El día en que mi hermana mayor fue jubilada de maestra, contra su voluntad a los 59 años (por antigüedad en el servicio); yo no entendía que estuviese tan triste, hasta que comenzó su odisea. A la disminución de ingresos (en el caso del magisterio una parte del salario son incentivos, lo que significa que no son considerados a la hora de calcular la pensión), le acompañan otras dificultades, dentro de las cuales, una de gran impacto, es que les obligan a cambiar de prestadora de servicios de salud.
La Ley 87-2001 establece en el artículo 120, entre otros asuntos, que el Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDSS) garantizará la libre elección familiar de la Administradora de Riesgos de Salud (ARS), del Seguro Nacional de Salud (SNS) de su preferencia, en las condiciones y modalidades que se definen en la misma, y en sus normas complementarias, y que el afiliado (imagino que también la afiliada) quedará en libertad para hacerlo, cumplidas unas condiciones iniciales (condiciones ya superadas por plazos temporales). El artículo 123, especifica que entre los beneficiarios del régimen contributivo en el seguro familiar de salud están las personas pensionadas de este régimen, independientemente de su edad y estado de salud.
A pesar de lo contenido en esas disposiciones, en el caso de maestras y maestros que habían escogido a otra prestadora de servicios de salud, todo les cambia luego de la pensión. Mi hermana estaba afiliada a SENASA y transcurridos 60 días le quitaron la cobertura de seguro médico y simplemente le informaron que como pensionada “le toca” afiliarse al SEMMA, con todas sus consecuencias.
Otro caso, una amiga jubilada del ámbito privado, al hacer las averiguaciones con su AFP, pudo comprobar que la misma estaba en la mejor disposición de timarla. Ella tiene la SUERTE de que la AFP debe devolverle sus fondos, si así ella lo decidiese. Lo que parecía una desventaja, para las personas que por edad no podían cumplir la cantidad de cuotas requeridas; desnudada la realidad de este negocio, se convirtió en una gran ventaja.
Me explico, mi amiga tiene alrededor de cinco millones de pesos en su fondo, si los deja en la AFP, se los distribuirán en cuotas mensuales que no llegan ni a un 20% de lo que era su salario. Y si vive mucho, cuando se acabe el dinero (por el cual le cobran altos porcentajes por administrárselos) se queda “tragando aire”, o sea, deja de percibir la pensión. Por eso, ella decidió retirar todo su dinero, a pesar de que le descuentan una tajada considerable. Si, de ese dinero que ella ahorró de forma obligatoria por ley para su vejez, que la AFP por administrarlo cobra un porcentaje altísimo, y que si estuviesen en el banco le redituara beneficios, la AFP vuelve a cobrarle por la entrega.
Pero, volvamos a que ella toma responsabilidad por su pensión en lugar de dejarlo en la AFP, les cuento que decidió colocarlos en un fondo de inversión, y, le pagaran un interés mensual mayor a la "pensión" que le entregaría la AFP y el dinero sigue siendo de ella. Así que no corre el riesgo de vivir más tiempo que el período de cuotas.
Confieso que si hay algo para lo que soy torpe es para entender de capitales e inversiones. Pero, no hay que ser “genia de la Nasa” para entender que la opción que brinda la AFP es algo perjudicial a los intereses de quien tiene su dinero ahorrado. Esta Ley debe ser modificada para que realmente beneficie a quienes aportan el dinero, que somos las personas empleadas, y no solamente a quienes administran los fondos.
Estoy sumamente apenada de ser del grupo que entró a este sistema de la seguridad social con la edad suficiente para la “pensión” obligatoria. Quisiera tener la opción de que sin que una AFP se quede con la mayor parte de mi dinero, me sea devuelto, y yo poder pedirle a ARGENTARIUM que me oriente sobre las empresas A+ y poner a buen recaudo mis fondos. La desprotección al envejecer, al jubilarse y al recibir la pensión, a pesar de contar con un sistema regulado, nos grita que hay un despropósito de la gestión pública, de la que se benefician algunos sectores privados. Altos márgenes de ganancia para las empresas y poquísimos beneficios para quienes ponemos el dinero, lo demuestran.
Dice Joan Manuel Serrat en una canción: “Si se llevasen el miedo, y nos dejasen lo bailado para enfrentar el presente… Si se llegase entrenado y con ánimo suficiente… Y después de darlo todo -en justa correspondencia- todo estuviese pagado y el carné de jubilado abriese todas las puertas… Quizá llegar a viejo Sería más llevadero, Más confortable, Más duradero… Quizá llegar a viejo Sería más razonable, más apacible, más transitable. ¡Ay, si la veteranía fuese un grado…! Si no se llegase huérfano a ese trago… Si tuviese más ventajas y menos inconvenientes… En lugar de arrinconarlos en la historia, convertidos en fantasmas con memoria… Si no estuviese tan oscuro a la vuelta de la esquina… O simplemente si todos entendiésemos que todos llevamos un viejo encima”.
Cuantas verdades cantadas y seguimos en lo mismo. Percibo que la mayoría de quienes dirigen instituciones conocen el problema. Creo que, en lugar de construir soluciones colectivas, buscan resolver su situación particular creándose un fondo individual que les permita esa dignidad que debería ser colectiva.
Definitivamente, hay que hacer algo; esto así no puede seguir. No tengo conocimiento de los aspectos técnicos del problema, pero tengo mucha gente alrededor padeciéndolo. Es necesario que nos hagamos cargo de tan terrible afectación que nos arroja un sistema y una ley tan injusta. Exijamos su transformación. Que nuestro dinero deje de ser la vía para que la brecha entre personas ricas y pobres se acreciente. Es una ironía inmensa que sigan creciendo sus riquezas en base a nuestro "ahorro" obligatorio. Al final si nuestra estancia en la vida se prolonga, llegaremos a ese estadio y no quiero llegar con miedo. Aspiro a que sea en condiciones de dignidad y seguridad de forma colectiva. ¿Y usted?