La llegada de inmigrantes venezolanos a República Dominicana es un acontecimiento relativamente reciente, si bien que los primeros contactos entre ambas geografías se remontan a la época precolombina, como ha demostrado la arqueología regional, al determinar posibles desplazamientos de   pobladores de las costas venezolanas y las islas caribeñas.

Es con el Descubrimiento y la colonización de estos territorios, cuando se establecen importantes relaciones entre la Capitanía General de Venezuela y la isla Española, desde donde salían las grandes expediciones  después del descubrimiento.

Los movimientos independentistas muestran que, las relaciones entre isla y continente tomaron fuerza, al punto que el propio Simón Bolívar llegó hasta Haití en busca de ayuda, desde donde salió con 24 haitianos que pelearon en las guerras de independencia. Del mismo modo el movimiento independista dominicano  llevó al prócer Juan Pablo Duarte hasta Venezuela, donde muere en 1876.

La república también generó cierta movilidad poblacional, bajo el gobierno de Cipriano Castro (1899-1908) y la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935), expulsando políticos y comerciantes que se establecieron en Santo Domingo de Guzmán. Mientras la creación del primer ingenio azucarero, The Venezuela Sugar Company, en 1922, junto al auge del petrolero, atrajeron algunos dominicanos que se insertaron en el mercado laboral.

Es durante el año 1930, cuando coinciden el ciclón San Zenón con los inicios de la dictadura de Rafael L. Trujillo, que algunas familias venezolanas arruinadas, salieron hacia Venezuela, junto a los primeros exiliados de la dictadura Trujillista- siendo la migración de esta primera década de la dictadura muy significativa para ambos pueblos. Figuras de renombre histórico llegaron a Venezuela y encontraron apoyo, surgiendo una primera generación de dominico-venezolanos, siendo el más querido de esos exiliados, el músico Billo Frómeta y el más destacado de los políticos, Juan Bosch.

Desde Venezuela, se gestaron conspiraciones contra el régimen, a lo que el dictador respondió con el atentado al presidente Rómulo Betancourt el 24 de junio del 1960 – estando los desplazamientos poblacionales entre ambos territorios determinados por eventos políticos, a lo que pone fin la caída del régimen, en 1961.

Otro tipo de intercambio surge con el otorgamiento de pasaportes: se desarrolla un flujo migratorio hacia EEUU y otros destinos entre ellos, Venezuela. Esta movilidad se intensifica con los eventos de Abril del 1965, con la llegada de 2 mil constitucionalistas a Venezuela. Es en la década de los setenta (1971-72), cuando se vislumbra la reelección de Joaquim Balaguer, que surge un flujo de motivaciones económicas e incertidumbre política en la población, que envía  cientos de dominicanos a Venezuela.

Ese flujo se caracterizó por ser masivo e ilegal, dadas las exigencias de visado: cientos de dominicanos de ambos sexos llegaron clandestinamente a través del tráfico humano de la frontera colombiana. Muchos fueron deportados, tratando de reingresar al territorio, perdieron la vida en el intento. En el mejor de los casos, fueron violados y agredidos, repitiendo la travesía  hasta lograr reingresar. Para entonces, se estiman unos 60 mil residentes dominicanos en Venezuela. Éste grupo lo conformaban artesanos, obreros, dedicándose muchos a trabajar por su cuenta. Las mujeres eran modistas, peluqueras, empleadas domesticas, o tenían negocios de comida, pero la gran mayoría se dedicaba a ejercer la prostitución – llegando a desplazar a la prostituta colombiana que tenía “el control del mercado”, como subraya la investigación “Migración Dominicana a Venezuela: 1977-78” (Amanda Castillo. Universidad Central de Venezuela. 1980, Caracas, Venezuela).

La población dominicana se localizaba esencialmente en Caracas, agrupándose en el casco central de la ciudad en el barrio La Pastora, que tenía además ciertas características arquitectónicas que permitían recrear la Zona Colonial dejada en RD. Para entonces, esta fue la movilidad más importante del Caribe insular.

De esta movilidad, han surgido varias de familias dominico-venezolanas que los hijos intentan reingresar a RD junto a miles de venezolanos que las condiciones políticas e humanitarias expulsan – siendo esta la mayor movilidad de venezolanos hacia fuera que se registra, ya que Venezuela siempre fue un polo de captación de flujos internacionales, hasta la llegada del chavismo.

El deterioro socio político en el vecino país han generado un éxodo de dimensiones dramáticas: olas de venezolanos llegan a diferentes puntos de la región y del mundo, y claro está, a RD. Siendo esta la primera vez en la historia de la movilidad entre ambos países, que RD recibe un flujo de venezolanos de tal magnitud, sin que las autoridades locales reaccionen. Unos 21 mil ya están solicitando regularización, y se registró en 2017 el ingreso de unos 167 mil turistas venezolanos.

Venezuela, desde su creación, había sido tierra de acogida, su población está conformada por diferentes grupos étnicos, en su primera fase con una mayoría de europeos (España, Italia, Portugal). Llegó a estimarse en 1978 a “4 millones de extranjeros”, declaraciones del Director de Extranjería de la época. En la segunda fase de los flujos, se integraron los exiliados que escapaban a las dictaduras del Sur – Chilenos, Argentinos e Uruguayos -, más el flujo permanente de colombianos (2 millones), llegó a anunciar la Extranjería, siendo el más destacado de esos emigrantes, Gabriel García Márquez, quien fuera “feliz e Indocumentado”, en la “sucursal del cielo”.

En Venezuela, los dominicanos fueron la población más numerosa procedente del Caribe insular, hasta el inicio del chavismo, que trajo los cubanos, últimos en llegar: unos 30 mil residen en el país, junto a emigrantes de origen árabe y chino, de los que se desconoce el número. En paralelo, los venezolanos empezaron a desplazarse por el mundo de manera dramática – siendo Colombia, Argentina, Brasil y Ecuador los nuevos polos de captación de la región, calculándose en 4 millones los venezolanos que han salido ya de su país. Una gran mayoría reside en Miami, EEUU.

Colombia se ha convertido en el mayor receptor de la región, con más de 600 mil venezolanos, esperando las autoridades un millón en los próximos meses, lo que ha llevado a los EE.UU a proporcionar 2,5 millones de dólares de ayuda de emergencia a la población desplazada a la ciudad fronteriza de Cúcuta.

No deja de ser doloroso observar las características del éxodo venezolano y el rechazo encontrado en la población dominicana, que desea se prohíba su entrada, tras tanta hospitalidad  brindada al mundo y a los dominicanos en especial en  diferentes momentos históricos.

Cabe analizar por qué los dominicanos parecen estar perdiendo su tradicional hospitalidad, y esa especie de fascinación por el extranjero. Lo que no acabamos de comprender, es porque las autoridades dominicanas, se niegan a reconocer, que el flujo de venezolanos que está llegando, necesita de un tratamiento especial ante las terribles condiciones humanitarias que  vive el hermano país.