A propósito de la selección del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) de cuatro nuevos jueces del Tribunal Constitucional, el 28 de diciembre de 2018 sostuve que dicha elección fue transparente, la mejor posible y con esta dicho órgano ganaba legitimidad.

Pero, luego de lo ocurrido el pasado lunes con el tristemente célebre papelazo del Procurador General de la República, en ocasión de la evaluación de los jueces de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), cuando, con caliesaje, exclusivo y excluyente, incluido, y “cartas” de denuncias anónimas a mano, difamó irresponsablemente, a la dignísima, experimentada y preclara magistrada Miriam Germán Brito, se pone en juego la credibilidad del Consejo.

Lo peor es que, a pesar de las vulgares violaciones de la ley del CNM y su reglamento ninguno de los consejeros puso freno a tan desbordado e injusto comportamiento.

Dicha conducta del Procurador es una especie de ajuste de cuentas y de desobediencia a los derechos de una magistrada considerada como el summus iudex y lo define como un infimus attornato y, lejos de disminuirla, ha elevado aún más a quien es la jueza por antonomasia.

El error es humano; pero cuando actúa con desconocimiento deliberado, con velada intención de hacer daño, por pura venganza y para impedir que la magistrada Germán siga en la SCJ, ignorando su función de garante de los derechos fundamentales, el Procurador cambió la reciente historia del CNM.

Solo la salida definitiva del Procurador de la Procuraduría General de la República y del CNM como la corrección del error, con la eliminación de lo leído por el Procurador durante la entrevista de evaluación de la respetada jueza y el envío al zafacón de las espurias denuncias aludidas, el CNM podría restablecer en parte la credibilidad que venía construyendo.

Con sus actuaciones contrarias a la Constitución, a la ley y al Reglamento y a sus funciones, el Procurador, Jean Alain Rodríguez, ha marcado su suerte. La repulsa ciudadana, por su incontinencia, imprudencia y abuso es la expresión del pueblo. De la correcta decisión del presidente Medina, nuestro representante legítimo, pende el desagravio debido a la magistrada Germán y la vital confiabilidad del CNM.