La Seguridad Social es uno de los temas-problemas que más desafía la efectividad del Estado, y es así por cuanto por su vía se procura organizar un sistema para dar solución a muy importantes contingencias que tienden por su propia naturaleza a afectar la calidad de vida de las personas.
Conviene para una más fructífera discusión en las perspectivas de la modificación de la Ley 87-01 que crea el Sistema Dominicano de Seguridad Social, precisar que la Seguridad Social no se restringe a las pensiones, seguro de salud, accidentes y enfermedades laborales. Para citar sólo otra de las prestaciones, referir el Seguro de Sobrevivencia, lo que equivale a decir proteger el riesgo para la pareja y/o hijas e hijos en caso de fallecimiento del titular del seguro y lo que eso significa y ya ha significado como respuesta a lo que podría ser un cambio radical de las condiciones de vida de los familiares de él o la fallecida.
La Seguridad Social de acuerdo a la Norma Mínima 102 de la Organización Internacional del Trabajo comprende 9 prestaciones y de acuerdo al Código Iberoamericano de Seguridad Social son 10, agregando las llamadas Prestaciones Sociales.
La Seguridad Social contempla las prestaciones de asistencia sanitaria o salud, prestaciones monetarias por enfermedad, prestaciones por desempleo, prestaciones por vejez e invalidez, prestaciones en caso de accidente de trabajo y enfermedad laboral, prestaciones familiares, prestaciones de maternidad, prestaciones de sobrevivencia, y las llamadas prestaciones de servicios sociales. Se requiere de un examen detenido de cada una de esas prestaciones de consenso internacional para comprender su naturaleza; en esta oportunidad sólo nos interesa destacar el alcance de la Seguridad Social y la necesidad por lo tanto de no perder esa tan necesaria visión de conjunto.
En la República Dominicana se ha iniciado oficialmente lo que se denomina como revisión o reforma integral de la actual Ley 87-01 a 20 años de haber sido promulgada.
Procede a partir de lo dicho un análisis detenido al que debería acompañar rigurosos y actualizados estudios que han de aportar con el más alto grado de neutralidad posible las instituciones correspondientes, centrados en el mayor esfuerzo hacia la objetividad y credibilidad.
Procede además no perder el sentido de realidad en cuanto a las metas a alcanzar, dirigiendo en ese sentido una mirada hacia la realidad de la Seguridad Social en los demás países del mundo, el modelo económico y político que tienen como base y la irrenunciable aspiración de rectificar y mejorar.
Interesante y no menos complejo momento para evaluar, redefinir y hacer avanzar la Seguridad Social.