Se espera que las votaciones abran de manera temprana. No sería fácil que tardaran mucho, con lo que esto representa para el nerviosismo. Está claro que la gente saldrá a votar de manera masiva. Aun no se han dado números de lo que se espera, pero los analistas admiten que habrá más gente que en los últimos eventos.

Algunos piensan que las votaciones aumentarán de manera estratosférica. Argumentan que los movimientos sociales terminaron por exponer a la gente a un intenso proceso de politización. Los congregados en la plaza de la bandera eran un símbolo, y los cacerolazos perviven en la memoria de los ciudadanos. No habría pretexto para no votar este 15 de marzo, el domingo.

La gente esperaría manifestarse de una manera más profusa que en las primarias de los partidos y que el 16 de febrero. No puede negarse el descontento popular, pero otros argumentan que todo está normal. Como dije anteriormente, no serán necesarios los chupis para llegar temprano a la fila. Aunque algunos pudieran decir que no, el proceso en la fila es entretenido.

Hace más de veinte años, se daba un fenómeno electoral en la República Dominicana. Las boletas eran separadas; se le entregaban varias boletas de los partidos a los votantes. Estos tenían que seleccionar las boletas e introducirlas en un sobre que luego era depositado en la urna. Eso permitía que individuos “arretaos” pudieran entregar en el partido las boletas que quedaban como testimonio de que el voto había sido hecho por el candidato de la boleta que faltaba. Era, sin lugar a dudas, un caso de fraude electoral. Una modalidad reciente de fraude se verifica en la mesa con los delegados: se coloca un palito a un número 500 –digamos–, y tienes 1500 votos. Solo nos falta mencionar la compra de cédulas, llevada a cabo por un “soberbio tigueraje”.

Esa creatividad es muy dominicana, y no creemos que los observadores electorales de la OEA, estén entrenados en este método. Aparte de que esos observadores, no son del tipo de observador que está en una mesa: pudieras decir que son observadores “boyantes”, es decir por todo lo alto, aunque esto no quiere decir que no se “emburujen” con el proceso de manera monda y lironda. Están entrenados en la observación electoral en países muy difíciles.

La gente se pregunta a qué hora empezarán las votaciones. Puede darse el caso de que empiecen muy tarde con lo que esto conlleva desde el punto de vista del nerviosismo de la población votante. Hubo momentos electorales en que se retrasaban y nadie sabía por qué: no era por falta de marcadores. Y la urna estaba ahí: no era invisible, al igual que la tinta indeleble comprada con mucho esfuerzo. Tampoco se insinúa aquí que el retraso en las votaciones fuera algo indicado para accidentar el proceso democrático, pero la gente está vigilante. Mirando esta realidad con nuevas gafas, más poderosas que las otras.

Otra modalidad de fraude podría argumentarse pero es más delicada en la verdad y más riesgosa en lo político. Esta nos dice que podrían haber sacado gente del padrón, con lo que la gente, al ir a votar, no estuviera en la lista y tuviera que irse para su casa “con el moño hecho”. Una modalidad tremebunda, que parece ser que pertenece a la historia electoral. Entonces, qué hago: revivo fantasmas de otra era? Mero cuidado y observación para que no nos cuenten el cuento de Las mil y una noches o nos atrapen “friendo batatas”.

No ha sido muy publicitada una encuesta a boca de urna que siempre se hacía. Se detenía al votante después de la votación para saber a quién había favorecido. Esos resultados son cruciales, pero no sabemos si la Junta ha dicho que no sean publicados. Tenemos que darnos cuenta que se trata de un proceso municipal, y que estas no son elecciones generales. Esto no quiere decir que no tengan el mismo nivel de importancia desde el punto de vista de la democracia.

La gente está entrenada en defenderse y volvemos a hablar de las manifestaciones públicas. Algunos han querido tacharlas de muchachos influenciados por padres de determinadas tendencias políticas, pero lo cierto es que las protestas fueron de público diverso y a nivel nacional. El móvil que las impulsaba era entendible desde el punto de vista sociopolítico.

Podría decirse que el sometimiento a un fraude era lo que querían evitar los jueces de la Junta. Por eso –argumentan algunos–, se suspendieron, pero la gente está de mirar ahora todo el proceso y darse cuenta de que este 15 de marzo no podría haber fallos. Poniendo un poco en práctica un escenario argumental, podría decirse que los resultados de un problema electoral mayúsculo, conducirían sin lugar a dudas a un problema social de proporciones astronómicas.

Alguien diría que las denuncias que se tengan que hacer deben estar hechas en los mecanismos correspondientes. En el mundo de lo político, muchos se han dado ganadores, pero es obvio que las encuestas marcan una tendencia. Esto no quiere decir que la población –por saber que ganará–, deba quedarse en sus casas. Ya para media mañana, se espera la clásica noticia de la votación de figuras connotadas. En la medida en que avanza el día, se espera que todo marche de manera regular, puesto que ya no estamos en épocas de la montonera, y aunque el proceso fue traumático la gente se ha sobrepuesto y espera unas elecciones normales. Se espera también que los resultados fluyan de manera diáfana y ya para las 9 de la noche la ciudadanía conozca quien ganó en las diferentes demarcaciones. No obstante, el presidente de la Junta dice que los resultados no serán rápidos. Eso no es algo que alegre a la gente. 

Los partidos son conscientes del rol que deben jugar. Sin embargo, no se le puede dejar todo a la Junta (JCE). En el ir y venir del proceso, se dieron cuenta los jueces del desbarajuste que se armó, algo que no debe repetirse por las consecuencias imprevisibles. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que siempre se denuncian irregularidades como ocurrió en Bolivia, o como ocurre en Haití cada vez que hay unas elecciones. Los votantes dominicanos están preparados; tienen el conocimiento básico del proceso, porque tampoco se puede decir que se ha entrenado a todo el mundo. Esperamos que sean unas elecciones libres, diáfanas, y pulcras. Por cierto, el mundo nos mira.