Recientemente se inauguró la exposición Tesoros del arte taíno en el Centro Cultural Eduardo León Jimenes  y se hizo notorio cómo en el diálogo de la misma con los públicos, se explora y pone en evidencia la presencia de lo taíno en la sociedad dominicana actual, a pesar del desconocimiento, el olvido y la desmemoria provocada.

Lo taíno es y ha sido más que una forma cultural o formas culturales que se desarrollaban en la isla de Santo Domingo a la llegada de los españoles, quienes por cierto quedaron sorprendidos con los niveles de su arte y de muchas otras expresiones culturales que les eran propias.

También el estudio más completo sobre lo taíno muestra que la tainidad era más que un bloque homogéneo, representado por un estilo particular y único en lo cultural, hoy se habla de distintas formas culturales que convivieron y compartieron estilos cerámicos y formas de vida con ciertas diferencias y particularidades de ahí la tainidad como categoría definitoria de un conjunto de formas y expresiones culturales que caracterizó la población aborigen de la isla a la llegada de los españoles.

Hoy esta herencia, este ancestro es minimizado por las corrientes defensoras de la africanía y la hispanidad que han sido las que se han batido en el escenario académico e ideológico, para defender espacios de dominios y cuotas de representación hereditarias de nuestra identidad.

Sin embargo, sin la apropiación del espacio hecha por los taínos, no es posible explicarnos, Esto así debido a que quienes definieron el territorio, su geografía física, sus recovecos naturales, su fauna y su flora, fueron ellos y solo a partir de lo que ellos levantaron como registro visual, experimental, vivencial, pudieron interiorizar el entorno natural y registrarlo en su interior para poderlo definir y conocer.

Si bien es una realidad la presencia sanguínea de los grupos arahuacos en nuestro país, su ausencia física es un tema de debate debido a que dejaron huellas, pero no presencia física. Esas huellas son parte de nuestro ser y su iconografía sigue en la mente de artesanos, artistas, y diseñadores como parte de un legado vigente y actual.

Es por eso el dominio que todavía tiene la toponimia taína entre nosotros pues, de un lugar se nombre, lo que los taínos le dieron por nombre. Quizás la descripción que hicieran los primeros diccionarios de americanismos o simples diccionarios castellanos, se encontraron con la realidad de definir dos veces una cosa, como la llamaban los aborígenes y como la podían describir o conocer los europeos, con sus nombres y referencias o significados propios.

Pero podemos seguir abundando en el hecho de que la alimentación por igual era dominio taíno, tanto para loa africanos, que provenían de lugares distantes y diferentes, como de los españoles. Lo mismo sucedía con el dominio de las propiedades de las plantas, entre los cales cuenta su poder curativo, alimentario, tóxico o de valor ritual.

Por ello, ha sido más fácil eliminar su población que extirpar del inconsciente nuestro, de nuestra memoria histórica, los referentes de la cultura taina por ellos se apropiaron del lugar y se adaptaron,  los grupos venidos posteriormente tuvieron que sumar conocimiento ya producido para poderse adaptar, lo cual permitió permanencia y pervivencia taína en las sociedades forjadas luego de su desaparición física.

Si bien la lengua se fue con ellos por ser ágrafa, lo material y lo mental, quedaron depositado como sedimento en la configuración del ser nacional. A ellos sumamos la gastronomía y sus influencias, la toponimia, la flora y la fauna nativa, las creencias, el arte, su imaginario sagrado desdoblado en un imaginario popular diverso u múltiple, así como, las formas de producción, de manejo de técnicas productivas, ajuares domésticos de uso corriente, leyendas, y otros componentes de la cultura dominicana que no pueden ser definidos al margen de la tainidad de la que han sido constructores de tejidos sociales y culturales junto a los demás ancestros. Es por eso que son ancestros, porque son parte integral de la dominicanidad.

Si bien es una realidad la presencia sanguínea de los grupos arahuacos en nuestro país, su ausencia física es un tema de debate debido a que dejaron huellas, pero no presencia física. Esas huellas son parte de nuestro ser y su iconografía sigue en la mente de artesanos, artistas, y diseñadores como parte de un legado vigente y actual.

Si bien la dominicanidad se apoya en su condición de pueblo afroamericano, la justicia social e histórico-cultural obliga a reconocer su presencia más allá de su recuerdo. La materialidad de la cultura taína es cotidiana, y por ello es parte de nosotros. Los gestos, la cadencia, la sonoridad, la musicalidad, la mentalidad y las formas de hacer son afroamericana. Lo afroamericano, n omite, no opaca y no contraviene lo aborigen. Afroamericano significa, conjunción, mestizaje, visión holística del ser que integra su totalidad en una.

Por eso, la exposición Tesoros del arte taíno, es uno de los esfuerzos de reencuentros con el pasado, y a la vez con un presente afectado por la desmemoria, que el recorrido de la exposición, explora, advierte y valora la fuerza vital de la tainidad en la cotidianidad del pueblo dominicano; lengua, religión, laborales de trabajo, técnicas de producción, gastronomía, artesanía, arte, arquitectura, y toponimia…sin la cual no existe la territorialidad sobre la cual se ha fundado la dominicanidad, si asumimos que la lengua es fundamental como vector de signos y significados.