A lo largo de toda la historia occidental, desde las inescrupulosas bravuconerías de los seguidores de los Graco, hasta las atrocidades de la revolución bolchevique y las grandes hambrunas maoístas, la importancia del acceso al trigo, a un precio asequible para la sociedad, ha sido una de las necesidades primordiales de cualquier gobierno. No es por nada, que una de las grandes políticas públicas que tuvo permanencia durante la república y que continuó en el imperio romano, fue la asignación de una cuota de pan a los habitantes de la ciudad de Roma. La importancia nutritiva y social, de este artículo de primerísima necesidad, no puede ser subestimada. Toda la civilización humana se encuentra a una escasez de harina de caer en el caos societal. 

Es por esto por lo que es tan importante entender cuáles son las diferentes variables que afectan el precio del trigo. Un producto indispensable para la sociedad, pero el cual no producimos. 

Para esto, debemos contextualizar la realidad en la cual el mundo moderno se encuentra. Una realidad surgida a partir de la victoria del modelo liberal occidental. Un modelo que apuntaló, en el ethos colectivo de la humanidad, el valor del comercio e de la interconectividad a escala global como nunca en la historia se había conocido. Y aun cuando pudiésemos hacer símiles de momentos históricos en los cuales el comercio a escala global existía, nunca como ahora la interconectividad de los diferentes rubros fue una parte tan importante del engranaje esencial que permite que el mundo funcione. 

La República Dominicana pertenece a esta red global de consumo, producción y comercialización. Pero también es cierto que, debido a la mal guiada visión económica de las pasadas gestiones, la república se ha enfocado más en el consumo extractivo que en la producción creativa.  Pero, independientemente de esto, es innegablemente parte de ese entramado global en el cual una huelga de operarios portuarios en Argentina tiene un impacto directo en el precio del aceite que se utiliza para freír los tostones o en el de la catibía que se compra en la esquina del trabajo. 

En el 2019 inició la guerra comercial que el presidente Trump declaró contra China. Este hecho provocó que esta redujera sus compras de materias primas desde los Estados Unidos y que iniciara un aumento de las reservas estratégicas de trigo que mantiene. Esto ha generado que para el 2021 China haya aumentado en más del 50% su demanda de trigo. Siendo el gigante asiático, el responsable del consumo del 60% del trigo del mundo, según las últimas previsiones de la FAO. 

Contribuyendo a esto, Rusia estableció, a partir de enero 2021, un arancel para la exportación de trigo. Esto, respondiendo a la presión del aumento de la demanda china en el precio de su mercado local, a la posible crisis política que pudiese generarse luego del apresamiento del opositor del gobierno Alexei Navalny y al previsible cambio de política internacional de la administración del presidente Biden. 

Además de los problemas geopolíticos, el clima también ha sido un factor determinante en el alza de los precios. Argentina y Brasil vieron sus cosechas afectadas por un verano más seco de lo usual, lo cual afectó directamente la producción y retrasó la siembre de otras materias primas. Mientras que en el medio-oeste americano, la cosecha se ha visto afectada debido a un clima más frío de lo usual. 

Esta realidad política internacional, se ve acompañada de la total desvirtuación de las rutas comerciales navieras. Con el desacelerón del 2020, las rutas marítimas sufrieron su mayor reducción en tráfico y tuvieron una caída de más del 4% en el volumen de la carga mercante internacional transportada. Para el 2021, se estima que habrá menos barcos de carga navegando las rutas comerciales que en el año anterior. Esto genera un aumento directo en los precios de los fletes, los cuales se han disparado en hasta un 400% de su valor prepandemia. Además, se da una reducción significativa en la capacidad real de espacio de carga, lo que provoca un alza en los precios de las materias primas al encarecer el espacio disponible para transportar las mercancías de un puerto a otro. 

Todo esto afecta directamente el precio de las materias primas que son importadas a República Dominicana. El aumento histórico del precio del trigo en los mercados internacionales ha sido de hasta un 45% por encima del valor que tenía a mediados de agosto de 2020. 

En respuesta a esto, el gobierno dominicano inició, desde el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes, un subsidio temporal y parcial a la venta de la harina dedicada a la elaboración del llamado pan popular o pan de 5. Este subsidio, de RD$300,000,000.00 (trescientos millones de pesos), tiene como finalidad proteger de manera transitoria a las partes más vulnerables de la sociedad dominicana, de los efectos de la volatilidad del mercado internacional. 

Una volatilidad que afecta más agudamente a aquellos sectores de la población que fueron reducidos a la miseria, y a la dependencia de dádivas del Estado, por las pasadas administraciones.  Las cuales, de manera organizada y concertada, generaron un estado de servidumbre en la cual se les impidió a los ciudadanos desarrollarse de manera exitosa en el sector privado, volviéndolos presas vulnerables que tuviesen que necesariamente depender del asistencialismo estatal. 

Para proteger a la sociedad dominicana, de los vaivenes de un mercado internacional que reacciona al interés de las grandes potencias, tenemos que construir una sociedad fundamentada no en una relación de dependencia con el Estado, sino en la realización de su potencial creativo/disruptivo. Una sociedad que en su totalidad sea generadora de riquezas, promotora de cambios, productora de insumos para el consumo local y para la exportación. 

Solo la dinamización de la economía, que no dependa del Estado, pude proteger a todos los sectores de la sociedad. Es por esto por lo que la generación de empleos privados, la apertura de nuevas industrias y parques de zonas francas, el apoyo a la creación y propagación de las Mipymes es fundamental para la existencia de una República Dominicana que deje de ser el cacicazgo de los políticos que por tanto tiempo han tratado a este país como una plantación y a sus ciudadanos como sus esclavos.