Nunca antes en la historia se había experimentado tan acelerada producción de información, ni mucho menos contado con tantos y tan diversos medios de difundirla. Esta época adquiere el nombre de la “Era del Conocimiento” precisamente por aquella indiscutida característica, que se sucede ante nuestros ojos como fenómeno imparable.

Lo que sorprende no es solo la celeridad con que se produce, constantemente, la información y el conocimiento, sino el amplio espectro por donde gravita esa información. El desarrollo de las tecnologías orientadas a la comunicación permite la pronta difusión de notas informativas, y el acceso a internet, lo cual es una realidad para gran parte de las sociedades del mundo, abre la posibilidad de obtener todo tipo de datos, noticias y conocimiento.

Sin embargo, el hecho de estar más informados no significa que estemos bien orientados, ni el hecho de tener más acceso al conocimiento implica que seamos más duchos; sino que puede suceder lo contrario.

El investigador italiano Giovanni Sartori, en su obra El Homo Videns, plantea un problema sucedido en el campo social con tendencia a agravarse, aduciendo que vivimos una época donde toda la sociedad con acceso a internet y a los medios de comunicación masivos se encuentran teledirigida, guiada de alguna manera por información que no siempre resulta útil o aprovechable. En su reflexión, agudiza el tema al creer que las personas pierden paulatinamente su capacidad de abstracción por la falta de la lectura tradicional que se sustituye por un acceso al conocimiento más rápido y volátil. En pocas palabras, no hay necesidad de leer un libro que recree lo acontecido durante la segunda guerra mundial cuando se puede ver un documental al respecto, o leer un poema que describa la belleza de una mujer cuando se tiene fácil acceso a la fotografía de una modelo.

El problema es que lo abstracto está siendo reemplazado por lo fácil, el texto por la imagen, y lo perdurable por lo inmediato, lo que convierte al hombre en una masa mecánica cada vez más torpe al momento de razonar; a lo que Sartori llama Homo Videns. La evolución cognitiva del hombre, antes de ser progresista, es al reverso; siendo evidente que gozamos de un amplio esquema de herramientas informáticas cuyo conocimiento está contenido de manera artificial en sus procesadores, pero no gravada en nuestras mentes.

El conocimiento está al alcance de todos, ¿Pero qué tanto estamos aprendiendo? Sartori nos dice que el televisor (hoy podemos decir las PCs) constituye de alguna manera la primera escuela en la niñez, etapa donde inicia precisamente el proceso de aprendizaje. Desde el televisor se le enseña al niño un mundo esquematizado por imágenes induciendo que lo que se ve es lo único que cuenta, perdiéndose así la función simbólica de la palabra la cual queda relegada por la representación visual.

El Homo Videns constituye entonces aquella criatura en la que se están convirtiendo las personas; especies vivas que ven pero que no razonan, que escuchan pero no entienden. Es una etapa conducida y motorizada por el televisor, computadores, celulares y la Internet, que antes de ser una evolución, constituye más bien una involución cognitiva.