El esfuerzo por contener una crisis reputacional en una organización cualquiera, comienza por el reconocimiento del problema y el diagnóstico para identificar las causas reales que la provocan. La especulación en el peor sentido está vedada si se quiere salir por el mejor camino: el de la verdad. Similar al médico frente al enfermo.

Pero viaja en sentido contrario, a riesgosa velocidad, el intento de opinantes mediáticos de politizar la crisis en el  turismo local para atribuirla a una campaña sucia de adversarios a la segunda reforma constitucional consecutiva habilitante de la repostulación del presidente Danilo Medina

Desdice del sentido común, choca de frente con los datos veraces necesarios para el diseño de estrategias efectivas y eficaces. De entrada apuesta a la división cuando urgen las sinergias de todos los actores.

Al reinstalarse en el Gobierno, en 2016, el presidente Medina cifró su meta en 10 millones de turistas al término de su cuatrienio, y, para lograrlo, anunció el desarrollo del cuarto polo turístico ampliado (Barahona,  Pedernales, Baoruco e Independencia), creado mediante el decreto 322 del 21 de agosto de 1991. Idea que no pudo concretar.

Al cerrar 2018, el Banco Central anunció que se alcanzó un record con la entrada de 6.5 millones de visitantes, un aumento de casi 6% respecto de 2017. https://www.eldinero.com.do/75670/republica-dominicana-alcanzo-en-2018-cifra-historica-en-llegada-de-turistas/.

Hasta ahora la curva de ascenso había seguido el ritmo ascendente. Se han producido importantes cancelaciones de vuelos desde Estados Unidos, provocadas por la recurrente de difusión internacional de información sobre muertes sospechosas de turistas en hoteles del Este y el Norte.     

El ser humano, sin importar nacionalidad, ha de morir algún día, y la muerte no especifica el lugar a donde le gustaría llegar. Los hoteles no se libran de esa realidad.

Pero que seres humanos fallezcan en lujosos resorts sin que se informe con precisión y de manera oportuna las causas  de muerte, representa una fuente fértil de rumores que podrían provocar graves crisis reputacionales, deterioro de imagen, crisis económicas y hasta la desaparición de la organización o sector, si no se actúa a tiempo, con la cabeza fría y la profesionalidad como soporte.

SEÑALES DE HUMO

Con la embestida de medios amarillistas extranjeros en torno a los decesos registrados en fechas distintas, la “industria sin chimenea” local ha temblado. El Gobierno, también. Se entiende. Los ingresos por concepto de turismo rondaron el año pasado los US$ 7,6 mil millones, según estimación del BC. Moneda sólida hasta ahora imprescindible para mantener la estabilidad macro-económica.

El exceso de confianza en la potencia del sector, o desconocimiento de la comunicación profesional, parece que llevó a subestimar la señal humeante de la primera muerte y, lo peor, a olvidar las amenazas latentes y manifiestas de la competencia internacional, que no ha perdido tiempo para agitar la coctelera vía medios sensacionalistas como New York Post, Fox y Daily News, y así sacar la tajada del pastel turístico con la oferta de mayor seguridad.

Cuando ha faltado la prevención y el problema ya está creado, lo más sano es reconocerlo ante los demás. Esconderlo y negarlo, sería jugar a profundizarlo, y eso se hace cuando lo atribuyen a una campaña de descrédito en la que participaría la corriente leonelista y medios internacionales azuzados por el gobierno estadounidense, por estar en desacuerdo con la reforma constitucional.

El Gobierno, vía el Ministerio de Turismo, y los hoteleros deberían reorientar los pasos, si su discurso es el aireado en los medios de comunicación. La evasión no reditúa. Las razones son otras.

Hay que exigir al cuerpo diplomático que justifique el dineral que entra a sus bolsillos y trabaje a tiempo completo para prevenir situaciones dolorosas como la actual, no solo en el turismo. Por si necesita orientación, el mejor ejemplo lo tienen en los embajadores de USA. Son abejas trabajando a favor de los intereses de su país.

Hay que invertir mucho dinero en Comunicación, pero con base en planes, programas y proyectos. Nada de improvisación. Planificación de la Comunicación no es una caterva de viajes y un montón de invitados con gastos cubiertos sin evaluación de resultados. Tampoco discursos acartonados frente a los públicos, o a través de los medios de comunicación.

Hay que dar seguimiento, día por día, minuto a minuto, a la dinámica de la gran industria de servicios ahora cuestionada. Siempre será más barato “prevenir que remediar”; sobre todo, cuando se trata de un sector tan vulnerable como el de turismo.

Mientras no se entienda que el futuro está en la industrialización, hay que cuidar con extremo celo la principal fuente de ingreso de moneda dura. Y pensar bien, desde ahora, cómo se desarrollará el cuarto polo ampliado (en el sur profundo), frontera libre con Haití, un país donde el orden se marchó de vacaciones y las mafias internacionales  impusieron su reino.