Anoche vencía el plazo constitucional en relación con la ley que declara parque nacional a Loma  Miranda. Cualquiera haya sido la decisión del presidente Medina, promulgándola o devolviéndola a las cámaras, el largo proceso de discusión fue toda una encerrona,  mayor que aquella que debió encarar en La Habana por el tema de la desnacionalización de hijos de haitianos ilegales en el país.

Yo escribí seis columnas e hice cuatro entregas especiales en mi programa Portada, por AMÉ, canal 47, para poner de resalto las implicaciones de una eventual aprobación de ese adefesio, por cuanto el lugar carece de méritos ambientales para ser declarada reserva natural, como había quedado demostrado por las advertencias de geólogos y expertos en la materia. La Academia de Ciencias, promovió una cruzada de tintes nacionalistas para impedir la explotación de la riqueza que allí existe y a ella se unieron grupos de ecologistas fundamentalistas y de la rancia izquierda, para hacer de ese proyecto una causa del más extremo nacionalismo. Las advertencias  empresariales sobre las graves derivaciones de esa ley, llegaron tardíamente a despecho de que el Presidente decidiera atenderlas anoche.

Los congresistas del oficialismo pusieron con esta ley al Presidente en una encrucijada, obligándole a decidir entre dos opciones con idénticas repercusiones negativas para su imagen, la del gobierno e incluso la de su partido. Las presiones a favor de la observación de la ley que arreciaron en la vecindad del vencimiento del plazo fueron tan pesadas  para el Ejecutivo como aquellas que por dos años llenaron las redes y los medios en demanda contraria. Si todas esas voces se hubieran escuchado antes y se  hubiera advertido a tiempo con claridad de la imposibilidad de hacer frente a las indemnizaciones se hubiera evitado la trampa en la que se encerró al jefe del Estado.