Me siento motivado a elaborar este escrito: a) El deterioro ético y moral de la sociedad dominicana; b) Por compartir recientemente con oficiales policiales que intervinieron en la investigación del atentado contra mi hijo Jordi y me hicieron una distinción como ciudadano y, c) Porque el pasado día de la Restauración de la República departí en forma respetuosa y amena con altos oficiales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
I.- La sociedad está dañada
1.- No hay duda de que nuestro país se revela defectuoso, partiendo del comportamiento de la generalidad de los que aquí viven, por los actos que ejecutan, y la mala conducta generalizada. Se advierten signos de proceder propios de grupos sociales en estado lamentable.
2.- Los defectos de que adolece la sociedad dominicana, las tachas que la hacen fea a la vista de las personas que aspiran a una vida decente ocurren a diario, en forma permanente, demostrando así que su deficiencia es sistémica, no de forma, sino de fondo.
3.- Los fallos que revela el medio dominicano se presentan de forma tal que su habitualidad evidencia las cicatrices de un sistema en decadencia, que hace tiempo dejó de ser viable; se ha hecho insoportable para una vida digna. Las acciones pecaminosas no se dan ocasionalmente, de vez en cuando, sino que son asiduas en el cuerpo social vigente que aloja en su interior lacras de todo tipo.
4.- Lo que a diario vemos no es para actuar con indiferencia, sacando de abajo para perfumar con filigranas un ambiente hediondo. Una cosa es vivir en las nubes, y otra en la materialidad. La maldad, al parecer, llegó para quedarse, y cada día se hace más notoria por la forma de proceder de amplios segmentos.
5.- La conciencia social, fruto del medio circundante y otros factores, está contaminada por la depravación que se señorea dominante, voluntades de individuos inclinados a ejecutar las peores vilezas, ante la alianza impúdica de quienes consideran como conveniente que continuemos viviendo bajo el imperio de improbidad.
6.- La vida digna tiene que estar abandonada a su suerte para que la infamia eche raíces tan profundas que llegue a ser normal y tolerada como si fuera fiel expresión de benevolencia.
7.- La enfermedad del tejido social dominicano asombra porque sus vicios no se dan en forma aislada, sino de conjunto y frecuentes. La continuidad revela gravedad y consistencia en las acciones pecaminosas. La degradación, además, está presente en las distintas clases y capas sociales, las que ejecutan acciones despreciables con una naturalidad que expresa habitualidad en su proceder antisocial.
8.- El medio dominicano luce adecuado para grupos humanos inclinados a la delincuencia en sus diferentes variedades, algo así como un campo diseñado para que todo aquel que se ha desarrollado en lo degenerado se mueva a sus anchas y sin limitación de ninguna clase.
9.- El individuo dañado lo vemos no solo en los asaltos diurnos y nocturnos, sino también en los que hacen de sicarios, secuestradores o violadores de niñas, niños y ancianas. Es tan común el jovencito que asesina por un celular como el adulto celoso que mata a la pareja, la hija, a la suegra y a la vecina. El envenenamiento conductual cada vez se diversifica lo que se comprueba por los métodos salvajes aplicados por los delincuentes en sus fechorías, que son de una magnitud tal que revelan el alto grado de intoxicación criminal de que adolece la sociedad dominicana de hoy.
10.- La perversión en el medio dominicano, la degradación en el comportamiento no solo se ve en los hechos de sangre, sino también en acciones fruto de la capacidad y la destreza de los delincuentes para operar en los diferentes escenarios donde ejecutan sus actos despreciables, execrables. El que asesina a un vigilante en el curso de un asalto a un centro financiero, no difiere en su mentalidad viciada de aquel que paga para matar al regidor titular para así ocupar su lugar. El método es distinto, pero la mentalidad torcida es la misma.
11.- Las operaciones delincuenciales llevadas a cabo por jovencitos estudiantes en las escuelas del país motivan espanto, horrorizan, crean total desazón. La situación da grima, a la vez que crea absoluta inquietud en quienes se asombran por el estado de resquebradura que la delincuencia ha creado en centros escolares de niños y niñas. Es duro saber que en los lugares donde se supone nuestros adolescentes se van a formar como mujeres y hombres de bien, están ocurriendo robos y homicidios; tráfico de drogas, violaciones sexuales y otros actos criminales llevados a cabo por pandillas organizadas.
12.- La conducta de una comunidad humana tiene que estar lo suficientemente torcida para alojar en su seno a personas con la mente condicionada para violar una anciana de 101 años de edad; o lanzar a una fosa de cien metros de profundidad a individuos con vida, luego de ser despojados de los vehículos de su propiedad para que mueran por inanición.
II.- No todo está perdido. Algo se ha logrado
13.- No obstante las acciones feas que a diario comprobamos en nuestro país, hay que reconocer que no todo está perdido; algo ha dado resultado como consecuencia de las grandes batallas cívicas, ciudadanas, políticas y sociales libradas en los últimos años por lo mejor de nuestro pueblo.
14.- El esfuerzo, el sacrificio tiene que tener como contrapartida algo que motive satisfacción; el empeño para que prevalezca lo sano debe verse materializado aunque sea tímidamente; el trabajo tesonero de las personas de bien no es justo que llegue a esfumarse. Algo hay que conseguir aunque sea exiguo.
15.- Los cambios positivos que se producen en el seno de la sociedad humana son el resultado del accionar social y político de las fuerzas motrices, mujeres y hombres del pueblo, que creen en las transformaciones materiales y espirituales necesarias para una existencia terrenal satisfactoria. El obrar colectivo hace posible materializar las modificaciones de las estructuras que representan una traba para el desarrollo.
16.- Ha sido constante la lucha que han librado dominicanos y dominicanas para la instauración de un ambiente real y efectivamente democrático, en el cual la brega política se lleve a efecto con respeto a los derechos humanos y a las libertades públicas, partiendo de que en los marcos institucionales se hace menos áspera la actividad social y política clasista.
17.- La defensa común para que las instituciones y los órganos del Estado funcionen acorde con la Constitución y las leyes, forma parte de los objetivos por reivindicaciones que interesan a todo el pueblo. Los movimientos democráticos tienen marcado sentido progresista y coinciden con las acciones desplegadas para romper los dominios despóticos y desconocedores de los derechos políticos y sociales de las grandes masas populares.
18.- Sería una pura ilusión pensar que los vicios sociales solo influyen negativamente en sectores aislados del cuerpo social. Lo que daña a un sistema lesiona al conglomerado humano que existe en su medio; el enlace de lo dañino se extiende a la sociedad sin distinción posible alguna; la infección se generaliza; corroe a civiles y a uniformados.
III.- Proceder de la Policía Nacional, ayer y hoy
19.- Diferentes sectores pertenecientes a grupos sociales y políticos, originados en los movimientos obreros, campesinos, religiosos, sindicales, gremiales, juveniles, femeninos, profesionales, etc., aquí han expresado su sentir y coordinado tareas a los fines de contar con una Policía Nacional que proceda ajustada al signo de los tiempos, que se maneje en forma civilizada.
20.- De la misma forma que la sociedad dominicana no es homogénea, tampoco lo es la Policía Nacional, y los vicios de que adolecen los civiles, de igual manera afectan a los uniformados del órgano policial. Así como hay policías que son una afrenta para su institución, también contamos con miembros degenerados en los colegios de abogados, médicos, ingenieros, periodistas y del gremio de maestros; de la congregación del episcopado, y del Poder Judicial y Legislativo. En cada una de estas agrupaciones humanas dominicanas están presentes mujeres y hombres sanos y podridos, lo mismo que podemos decir de la Policía Nacional.
21.- La forma de actuar y pensar de la persona no la podemos ver en abstracto, al margen del orden económico y social predominante. Es una verdad irrefutable que la conciencia de la persona no solo refleja el mundo objetivo, sino que, además lo crea. La Policía Nacional dominicana está compuesta por mujeres y hombres productos de la sociedad dominicana y, por tanto, la conciencia social que ellos anidan en su cabeza es el producto del desarrollo de la base material del sistema injusto socioeconómico bajo el cual estamos viviendo.
22.- Aquella Policía Nacional que funcionó en nuestro país desde el año 1966 hasta el 1978, cumplió fielmente su misión terrorista en los marcos de la guerra fría y de exterminio contra todo lo que representaba expresión democrática. Las madres que perdieron sus hijos, y los hombres y mujeres del pueblo que andan por ahí con los sellos de torturas ejecutados en solitarias ubicadas en cuarteles policiales, son testigos de lo que fue esa etapa tenebrosa, odiosa y despótica.
23.- La Policía Nacional del pasado, como tampoco la del presente, no tenía por misión cantar misas, repartir besos ni pétalos de flores. Aquí, y en cualquier lugar del mundo, ella está para reprimir y su objetivo principal garantizar el orden social establecido. Se pierde en lo claro aquel que vea a la Policía Nacional como un organismo del Estado para repartir bondades, hacer obras de benevolencia o andar en labores piadosas.
24.- En cualquier país con una organización económica, social y política como la que existe aquí, la Policía Nacional forma parte de los mecanismos del Estado llamados a proteger el sistema, el orden establecido. El organismo policial solo cambia su esencia con la sustitución del Estado del momento. El proceder de los miembros del servicio policial se modifica en sus métodos dependiendo de la coyuntura, la línea del gobierno de turno y la correlación de fuerzas en el plano nacional e internacional.
25.- Aquellos que fuimos víctimas y testigos directos e indirectos de la dictadura terrorista de los doce (12) años, y de los círculos más protervos bajo la dirección de la Policía Nacional dominicana de ayer, con facilidad podemos establecer la separación que hay entre el proceder pasado y presente del organismo policial. Cualquier hombre o mujer se sentía reducido a la nada como persona humana cuando recibía la golpiza de un policía torturador o la hiriente descarga verbal insultante de un oficial investigador.
26.- Lo que demuestra la realidad es que el trabajo permanente en el accionar democrático; la prédica por un mejor país; los mensajes para que se respetaran los derechos humanos y las libertades públicas, en fin, las recomendaciones en las plazas públicas y las peticiones en los medios masivos de comunicación, han hecho posible contar hoy, no con la Policía Nacional que el pueblo dominicano desea y merece, pero que no se puede comparar con lo que fue aquel aparato infernal pretérito.
27.- Cada día con más convicción y firmeza, corresponde a los más sinceros y consecuentes luchadores democráticos del país, ejecutar acciones a los fines de lograr alcanzar un ambiente en el cual civiles y uniformados logremos un medio propicio para sentar la base económica material sobre la cual se levante una superestructura social que genere ideas políticas, filosóficas y jurídicas, así como contar con instituciones y organizaciones que expresen el sentir, las más profundas aspiraciones del pueblo dominicano.
VI.- Las Fuerzas Armadas y los civiles ahora
28.- En todo país con una formación económica basada en la desigualdad de oportunidades, existen diferentes clases sociales, las cuales asumen diferentes formas de comportamiento, porque las actuaciones humanas responden a estructuras clasistas. El porte nos dice cómo se conduce cada ente social y cómo reaccionaría ante los fenómenos sociales.
29.- La vida en sociedad nos enseña que a los seres humanos les acompañan un conjunto de peculiaridades que con el tiempo van cambiando su forma de actuar, dependiendo de las ideas que asimilan, las orientaciones recibidas y la disciplina que les mandan a observar, lo que les lleva a poner de relieve su manera de ser consigo mismo y ante los demás.
30.- El carácter de la persona depende de su naturaleza psicológico-social, de su experiencia acumulada, de los principios morales comprendidos, de la dirección que otros individuos ejerzan y de la activa comunicación que con ellos la persona dada establezca.
31.- En las sociedades divididas en clase sociales ningún órgano o institución estatal está al margen de los intereses económicos que reflejan la conveniencia de tal o cual clase. De ahí que para comprender la esencia y los propósitos perseguidos hay que descubrir qué beneficios de clase refleja, aunque ciertamente tal reflejo no es simple ni directo.
32.- Todos aquellos que en una u otra forma hemos incidido, desde distintas posiciones, en la actividad política y social dominicana, somos testigos de que el proceder de los cuerpos armados del país no es hoy el mismo de cuarenta años atrás. Sin perder su esencia, los uniformados tienen ahora una actitud diferente en su trato hacia los civiles.
33.- Hoy es posible sostener una conversación con altura y respeto mutuo con los más altos mandos militares del país. En los últimos tiempos he compartido con ellos planteando asuntos muy diversos, manteniendo cada quien su criterio y sin que nadie se considere portador de la verdad, o querer imponerla con razonamientos absurdos.
34.- Conferenciar, dialogar en cualquier actividad con mujeres y hombres ligados a los más altos mandos militares y policiales, abordando los temas más diversos, nos permite confirmar la idea de que “en la historia del ejército se resume con sorprendente claridad la historia de la sociedad civil”.
35.- La sociedad dominicana no es en el presente la que fue en el pasado, ni los militares piensan hoy como antes. Ahí está la conexión de los procesos que se operan en las Fuerzas Armadas y en la sociedad en el curso de su evolución, y ponen en evidencia la razón por la que hay que tomar en cuenta en los períodos de grandes transformaciones antagónicos que el ejército, o una parte suya, no permanece aislado de las corrientes sociales más avanzadas.
36.- En el país nuestro, los oficiales y soldados con ideas democráticas son una reserva potencial para construir una verdadera democracia en la cual el pueblo participe, controle y decida, a la vez de incidir en el adecentamiento de la vida pública y el fortalecimiento de las instituciones.
Reflexiones finales
a.- La época de los civiles ver a los policías y a los militares con artificialidad hay que colocarla en el pasado. Se impone la franqueza mutua; motivar la confianza recíproca con el fin de lograr la espontaneidad en la comunicación. El comportamiento sinuoso, hipócrita y solapado no debe primar en un encuentro en busca de la buena comprensión y el entendimiento libre de ondulación.
b.- Construir un ambiente real y verdaderamente democrático ha de ser la obra de dominicanas y dominicanos que creen que un país mejor al actual es posible y necesario para una existencia digna para todos y todas. El futuro luminoso en lo material y espiritual, económico, social y político lo vamos a lograr con el concurso, el apoyo y coincidencia de voluntades de civiles y uniformados, oficiales y soldados.
c.- Los cambios sociales a que aspira lo mejor del pueblo dominicano se lograrán con la unidad y acción de quienes despojados de todo prejuicio pongan por delante lo que conviene a la lucha para hacerle la vida menos pesada a las grandes mayorías nacionales. El sectarismo daña porque es la actitud de los que se encierran en su limitado circulo, se desvinculan de las actividades de masas y terminan aislados víctimas de su posición dogmática.
d- Los ciudadanos y ciudadanas que han luchado y luchan para que el pueblo dominicano llegue a ser dueño de su destino, no deben olvidar nunca que es determinante en el obrar político y social, hacer conciencia de que es una cuestión de principio accionar por la democratización de los cuerpos armados. Es vital para el éxito de cualquier cambio político, económico, social e institucional, saber atraer al lado del pueblo a lo más lúcido, patriótico y sensible que forma parte de las Fuerzas Armadas.
e.- Todas aquellos luchadores políticos y sociales que aquí saben de la necesidad y posibilidad de que la mayoría del pueblo dominicano se abra para lograr nuevas formas de vida que garanticen la igualdad de oportunidades, la libertad y el desarrollo pleno, están en el deber de dar un paso hacia adelante para que más temprano que tarde sea una realidad la liberación de los oprimidos.