“Los aficionados a la ópera saben que esta forma musical es un regalo compuesto, por decirlo de algún modo, de muchos regalos. Está la belleza de su música, la universalidad de sus temas, la poesía de sus textos, el colorido de su puesta en escena, la variedad de sus ambientes, la fuerza de su espectacularidad… Basándose en la historia, en las obras maestras de la literatura o en la vida misma, un compositor y un libretista componen un mundo musical para deleitarnos con nuestros propios sentimientos y enseñarnos más sobre nuestra propia naturaleza. Eso es lo que permite que obras tan antiguas y conocidas llenen cotidianamente los teatros a rebosar como si se tratara del día de su estreno mundial”

El párrafo que acabo de citar fue escrito por el tenor José Carreras y lo traigo a colación intentando motivar, a quienes no han ido nunca a una ópera, a que aprovechen la oportunidad de asistir a la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito al montaje de “La Traviata” que presentarán en abril Fidel López (producción y escenografía), José Antonio Molina (dirección musical), Eduardo Villanueva (dirección escénica), con un elenco encabezado por Nathalie Peña Comas.

Nathalie Peña Comas

“La Traviata” es una ópera de Giuseppe Verdi, con libreto de Francesco María Piave basado en la novela y la obra de teatro “La Dama de las Camelias” de Alejandro Dumas hijo, quien se inspiró en la vida de una cortesana de la que fue amante, Marie Duplessis, llamada en la novela Margarita Gautier y en la ópera Violeta Valery.

Estrenada en el teatro La Fenice, de Venecia, el 6 de marzo de 1853 (hoy se cumplen 166 años), los comentarios de la prensa “fueron fulminantes desde el punto de vista de la “moralidad”: “tema podrido”, “presentación pública de la prostitución”, “relato imposible de presentar musicalmente”, “exhibición de poco gusto de la prostitución sobre el escenario”. Estos y otros epítetos fueron los lanzados a esta ópera, la ópera más presentada si exceptuamos Aida, del mismo compositor, desde esa época ya lejana”, según escribió en 1998 el Dr. Arnoldo Stern en uno de los artículos en su columna sabatina que publicó, entre 1991 y 2006, en el periódico La Información, que fueron compilados y editados por el Dr. Piero Espinal Estévez en el libro del mismo título de la columna: “De músicos… al azar” (Editorial Letra Gráfica, 2010).

El Dr. Stern elogia a “La Traviata” como una ópera “bellísima” y “maravillosa”, y señala que su música “conserva toda su frescura inicial. Sus presentaciones por todo el mundo son prueba de la actualidad de esta ópera. Desde el brindis inicial, un bellísimo dúo, hasta la trágica muerte de la protagonista al final de la ópera, la maravillosa música nos envuelve y deleita. La gloriosa voz humana nos reafirma una y otra vez la gloria de la creación”.      

Muchos cinéfilos recuerdan que “La Traviata” es la ópera a la que Richard Gere lleva a Julia Roberts (quien no había ido nunca a ninguna ópera) en una emotiva secuencia de la película “Pretty Woman” (Garry  Marshall, 1990) y es asistiendo a esa ópera en el Covent Garden de Londres que Jonathan Rhys Meyers y Emily Mortimer se conocen en la película “Match Point” (Woody Allen, 2005) y es la ópera que Isabel Esteban va a ver en The Metropolitan Opera House de Nueva York en un comercial que formó parte de una campaña publicitaria del Club Premium del Banco Popular en 2017.

Parientes y amigos míos mayores que yo recuerdan haber visto por televisión “La Traviata” cuando fue transmitida en vivo por el canal 4 en ocasión de una Semana Aniversaria de La Voz Dominicana, el 1ro. de agosto de 1957, con las actuaciones de Violeta Stephen, Rafael Sánchez Cestero, Tony Curiel, Armando Recio, Elenita Santos, Joseíto Mateo, Luis Vásquez, Reynaldo Hidalgo, Ana Beatriz Beato, Constantino Castillo y otros; producción y dirección escénica de Pedro René Contín Aybar; dirección musical de Vito Castorina; dirección técnica de Freddy Miller.

Al respecto, según citan Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón en la página 407 de su libro “Vida Musical en Santo Domingo (1940-1965)” (Colección Banreservas, 1998), escribió Rafael Lara Cintrón: “Los intérpretes mantuvieron en todo momento la atención del público televidente, tanto por la calidad de las voces, de grandes posibilidades artísticas, como por el bien cuidado movimiento escénico y la fiel interpretación dramática” (El Caribe, 2 de agosto de 1957).

La sinopsis de “La Traviata”, tal como está contenida en la página web de The Metropolitan Opera House, es la siguiente:

El Hombrecito en Casa de Teatro.

PRIMER ACTO:

Violetta Valéry sabe que va a morir pronto, consumida por su agitada vida de cortesana. En una fiesta, le presentan a Alfredo Germont, quien hace tiempo la admira. Se comenta que él se informa a diario sobre el estado de salud de Violeta. A los invitados les divierte tal actitud, aparentemente ingenua y emotiva, y le piden a Alfredo que haga un brindis. Él brinda por el amor verdadero y Violetta responde alabando la libertad del amor (Ensamble: "“Libiamo ne’ lieti calici”). La honestidad y la candidez de Alfredo la emocionan. De repente, se siente débil y los invitados se retiran. Sólo Alfredo se queda con ella y le declara su amor (Dúo: "Un dì felice"). Violeta le responde que no hay lugar para tales sentimientos en su vida, pero le da una camelia, pidiéndole que regrese cuando la flor se marchite. Él entiende que la verá al día siguiente. A solas, Violetta se siente afligida por sus emociones en conflicto— no quiere abandonar su estilo de vida, pero al mismo tiempo siente que Alfredo ha despertado su deseo de ser amada verdaderamente (“Ah, fors’è lui… Sempre libera”).

SEGUNDO ACTO:

Violetta ha escogido vivir con Alfredo, y juntos disfrutan de su amor en el campo, lejos de la sociedad (“De 'miei bollenti spiriti”). Cuando Alfredo descubre que eso sólo es posible porque Violetta ha puesto sus propiedades a la venta, inmediatamente se va a París para conseguir dinero. Violetta ha recibido una invitación para un baile de máscaras, pero ya no le interesan tales distracciones. En ausencia de Alfredo, su padre, Giorgio Germont, visita a Violetta. Le exige que se separe de su hijo porque la relación amenaza la inminente boda de su hija (Dúo: “Pura siccome un angelo”). Pero al transcurrir la conversación, Germont percibe que Violetta no está detrás del dinero de su hijo, y que ella es una mujer que ama desinteresadamente. Él apela a la generosidad de espíritu de Violetta y le explica que, desde el punto de vista burgués, su relación con Alfredo no tiene futuro. Violetta acaba cediendo y acepta abandonar a Alfredo para siempre. Solamente después de su muerte deberá él enterarse de porqué ella volvió a su vida pasada. Ella acepta la invitación para el baile y escribe una carta de despedida para su amante. Alfredo vuelve y, mientras está leyendo la carta, su padre llega para consolarlo (“Di Provenza”). Pero los recuerdos de un hogar y una familia feliz no impiden que un Alfredo furioso y celoso desee venganza por la aparente traición de Violetta.

En el baile de máscaras, corre la noticia de la separación de Violetta y Alfredo. Hay bailes grotescos y de mal gusto, ridiculizando al amante engañado. Mientras tanto, llegan Violetta y su nuevo amante, el Barón Douphol. Alfredo y el barón disputan en la mesa de juego y Alfredo gana una fortuna: suerte en el juego, infortunio en el amor. Cuando todos parten, Alfredo confronta a Violetta, quien afirma estar verdaderamente enamorada del Barón. Encolerizado, Alfredo pide que los invitados sean sus testigos y declara que no le debe nada a Violetta. Le arroja el dinero que ha ganado. Giorgio Germont, al presenciar la escena, reprende a su hijo por su comportamiento. El barón desafía a su rival a un duelo.

En el baile de máscaras, corre la noticia de la separación de Violetta y Alfredo. Hay bailes grotescos y de mal gusto, ridiculizando al amante engañado. Mientras tanto, llegan Violetta y su nuevo amante, el Barón Douphol. Alfredo y el barón disputan en la mesa de juego y Alfredo gana una fortuna: suerte en el juego, infortunio en el amor. Cuando todos parten, Alfredo confronta a Violetta, quien afirma estar verdaderamente enamorada del Barón. Encolerizado, Alfredo pide que los invitados sean sus testigos y declara que no le debe nada a Violetta. Le arroja el dinero que ha ganado. Giorgio Germont, al presenciar la escena, reprende a su hijo por su comportamiento. El barón desafía a su rival a un duelo.

Jazz en Acrópolis

TERCER ACTO:

Violetta está muriendo. El último amigo que le queda, el doctor Grenvil, sabe que sólo le quedan unas pocas horas de vida. El padre de Alfredo le ha escrito a Violetta informándole que su hijo no fue herido en el duelo. Lleno de remordimiento, le ha contado a Alfredo sobre el sacrificio de Violetta. Alfredo quiere reunirse con ella lo antes posible. Violetta tiene miedo de que él llegue demasiado tarde (“Addio, del passato”). Afuera, se oyen sones de celebraciones desenfrenadas, mientras Violetta agoniza. Finalmente llega Alfredo y el reencuentro llena a Violetta de una euforia final (Dúo: “Parigi, o cara”). Retornan su energía y su exuberante alegría de vivir. Tanto la tristeza como el sufrimiento parecen haber desaparecido, una última ilusión antes de la llegada de la muerte.

Dejando a La Traviata y pasando a El Hombrecito, mañana jueves 7 a las 9:00 p.m. en Casa de Teatro será el lanzamiento de su tercer álbum, “Fin de la transmisión”. Para esta ocasión, El Hombrecito (que integran los poetas Homero Pumarol y Frank Báez, y los músicos Ángel Rosario, Fernando Soriano y Marino Peña) ofrecerá un concierto titulado “Radioteatro”, en el que se recrearán las clásicas transmisiones de radio en vivo, en procura de escenificar el concepto de su nuevo álbum y la investigación sobre la radio dominicana que el colectivo llevó a cabo en los últimos tres años.

Esto promete ser un evento único e irrepetible, de acuerdo a sus organizadores, y contará con la participación de varios de los músicos que colaboraron en el álbum y de un despliegue escénico poderoso mezclando comerciales, jingles, fantasmales voces de locutores y figuras representativas de la radio dominicana.

El Hombrecito (que ya lleva seis años produciendo “La Nochebuena de El Hombrecito”, que se ha convertido en un festival icónico de la música alternativa dominicana en la temporada navideña) ha sido considerado como el primer exponente del género spoken word o “arte de la palabra hablada” en el país, y que “en el caso particular de estos artistas, han sabido vincular la tradición poética con el lenguaje musical dominicano y universal, creando así piezas cargadas de narrativa, de intenciones deconstructivistas y con distintas sazones musicales”, como señala la nota de prensa enviada a los medios.

Finalmente, con el cuarteto de Ernesto Núñez arranca hoy miércoles en el atrio de Acrópolis la nueva temporada de Jazz Nights at Acrópolis, con un grupo de jazz diferente cada miércoles, de acuerdo a la siguiente programación:

Miércoles 6:  Ernesto Núñez Quartet: Ernesto Núñez en trompeta y flugle horn, Corey Allen en piano, Pengbian Sang en bajo y Guy Frómeta en batería.

Miércoles 13: 4inTune: Cindy Rocha en voz, Álvaro Dinzey en piano y voz, Gelson Sheppard en saxofón y Joel Ramírez en percusión.

Miércoles 20: Ensembles de la Escuela de Música de la UNPHU. En esta ocasión serán presentados dos diferentes agrupaciones de estudiantes bajo la dirección y supervisión de sus profesores, con sus repertorios de piezas en originales arreglos en el cual cada miembro mostrará el nivel de competencia que ha adquirido en la institución: el Ensemble de Jazz Fusión, dirigido por Gustavo Rodríguez; y el Ensemble de Métricas Irregulares, dirigido por Hussein Velaides.

Miércoles 27: Joel Rosario Quintet: Joel Rosario en el saxofón, Álvaro Dinzey en el piano, Ezequiel Francisco en la batería, Daroll Méndez en el bajo y Juan De La Cruz (Chocolate) en percusión.