En días pasados no hemos reencontrado con un tema apasionante dentro del campo de la construcción, y es la sostenibilidad ambiental asociada a los materiales de construcción.

Aunque poco a poco se va tomando conciencia (a nivel de la responsabilidad ambiental que se debe asumir desde el ámbito industrial),  en cuanto a los costes ecológicos de los materiales de construcción fabricados y puestos en el mercado, no es menos cierto que los agentes intervinientes en estos procesos se enfrentan a un desafío “en toda regla”.

Esto que decimos, también lo podemos plantear con otras palabras, y sería diciendo que tenemos dos opciones a la hora de extraer/fabricar los materiales de construcción;  la primera,  es asumir que la mayoría de los materiales utilizados tienen altos costes medioambientales, por la gran cantidad de energía que se consume en su extracción/fabricación; la segunda,asumir unos costes económico más elevados pero que supongan una reducida afección ecológica.

Como vemos, un desafío “en toda regla” supone que podamos extraer/fabricar materiales de construcción de manera sostenible, medioambientalmente hablando (en términos de consumos de recursos y energía)y que esto siguiera siendo rentable para todos, desde un punto de vista económico. Todo esto,  sin contar los perjuicios asociados a la no aplicación de un círculo cerrado en cuanto a vida útil de los materiales y/o materias primas, y los aspectos relacionados con la salud de los futuros usuarios de los edificios, en los que estos materiales (algunos potencialmente nocivos),  desarrollaran la mayor parte de esa vida útil.

En el libro Guía de materiales para una construcción sostenible (Periago, C; Periago, F. 2009, Ed. COAAT; Murcia), se establece una serie de consideraciones sobre varios tipos de materiales de uso común en la construcción, y que van desde los cementosos y cerámicos, pasando por varios metales, aislamientos, bituminosos, hasta los materiales de acabados como las pinturas, etc. En este sentidolos autores nos señalan algunos aspectos nocivos sobre algunos de ellos.

Por poner algunos ejemplos, vemos en el citado estudio como el hierro puede alterar el campo magnético de nuestros espacios habitables o como el aluminio, aun cuando sea recomendable su utilización, supone un alto coste energético, tanto en sus procesos de extracción como en el de  fabricación de elementos con este material. El estudio continúa planteando como el cobre, muy utilizado en canalizaciones para agua potable, puede llegar a producir óxidos lesivos para la salud humana.

La relación de materiales continúa pero nosotros lo dejamos aquí por ahora; pero eso sí, la semana que viene continuaremos con esta línea…Hasta la próxima.