Una cuestión es la influencia que pueda o no tener la teoría crítica en el decurso del discurso -como recurso del curso- en la universidad dominicana y otra, distinta, la aplicación de la lógica académica como forma de resolver problemáticas, no solo para concretizar objetivos de funcionamiento institucional -propiciar la enseñanza superior especializada-, sino también para la concreción de fines organizacionales -conservar y propulsar el saber humano-.

La internalidad de los objetivos de enseñanza y la externalidad de los fines de aprendizaje siempre tendrán una relación directa, por un lado, con procesos cognoscitivos de transformación de datos en informaciones, y de estas en conocimientos, es decir en saberes especiales y específicos, y, por otro, con procesos cognitivos de invención de metodologías, metódicas, métodos y técnicas tanto para la resolución de problemáticas psicosociales como para la intervención de problemáticas socioeconómicas. Sin embargo, la integridad de la universidad, sea virtual o concreta, dependerá, en gran medida, de la manera en que ella misma logre articularse alrededor y dentro de paradigmas que incluyan a cada una de estas características requeridas por las ciencias puras y aplicadas.

En una universidad -autónoma o no-, independientemente de las posibilidades ideológicas que se formulen y desarrollen en su interior, se requerirá de una aproximación, eficiente y eficaz, a las teorías, métodos y técnicas que culminarán en la producción y aplicación de conocimientos, vayan a ser estos utilizados por sectores empresariales o por el propio Estado. Incluso, si esos conocimientos van a servir para mejorar la vida de habitantes de un pueblo o de una región o para la humanidad en sentido general, las limitantes y motivantes ni quedan reducidas a presupuestos y subvenciones ni proyectadas a reconocimientos ni remuneraciones.

Si partimos de la premisa fundamental del cognoscitivismo que plantea que la búsqueda natural o artificial de conocimientos es instintiva, entonces, la epistemología del conocimiento académico nos exige realizar una distinción general de esos mismos tipos de  conocimientos académicos: 1) los que se investigan y descubren (gnoseológicos), 2) los que se "deben" enseñar y cómo (metodológicos), 3) los que se enseñan y se aprenden para ser aplicados dentro -pero generalmente fuera- de la universidad (tecnológicos), y 4) los que no podrían aplicarse más allá de una situación determinada y de un contexto específico (técnicos).

¿Por qué? ¿Qué es lo que busca establecer la epistemología académica? La epistemología académica intenta sistematizar un conjunto de conocimientos que ya han sido investigados y descubiertos –y otros que faltan por serlo–, buscando por un lado actualizarlos, es decir, adaptarlos a la realidad en que se saben, y, por otro, aplicarlos a ciertas situaciones entendidas pero aún no comprendidas, o sea, propiciar el desarrollo de la ciencia en la consciencia que derivará en conducta objetiva, psicológica, la que crea y usa tecnologías, del tipo que sean, para resolver problemas y facilitar la vida.

El paradigma moderno en el que se basaba la enseñanza o aquel desde el cual las universidades egresaban profesionales calificados y cualificados para ejercer funciones indeterminadas, está siendo sustituido hoy por el de la producción de conocimientos universales con aplicaciones mundiales o globales o lo que es lo mismo, suplantado por la tecnología del saber migratorio (quienes migran, ya no son los hombres, sino que migran los conocimientos que estos llevan en sus cerebros para dominar las tecnologías y sus diversas aplicaciones). De hecho, las organizaciones de hoy, utilizan la titulación como un mecanismo de explotación y sometimiento y no para la validación de conocimientos empíricos, por más específicos que estos sean.

La administración de una organización empresarial dedicada a proveer bienes y servicios puede estar basada en teorías (métodos y técnicas) desarrolladas en los paradigmas que sustentan el capitalismo, porque responden a su lógica, a su estructura funcional desde el punto de vista de la producción y del consumo, pero la universidad, tal como la conocemos, como islote académico, no importa conocimientos sino que exporta saber. Esa es una contradicción muy marcada en la universidad dominicana. El abismo intelectual entre ingreso y egreso, en realidad, se cruza poniéndole encima un pliego de titulación. Por otro lado, la libertad de cátedra significa que el profesor o maestro puede hablar de lo que crea conveniente para que el sistema socioeconómico y cultural nacional e internacional funcione, porque es quien mejor lo comprende en su totalidad (siempre que se mantenga en el marco de referencia programático de la materia o asignatura de la que esté tratando).

Sin embargo, las cátedras dominicanas, en su gran mayoría, están limitadas a las estructuras programáticas impuestas por la cultura propensa al paradigma pro pensum en el que se concibe la realidad como un desarrollo de sucesos lineales, como si de una industria manufacturera se tratara, y no de procesos discontinuos reunidos y organizados sistemáticamente por la consciencia para dar cierto orden y sentido a la supervivencia y pervivencia, no ya de individuos, grupos y colectividades, como tampoco pueblos ni culturas, sino de la humanidad y de lo que se requiere para mantener viva y despierta la consciencia, que es, en definitiva, la que asegura un puesto privilegiado en la carrera por la conquista del universo.

La psicología, como ciencia, tiene la ventaja -y tal vez sea esa también su desventaja- de poder atender, entender y comprender al ser humano tanto en sus complicaciones individuales como en sus complejidades colectivas. Como ciencia, la psicología, pretende estudiar e investigar las condiciones variables que influyen en el desarrollo biológico, psíquico y social tanto de académicos -e intelectuales- como de personas con muy poca instrucción o ninguna. Por dos motivos y por una razón. Sus motivaciones estudian los procesos cognitivos (y cognoscitivos) en la toma de decisiones y la manera en que esas decisiones satisfacen necesidades precisamente identificadas en buena parte de ese proceso. Y la razón fundamental, si se acepta sin psicologismos, es que, la propia psicología, por ser la abuela de todas las ciencias, es la que abre la posibilidad al "metanálisis", a la crítica del pensamiento académico. Es decir, que la Psicología, como ciencia, es la que está llamada a estudiar a fondo la problemática que surge en la producción, reproducción y aplicación de conocimientos dentro y fuera de las universidades, y si dichos conocimientos están siendo beneficiosos para la concreción de los objetivos de la especie, –si  ya nos los hemos planteado o si ya nos los han notificados o si ya los hemos deducido o por lo menos intuido.

Sin embargo, la dialéctica en la Universidad Dominicana, por no confiar en la Psicología, ha dejado de confluir en una síntesis afectiva-cognitiva-conductual para pasar a ser la antítesis, no de lo que era, sino de lo que debería de ser.

El conocimiento universal, por excelencia, dentro de una cultura dada, es su lengua, su habla, su lenguaje, su idioma. Sin el uso correcto del idioma, la lengua se atrofia y el lenguaje se contrae, por tanto, el habla se vuelve, no incomprensible ni inaplicable para la vida cotidiana, pero sí deficiente para la vida académica. ¿Por qué? La conceptualización permite sintetizar conocimientos y cuando los estudiantes no entienden ni comprenden los conceptos, el profesor debe definirlos y muchas veces esquematizarlos, lo que se traduce, no en pérdida de tiempo, porque todo aprendizaje es una ganancia, pero sí en un desfase, en un desnivel, por lo menos en cuanto en tanto no sea posible la abstracción para la comprensión de ciertos hechos y fenómenos. Esa universalidad del conocimiento no solo es apelable desde su aplicación en la concreción práctica de objetivos colectivos, también es necesaria en la identificación de objetivos subjetivos que se plantea la consciencia del individuo para lograr conjugar su psique, su personalidad con el espíritu de la época.

En conclusión. La universalidad del conocimiento en las universidades dominicanas debería ir aún más allá de lo que hoy se conoce como intercambio de relaciones académicas. La universalidad del conocimiento será alcanzable desde la apertura en las academias hacia nuevos modelos de investigación, no de programáticas internacionales, pues ya no se trata de consumir conocimientos, sino de la búsqueda de principios, de archés o arjés al estilo de los antiguos físicos griegos, porque todo lo que ha sido descubierto e inventado ha estado y está en todas partes, puesto que la realidad permanece, muy a pesar de su virtualización, “inconcretizable”. La universalidad del conocimiento implica una búsqueda que se inicia desde la consciencia en un sujeto que intenta individuarse para personalizarse y colectivizarse y es a lo que debe estimular el proceso de enseñanza-aprendizaje.