Continuando con el tema planteado el domingo pasado, en Arquitectura y Energía, nos encontramos con una serie de materiales de construcción, con sus respectivas características (medioambientales y de salud para los usuarios finales del edificio), de acuerdo al texto de referencia (Guía de materiales para una construcción sostenible) de los autores Periago y Periago, editado por el Colegio de Aparejadores y Arquitecto Técnicos de la Región de Murcia. Sirvan nuestros artículos como reseña de lo escrito por los autores citados, a modo de introducción y como promesa, a futuro, para ampliar y contrastar  la información, por ellos servida,   en próximas entregas.  Vamos al asunto.

El cemento

El cemento es un material de los denominados conglomerantes o aglomerantes (como lo son el Yeso o la Cal) y se obtiene al mezclar caliza y arcilla que se someten a un proceso de calcinación para ser luego trituradas; esta mezcla se denomina Clinker, que mezclada con una dosis de yeso pasa a ser cemento.

En el texto que estamos utilizando como referencia para nuestro artículo, se habla del cemento como un material con cualidades bióticas muy pobres, aunque con unas excelentes cualidades técnicas.

A nuestro modo de ver al hacer referencia a cualidades o factores bióticos, los autores podrían referirse grosso modo, a un ciclo de vida no cerrado del material y poco sostenible en su fabricación, o lo que sería lo mismo decir a un proceso de fabricación bastante comprometedor con el medio ambiente y una vida útil larga pero con final (reciclaje) menos fácil que otros materiales.  Con esta apreciación, nos aventuramos a emitir un juicio sobre un texto con poco espacio para la interpretación.

Desde nuestro punto de vista el cemento como material objeto de reciclaje, podría tener una reconversión en material de relleno en el que, y precisamente, su cualidad abiótica resultaría interesante para la perdurabilidad del“nuevo” material. Recordemos que lo biótico se refiere a los organismos vivos, y lo abiótico a los organismos no vivos como son las rocas, que es a fin de cuentas a lo que se quiere parecer el resultado del fraguado de cemento, ya sea en mortero u hormigón.

Lo cierto es que en la fabricación del cemento se utilizan grandes cantidades de energía que comprometen en mucho el intercambio con el medio ambiente; desde los 1500 º necesarios para calcinar la materia prima, hasta las emisiones de desechos y partículas a la atmósfera, convierten a  nuestro gran aliado en la construcción , cuando menos, en objeto de optimización de cara una buena relación/intercambio medioambiental.

Seguiremos…