Nos vamos a referir en este articulo al problema de los aumentos en los precios de los alimentos, como una forma de analizar brevemente la realidad del mercado nacional e internacional, ya que cuando estos mercados se sacuden, los gobernantes siempre lo califican de especulación, sin analizar los orígenes que dan lugar a esta tendencia mundial.

Nicolás Sarkozy, Presidente de Francia, dijo recientemente cuando asumió la presidencia del G-20, que su prioridad era la volatilidad de los precios de los bienes básicos de consumo. Y tenía toda la razón ya que el problema no es simplemente especulación, como el Presidente Fernández argumentó en su discurso del pasado 27 de febrero.

¿Porque están aumentando los precios de los alimentos? En primer lugar, por el creciente aumento en el precio del petróleo. En segundo lugar, por el debilitamiento del dólar que encarece los bienes a nivel mundial, donde el mismo petróleo es víctima de esa tendencia. En tercer lugar, por la merma en la producción de granos debido a las fuertes sequias en ciertas zonas productivas, como es el caso de Rusia, China, Canadá y Estados Unidos, donde las reservas alimenticias se han reducido entre un 10% y un 34%. Y cuarto, países como China y la India están demandando cada vez más alimentos.

A todo esto hay que agregar que cuando el mercado de granos se hace demasiado volátil, aparece de inmediato la especulación, pero derivadas de factores estratégicos más que comerciales. Por ejemplo, los países desarrollados quieren incrementar sus existencias de alimentos más allá de los parámetros normales para evitar problemas de suministro y estabilizar sus precios. Por su parte, los países en desarrollo, exportadores netos de alimentos, restringen las exportaciones para evitar escases en su propio mercado que dispare los precios internos. O sea, que todos tratan de asegurar sus suministros y estabilizar los precios., aunque el efecto a nivel mundial es que los precios se disparan porque la demanda aumenta y la oferta se restringe.

Todo parece indicar que esta tendencia se mantendrá mientras la economía mundial se reactiva, para lo cual falta un largo trecho con precios cada vez más altos del petróleo.

¿Y que pasa en la Republica Dominicana? Muy simple, ya que siendo un importador neto de alimentos, con una agricultura decadente e ineficiente en todos los sentidos, estamos comprando en los mercados internacionales muchos bienes de consumo y materias prima a precios cada vez más altos, lo que dispara el precio al consumidor final.

Pero aquí hay un serio problema y es que la importación de alimentos, vía los permisos otorgados por la Secretaria de Agricultura, se ha convertido en un negocio altamente rentable y eso da mucho más beneficios que esforzarse en modernizar la agricultura y convertirla en una actividad, rentable y eficiente sustituyendo cientos de millones de dólares en importaciones.

Pero ese millonario costo marginal que se paga por esas comisiones, se le transfiere al consumidor final, lo que responde a la preocupación de un funcionario del FMI, que no se explica porque aquí los alimentos son más caro que en muchos otros países de la región que importan los mismos bienes.

En la otra cara de la moneda están los bienes que también tienen precios muy altos en los mercados internacionales y que nosotros exportamos. Tal es el caso del azúcar y el tabaco. Pero a eso no le llaman especulación.

Excepto los vegetales producidos en invernaderos y uno que otros tubérculos, cada vez producimos menos alimentos, los que se producen tienen costos muy altos y no son competitivo y no hay políticas agropecuarias, capacidad institucional, tecnología ni recursos suficientes que neutralicen esa tendencia. El dinero abunda para el Metro, los elevados, túneles y las nominas para financiar el clientelismo político, pero no para la agricultura.

Estamos al borde de un problema muy serio porque no tenemos reservas alimentarias para enfrentar una crisis de suministro y de seguir importando una alta proporción de los alimentos que consumimos, la pobreza se agudizará llevándose de plano a un amplio sector de la clase media que no gana un salario ni con que cubrir su actual canasta básica de alimentos.

Por su parte, el Banco Central no tiene reservas en divisas ni para dos meses de importación y la está drenando aceleradamente para frenar la devaluación del peso.

A todo esto, el Consejo de Gobierno se reúne y decide anunciar medidas para enfrentar las alzas en los precios, donde ya salió Temistocles Montas advirtiendo que hay que buscar más dinero prestado y al pueblo "amárrense los cinturones".

Definitivamente, el Presidente ha perdido la brújula para gobernar. Cada día abre un nuevo frente que desgasta su autoridad y credibilidad ya que todo se reduce a promesas que nunca cumple y a desinformar a la población con datos falsos y manipulados.

La economía se hunde gradualmente a los ojos de todo el mundo y nadie toma decisiones.