” por la podredumbre electoral y gubernamental, donde en estos momentos la Junta Central Electoral impone mediante recursos fraudulentos a un partido y un gobierno ilegítimos,  violadores de los derechos inalienables de la ciudadanía.

Una malla defensiva del Estado como botín de un partido que se ha adueñado de derechos, presupuestos destinados a renglones específicos, instituciones, puestos gubernamentales, recursos financieros, dineros, funciones jurídicas y voluntades públicas o privadas, se hace visible a través de un discurso dominante de la prensa  y un control ejercido desde un sistema de información que está en manos del gobierno, la oligarquía y la burguesía dominicanas. En tal sentido,la farsa trágica, apenas comienza.