La vejez insulsa, sin experiencias positivas acumuladas, es distintiva en los partidos políticos dominicanos. Si se observa la dirigencia de la mayoría de las organizaciones políticas, se verá que la juventud brilla por su ausencia. Es tradición en el Partido de la Liberación Dominicana exagerar los factores negativos, de ahí que su mutación a la vejez iniciará muy temprano.

En efecto, el PLD es un partido que evaluado por los años que tiene de fundado, es relativamente joven. El nacimiento de la corporación púrpura data de diciembre de 1973. Es decir, que el partido morado cumple 45 años de su constitución legal en diciembre de 2018.

No obstante, que un partido sea joven o viejo lo indica la frescura de sus ideas y acciones sociopolíticas. Igual, por su experiencia en la administración del Estado y la gestión de la democracia interna. Es improcedente  determinar su madurez política en razón de los años que tiene de vida la organización.

En ese contexto, al evaluar en retrospectiva al PLD se dejan ver sus arrugas desde 15 años atrás. Es decir, que desde la adolescencia organizacional ya asomaba el apresuramiento de su senectud.

¿Cuáles son los factores que influyen en el proceso de deterioro estrepitoso del peledeismo?

Las razones que dieron pie al ascenso del PLD al Poder político de la nación, son paradójicamente, las mismas que lo empujan al abismo. Estos factores pueden ser tantos como le parezca a cada observador, yo por mi parte, resaltaré seis de las que creo son las principales. Veamos.

Primero: un liderazgo joven. Luego de las elecciones de 1990, en el PLD se produjo una ola ascendente, muchos de sus líderes de base destacaron en posiciones municipales y congresuales. En su mayoría, esos líderes con ideas frescas, pasaron a ser dirigentes nacionales, pero se acostumbraron con facilidad a los beneficios superfluos del poder. 

Segundo: el abandono del pensamiento de Juan Bosch. Concitar el apoyo de los poderes fácticos nacionales, implicó tirar a Bosch al zafacón. Esta fue la condición de Balaguer para encaminar los morados en su carrera hacia la silla de alfileres. Arrinconar la ética boschista en materia política y administrativa, trajo aparejada la adopción de la práctica política balaguerista. El partido de la estrella amarilla se aferró con tanto ahínco al pragmatismo de Joaquín Balaguer que a la postre, superó de manera desmedida al maestro. Incluso,  lo que hoy existe como PLD, es en sí, el original Partido Reformista de Joaquín Balaguer.

Tercero: el ascenso al poder político del país.  Ahora, cuando se tipifica el ascenso al poder político como uno de los elementos que envejece el PLD, me refiero a la forma como se produjo ése ascenso. Llegar al poder al precio que sea es poco aconsejable. El PLD no entendió que no siempre “el fin justifica los medios”. Esta ignorancia, a la corta o a la larga, terminó malogrando la moral y la ética entre ellos.

Cuarto: dilatada experiencia de gobierno. En la discursiva política se dice con frecuencia que el poder desgasta. Siendo así, el PLD en el 2020 cumplirá 20 años gobernando. “Veinte años no es nada”, decía Gardel y tenía razón. Ahora, cuando se administra antojadizamente cientos de miles de millones de dólares, un año es suficiente para corromper hasta el tuétano al más serio.

Quinto: abandono del sistema de educación política interno. La educación interna en el PLD, al tiempo que propició una formación política coherente, sirvió para depurar a los aspirantes a miembros del partido. De modo, que abandonar la educación facilitó, no solo la entrada sin control, sino también la proliferación de la corrupción administrativa en todos los niveles.

Sexto: existe una dirección sedentaria, inamovible. Los principales dirigentes del PLD datan en sus puestos desde la misma fundación del partido. El Comité Central, de poco más de 20 integrantes, hoy supera los 600 miembros. Y seguirá aumentando en razón de que entren otros sin que salgan los ancianos. 

En consecuencia, el partido morado se acostumbró a la dictadura disfrazada  y cayó en su propia trampa. El PLD se auto sedujo por la más antigua de las dictaduras, misma que al decir de  Alberto Cortes es “La vejez, la más vieja de las dictaduras”.