Si consideramos, los recientes acontecimientos que discriminan a las mujeres (pobres), como son la aprobación del código penal en el senado, sin tomar en consideración las tres causales para un aborto que garantice la vida de la madre, los abusos de poder en contra de la parturienta de origen Haitiano  y, la insólita declaración del “jefe” de la policía sobre la madre soltera, nos damos cuenta de la persistencia de una cultura machista, autoritaria y conservadora en la sociedad dominicana que se relaciona de manera conflictiva con los cambios institucionales y la creciente transformación de la mujer dominicana.

Durante las últimas décadas, la sociedad dominicana ha experimentado un proceso de modernización, de cambios institucionales que, de una forma u otra, están haciendo posible el aumento de la participación de las mujeres y la transformación de sus roles tradicionales. En ese sentido, la mujer dominicana, ha pasado de los roles tradicionales de madre y esposa, a ser también trabajadora remunerada, política y, profesional. Se han visto obligadas a enfrentar nuevos retos, sacrificios y asumir mayores responsabilidades, han tenidos que salir de la casa y trabajar, estudiar, emigrar y, hacerse cargo de los hijos, en las mayorías de los casos, sin el respaldo del padre o el Estado.

En el marco de las precariedades; bajos salarios, inflación  y, desigualdades económicas que ha producido la implementación del modelo económico neoliberal, las mujeres se han visto interpelada a salir del hogar e  incursionar en el trabajo remunerado y el mercado informal. A pesar que, la pandemia afectó mayormente el empleo femenino, el boletín bimestral, mayo – julio 2021 de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), registra que para el año 2020, la participación de las mujeres era de un 39.9%, lo que equivale a 1, 759,754 de mujeres que participan del trabajo formal remunerado (https://web.one.gob.do/media/coyuntura-laboral-en-rd-empleo).

Por otro lado, la tasa de participación de las mujeres en la educación superior,   es mayor que la de los hombres. Según los datos del informe “Diagnóstico de la Educación Superior en Iberoamérica 2019, de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), la República Dominicana es el país de Iberoamérica en el que hay una mayor participación de la mujer en los estudios superiores, con una tasa del 63,8 por ciento en relación con los hombres (https://oei.diagnostico-de-la-educacion-superior-en-iberoamerica-2019).

En el marco de las grandes precariedades en las que viven la gran parte de las mujeres dominicanas, se han visto obligada a emigrar para tratar de lograr mejores condiciones de vida para su familia. Según los datos de American Community  Survey 2017, la comunidad dominicana en Estados Unidos de emigrantes dominicanos es 1,119,530 y las mujeres representan el 55.5 de esta comunidad. Si tenemos en cuenta está representación de más del 55%, se hace evidente el significativo aporte económico de las mujeres en el exterior, a su familia y la economía dominicana a través de las remesas. (http://obmica.org/images/EDM_2018/2_la_emigracion_dominicana).

Frente al deterioro institucional que experimenta la familia dominicana; incremento del divorcio, la separación, falta de responsabilidad paterna, las mujeres se han hecho cargo de los hijos. Del 47.1 % de los hogares monoparentales en el país, la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar 2018), encontró que las mujeres jefas de hogares separadas de unión libre representan el  39.7%  (https://web.one.gob.do/encuestanacionaldehogaresdepropósitomúltiplesinformegeneral2018).

En el marco de este proceso de modernización neoliberal que experimenta la sociedad dominicana, las mujeres se han individualizado, han tenido que hacerse cargo de su propia vida, sin el apoyo de su pareja y las instituciones tradicionales. Son más libres, tienen mayor autonomía para tomar decisiones, pero son más vulnerables en términos socioeconómicos. Han incrementado sus posibilidades de desarrollo, están mejor educada, motivada y preparada para vivir su vida propia, pero también están más expuesta a caer en la pobreza y la exclusión social.

En años recientes, las mujeres dominicanas han desarrollado una notable participación en el mundo empresarial, en los medios de comunicación, en la política, en el campo social y cultural, aumentado su capacidad de asociación, organización, comunicación y movilización, haciendo posible que se reconozcan como sujeto de derecho.

En ese sentido, hay que reiterar que, a pesar del machismo, autoritarismo y conservadurismo prevaleciente en la cultura tradicional, las mujeres dominicanas se han transformado y están demostrando que son capaces de producir cambios trascendentales en la sociedad dominicana.