La Universidad Autónoma de Santo Domingo ha concitado siempre la atención de la sociedad dominicana, sus problemas fueron siempre asumidos como parte de los problemas del pueblo dominicano: por su mística, compromiso y ser la única oportunidad donde se forman y hacen profesionales los pobres.
Hace pocos días un amigo que comparte espacio de información conmigo, al plantearle la necesidad de que en la UASD ojalá primase la sensatez y la conciencia para que germinare el entendimiento racional y el buen juicio de que esta institución es un patrimonio y el bien común más preciado del pueblo dominicano y, representa más que todo una obligación, no una propiedad, de los que allí resolvemos nuestras necesidades y cumplimos con el sagrado deber de realizar su misión, de cuidarla y preservarla.
Me expresó con más dolor que el que yo sentí, o, tal vez tan intenso como el que sintió en la Plaza Mayor del Cuzco el Inca Túpac Amaru cuando lo intentaron desmembrar a tiros de caballos, “ya a nadie le importa lo que hagan o no hagan en la UASD, la gente se está cansando de las cosas de la UASD”.
Este amigo me obligó a reflexionar con una mirada crítica hacia el corazón de la UASD de la siguiente manera: Con qué autoridad nos presentamos en las aulas a enseñar, evaluar y calificar asuntos sobre ciencias, resolución de conflictos, estudios sobre conducta, manejo y administración de las complejidades sociales, análisis y búsqueda de la verdad, diseño proactivo de proyectos, respuestas de contingencias, asistencia oportuna, manejo de riesgo y salvataje en época de crisis.
Con que candidez indicamos métodos a un estudiante de cómo lograr el éxito de un diseño, de una institución o de un proyecto.
Como nos atrevemos a hablar de pertinencia, compromiso y coherencia a la hora de tomar decisiones, si con nuestro manejo los docentes en esta y otras coyunturas no somos la mejor referencia modélica.
La UASD es presa en estos momentos de una suerte de absurdo, en la que al parecer nos aprestamos en franca alegoría a la ejecución de Túpac Amaru por parte del conquistador español en Perú, a agarrar cada uno una extremidad de la UASD y montamos en el caballo de la ira, el odio, sadismo e irracionalidad estirando y jalando en la dirección que se nos antoje y, no parar hasta desmembrar el cuerpo institucional, esto, si la fortalece de la academia no nos lo permite, tal cual sucedió con el Inca, entonces con furia demencial decapitamos la UASD con la Guadaña de Antiok para que no haya rumbo y colapse todo.
La cultura huelgaria es impropia en una academia, esta cultura que pretende apoderarse de la UASD es inaceptable como vía de alcanzar bienestar, es una visión cíclope que pretende ver en una sola dirección y ser la herramienta unilateral de los gremios en la UASD para defender intereses legítimos.
Reitero el planteamiento del anterior trabajo con la esperanza de que la sordera y la ciclopía no bloqué la razón: “El éxito de una huelga en una academia no beneficia a nadie, en cambio, nos daña a todos”, es una locura y un crimen contra la institución usar como única fórmula de solución la huelga.