El día que la funcionaria dijo que "haría una fiesta" por cada persona que muriera por COVID-19 eso cayó tan mal en el pueblo dominicano provocándole indignación. Cayó peor que un balde de agua fría en medio de temperaturas altas de noticias sofocantes como la que vemos y oímos por los medios día tras día como estas por ejemplo: crisis haitiana en la frontera; incertidumbre ante la postergación de la reforma fiscal; delincuencia juvenil en las calles del país; aumento progresivo de los combustibles, de la tarifa eléctrica, los servicios tecnológicos y la canasta familiar; (…).
De repente sale una gobernadora donde la razón supone que en ella hay un refugio de comprensión ciudadana y no un atropello inusual, ni Trujillo se atrevió a vociferar públicamente un exabrupto como ese convirtiéndose el mismo día en tendencia en las redes sociales. Ciertamente al parecer, se le olvidó que en política no se dice lo que uno quiere sino lo que conviene decir; por lo tanto, hacer lo contrario no es prudencia. Bien dice Baltazar Gracián, ¨los ímpetus de las pasiones son los deslizadores de la cordura, y allí es el riesgo de perderse¨.
En consecuencia, el dirigente político, social, magisterial, deportivo, de salud o religioso que funge como funcionario público tiene que tomar en cuenta lo siguiente: el servidor público debe saber siempre que él o ella representan la imagen pura del Gobierno en el Estado. Y en virtud, dicho gobierno debe magnificar en todas sus manifestaciones a través de sus representantes públicos el apego a esas características que describe claramente la Constitución como lo es el respeto a la dignidad humana, principal fundamento que la consagra. También junto a otros principios como la solidaridad, el bienestar social, la paz, la convivencia fraternal entre otros.
A pesar de que [a ella] se le fue la lengua y muy probablemente la traicionó el subconsciente, estoy seguro que los samanenses y el resto de los dominicanos tenemos la capacidad de disentir, de tolerar y de perdonar; porque nuestro principal gentilicio es la resiliencia. Por eso, la razón nos conduce – a todos- hacia la sensatez y tolerancia. A sabiendas, el señor presidente Luis Abinader le salió al frente al infortunio destituyéndola en el acto.
Por ese motivo, [nosotros] vacunados o no -de ninguna manera- celebraríamos su estrepitosa caída. Entiéndase, no celebrar su ruina significa que estamos por encima del odio, la discriminación, la pobreza mental y de su propio enojo. Enojo que claramente riñe con la ideología del Gobierno y también de la gran mayoría de los servidores públicos que trabajan en el estado para un gobierno de rostro humano a favor de una sociedad que en su contexto es todavía vulnerable.
En mi caso, yo tengo aplicada tres tipos de vacuna (la primera y segunda dosis de Sinovac y la primera de Pfizer –y estoy esperando la cuarta, quinta, y todas las que sean necesarias); sin embargo, mi mamá es una señora con más de 70 años de edad y se resiste a ponérsela, por una sencilla razón: ¨ella dice es alérgica a la penicilina¨. Y lo peor de esto es que los médicos que ella ha consultado no le dicen ni una cosa ni la otra, se quedan callados porque todavía entre ellos mismos -la clase médica- existe profundas contradicciones con los problemas entre médico – paciente o morbilidad. Entonces, ante esta situación de COVID-19 que afecta al mundo, especialmente, por la escasa información a la que disponen las personas sobre la evolución de la enfermedad, se recomienda la prudencia.
Finalmente, desde mi punto de vista, la enseñanza es: hoy Elsa De León por falta de prudencia pierde –probablemente- el espacio más importante de un político: de estar con la gente, trabajar para la gente y vivir con la gente (sin importarle ya a muchos que de alguna manera había amado y trabajado intensamente por el bienestar de esas mismas gente). Pero, después del palo dado, en medio de la crisis, según la cultura China, se abre una nueva oportunidad de a hacer de nuevo la tarea y aprender de los errores. Pedir perdón a su pueblo y al país, es el camino correcto ya que los muertos ¨no vacunados¨ por COVID-19 no quieren venganza.