La destacada y talentosa escritora dominicana Rita Indiana, en un artículo publicado en el prestigioso periódico español El País, describe las supuestas razones de la “mala educación” en la República Dominicana. En este artículo ella se refiere al sistema escolar público del país, el cual considero (y en eso coincido con ella) tiene enormes deficiencias.

Este artículo no solo me sorprende por la manera tan simple con la que ella analiza en cuatro cortos párrafos el sistema educativo dominicano, sino que me asombra cómo plantea con tanta ligereza su argumento central de que la explicación de las deficiencias a nivel educativo en el país se debe al propósito de los gobiernos dominicanos de propiciar un “embrutecimiento sistemático de la población, sobre todo la que depende de la escuela pública”. De esa teoría se desprende que la estrategia educativa gubernamental no es más que llevar a los dominicanos a formar parte del desabrido pastel que comparte la pobreza y la delincuencia; razonamiento que podría ser atractivo para muchos pero que no ofrece una reflexión juiciosa sobre el sistema educativo y mucho menos aporta soluciones.

Es una pena que Rita Indiana no se detenga a pensar y profundizar en la diversidad y complejidad de factores que inciden en esta problemática . Más bien, ella atribuye esa mala educación de los dominicanos a una “conspiración” para evitar que la gente piense, reflexione y tenga capacidad analítica. El resultado de esta fabulosa maniobra de la clase política sería, según su deducción, incapacitar a la población de escasos recursos para que razonen y hagan juicios ponderados y reputados, como desacertadamente lo expresa en el último párrafo de su artículo: “Que nuestros “líderes” han patrocinado la sistematización de la ignorancia con una efectividad que exhiben exclusivamente para la trampa y el hurto, y que no hay casualidad en esa coincidencia, porque no hay crimen más grande contra el patrimonio de una nación que el que deja a sus hombres y mujeres sin capacidad de discernir”.

En su artículo ella hace una consideración respecto a aquellos estudiantes que son parte de una minoría y que tienen el privilegio de asistir a centros educativos privados, así como también de aquellos que por una u otra razón han salido del país y hoy son parte, como ella, de la diáspora. Ella entiende que estos sí han podido alcanzar niveles educativos superiores a aquellos que están en el esquema conspirativo que ella describe.

Si esa teoría conspirativa de la que habla Rita Indiana fuera una explicación legítima, entonces países como Estados Unidos, España y todos los que componen América Latina fueran cómplices y partícipes de esa mal tramada confabulación que premeditadamente dejaría a la población en el desconocimiento, la incultura y el atraso. ¿No sabe la autora que ni siquiera Estados Unidos ha podido resolver plenamente ese problema tan delicado y espinoso como el de la educación primaria y secundaria a nivel público? ¿No sabe la autora que la población negra e hispana es la que peor educación recibe en Estados Unidos? ¿No sabe ella que un alto porcentaje de las escuelas públicas estadounidenses es de mediocre calidad y que en muchas de ellas se están “formando” estudiantes dominicanos? ¿No sabe la autora que muchos estudiantes de esas escuelas tienen que pasar diariamente por detectores de metales debido al estrecho vínculo que tienen los jóvenes con la violencia en Estados Unidos? ¿No sabe la autora que un alto porcentaje de esos estudiantes no recibe incentivos para continuar una educación universitaria? Parecería que también la clase gobernante en Estados Unidos ha puesto en práctica toda una conspiración para mantener a esos estudiantes poco privilegiados en el oscurantismo y la ignorancia.

Las mismas deficiencias puede decirse de países como España, que tiene la tasa de abandono escolar más alto de la Unión Europea y donde el 45 % de estudiantes menores de 15 años han repetido cursos al menos una vez. Otro ejemplo de esto es Puerto Rico que en el año 2015 se situaba entre los diez países con peor ejecución en las pruebas de Ciencias y Matemáticas según el Informe Pisa; y correspondiente al mismo documento, el 50.4 % de los estudiantes de ese país no manifestaron competencia de habilidades en el área de lectura.

Lo dicho anteriormente muestra que las deficiencias del sistema pedagógico no son un asunto exclusivo de nuestro país, sino también una demostración de que muchos países, incluyendo algunos con altos niveles de desarrollo, no han podido dar con la solución para crear un sistema educativo eficiente en beneficio de la población más pobre y marginal. Así lo expresa en una entrevista para BBC Mundo el director de educación de la OCDE y coordinador de las pruebas PISA  Andreas Schleicher: "Creo que el gran desafío para América Latina es alejarse de un sistema enfocado en enseñanza de contenidos y se ponga el énfasis en que los estudiantes aprendan a pensar como un científico, como un matemático, un filósofo o un historiador".

Nadie puede negar que en la República Dominicana tenemos serios problemas en el sistema educativo, tanto público como privado. Las razones causantes de esas situaciones son múltiples, difíciles y complejas, pero nunca se le podría atribuir a argumentos tan simplistas y, por qué no, mezquinos como los que la autora señala en su artículo.

Hablar de que: “Los artífices de la conspiración lo tienen claro, sin educación no hay pensamiento crítico…” no es solo un desconocimiento de la realidad que afecta a toda una región, sino también una imposibilidad o incapacidad de ver las genuinas causas que han ocasionado nuestras fallas y sobre las cuales todos los países afectados están haciendo enormes esfuerzos para hacer los cambios que se requieren.

Yo soy esencialmente optimista. Aún así, no espero una solución inmediata a los problemas que enfrenta el sistema educativo en República Dominicana porque todo conlleva un proceso que hay que cumplir, retos que encarar y desafíos que abordar, ejemplo de ello sería procurar una mejor preparación de los docentes y una mayor rigurosidad en el sistema de admisión de los estudiantes de educación, además del rediseño de nuestro sistema, con un mejor enfoque, y que nos pueda colocar en posiciones más ventajosas en lo regional y mundial. De hecho, una de las prioridades de la presente administración en la República Dominicana ha sido la reforma de la educación pública.

Tengo la esperanza que algún día superaremos nuestras deficiencias educativas y fortaleceremos el nivel cultural de la sociedad dominicana.

Ver artículo de Rita Indiana en el periódico El País Semanal:  http://elpais.com/elpais/2015/03/23/eps/1427115935_376177.html