Tras desatendidas acusaciones de compra de votos, propaganda desmesurada y denuncias de intimidación y cancelación de empleados, las primarias del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) han terminado este 6 de octubre de 2019 con un empate técnico entre el candidato presidencial de la casa de gobierno, Gonzalo Castillo, y el presidente de la organización, Leonel Fernández. La diferencia ha sido de 1% a favor de Castillo (911,324 a 884,630), proclamado luego del rechazo del Tribunal Superior Electoral, este viernes 11 en la madrugada, a una demanda de los adversarios para frenar tal acción.   

Aunque en democracia, un voto más que el adversario sería suficiente para ganar unas elecciones, el resultado final de ahora y las características del proceso actual tensan hasta el extremo las cuerdas de la existencia del PLD y zarandean la credibilidad de la Junta Central Electoral, camino a las municipales y legislativas de febrero y las presidenciales de mayo de 2020. Un mar de denuncias ha inundado el ambiente.

Dos grandes bloques se enfrentarán (PLD y aliados y PRM y aliados), si no se concretizan los llamados mediáticos a formar un tercer gran frente que complicaría las probabilidades de victoria, al menos, en primera vuelta (50% más 1).

Tras la proclamación de Castillo, el PRM, el mayor de la oposición, se vería compelido a cambiar su tibieza enciclopédica que lo mantiene sin crecimiento notorio, por ataques sostenidos contra el Gobierno y la JCE, y, tal vez, a dar un giro de 360 grados en su actitud de connivencia conveniente para la rehabilitación del presidente Danilo Medina mediante una reforma constitucional.

¿QUIÉN ARBITRA?

La tozudez de la JCE y las mofas de su presidente frente a los reclamos del sector LF sobre transparencia en los procesos técnicos y compra de votos, han sido objeto de celebración como si fuesen ocurrencias de cumpleaños; no de las merecidas críticas en tanto tales desaguisados tendrían implicaciones negativas inmediatas en la estabilidad democrática.

La conveniencia ha llevado a la cúpula de la Iglesia Católica y los grandes empresarios al silencio cómplice o a expresiones abiertas de solidaridad con los titulares de la institución rectora de los comicios, mientras han exhibido indiferencia pasmosa ante la urgencia de entendimiento de un millón 795 mil 954 seres humanos, mayoría de la parte media y baja de la pirámide social, que dividieron sus simpatías entre GC y LF y ahora están en agria pugna, al tris de choques sangrientos.

La mayoría del Comité Político del PLD (funcionarios, activos e inactivos), que  se involucró hasta el tuétano con la precandidatura palaciega, ha seguido la misma corriente, al parecer, sobredimensionando sus capacidades, sin evaluar riesgos para la búsqueda de la unidad interna.

Con todo el poder económico y mediático a mano, el influyente organismo morado atacó sin piedad y sin descanso al expresidente y precandidato Fernández, atribuyéndole ambición desmedida, considerándole minoritario sin ninguna probabilidad de ganar, y negándole las  ejecutorias durante sus gobiernos (1996-2000/2004-2008/2008-2012), pese a que ellos fueron los funcionarios intocables. Entretanto, personajes beneficiarios del Estado motorizaron recurrentes campañas sucias de la que se han desligado los estrategas.

El candidato presidencial va ahora al ruedo con el PLD dividido por la mitad. De un lado, el presidente Danilo Medina; del otro, el expresidente y presidente del partido, Leonel Fernández. Dos fuerzas poderosas: una con el Palacio en sus manos; otra, subestimada, pero tan real como el aire que se respira.

Aun así, los ataques furibundos contra LF siguen en los medios. A los mercenarios del periodismo les importa un comino la paz en el partido fundado en 1973 por Juan Bosch, que creció a contracorriente de ellos mismos. Gane quien gane, buscarán ensanchar sus arcas apestosas. Unos del CP miran y sonríen. Error.

A la vista no hay un árbitro confiable que ayude al avenimiento. Podría ser el principio del fin del PLD, el partido que no es finca de los oportunistas. El PRM aplaude, era parte de su agenda. El presidente Medina tendría que bordar muy fino para lograr otra hazaña en 2020. La actual le ha resultado desgastante. ¿Posible?