Cuando le preguntan  la edad a  mi amigo Walter, neurólogo y profesor universitario, él siempre contesta: “ya entré en la fase de la sinapsis”.

En lenguaje neurológico, sinapsis es la chispa inter-comunicativa (¡bip-bip!) de una neurona con otra. Las neuronas son las únicas células del organismo que no se reproducen, a pesar de que contamos con más de 100,000 millones de ellas y de que su proceso degenerativo ordinariamente comienza después de los 65 años cumplidos, siempre y cuando los doctores alemanes, Emil Kraepelin y Alois Alzheimer, no se instalen en nuestros cerebros. De lo contrario, de ahí en adelante sólo nos queda el silencio y el olvido de nosotros mismos.

Estos dos psiquiatras alemanes fueron los pioneros de lo que hoy día se conoce como la enfermedad de Alzheimer.

“Ayúdame a recordarte”-dicen que decía Ronald Reagan poco después de abandonar la Casa Blanca. Sus neuronas cerebrales se fueron muriendo, a pesar del compuesto nutricional conocido como “Carnivora”, un reconstituyente celular descubierto por otro alemán, el oncólogo Dr. Helmut Keller (1970).

“Tu cara me suena pero ahora no me acuerdo”, me dice Giuseppe, un amigo de mi etapa neoyorquina, con quien pasé muchas crujías en Manhattan. Hoy día Giuseppe pasa los días escribiendo poesías en italiano en la Riverside Drive, camino a los Cloisters.

“Tu mi hai hasciato brivindo sull Hudson. Il fiume e ora il mío confidente e il mío único amico” (Me dejaste tiritando junto al Hudson. Ahora el rio es mi confidente y mi único amigo). Así escribe Giuseppe, dedicándole los versos a Donizetta, su novia de entonces. El problema es que Donizetta ya se encuentra del otro lado y él quiere resucitarla con sus versos del alma. ¡Ni María de Magdala en sus mejores tiempos! Sus neuronas se están durmiendo poco a poco, como un atardecer lento.

Mi otro amigo, Walter el neurólogo, dice que, “si te das cuenta de que estás perdiendo la memoria, no sufres de Alzheimer sino que puedes estar entrando en la primera fase de lo que se conoce como “demencia senil orgánica”, una variación neuropatológica proveniente de la misma raíz del Alzheimer”. ¡Qué consejo tan poco aconsejable!

Dicen que cuando  William Wordsworth, el gran poeta británico, escribió su famosa oda 536 sobre la inmortalidad, todavía no se conocía el Alzheimer:

“Our birth is but a sleep and a forgetting” (nuestro nacimiento no es más que un sueño y un olvido). Mientras creemos que estamos vivos olvidamos nuestra verdadera procedencia y solamente despertamos de ese sueño a la hora de la muerte. ¡Qué ironía más grande!

La memoria es lo primero que se pierde, de ahí que José Ángel Buesa escribiera aquellos versos inmortales: “Pasaste por mi vida sin saber que pasaste”. Porque, si te hubieras dado cuenta, otra sería hoy nuestra historia y la historia de nuestros pueblos. Tuvimos la gran oportunidad de conocernos y no lo hicimos. Perdimos esa gran oportunidad como parece que la han perdido también nuestros pueblos. Ahora estamos a merced de los vientos, pagando las consecuencias y… ¡ay! ¡Qué consecuencias!

Por eso también a José Ángel Buesa, el gran poeta cubano, lo bautizaron con el nombre de “Poeta Enamorado”, compueblano de Benny Moré (ambos nacieron en la provincia de Cienfuegos, este último en “Santa Isabel de las Lajas”; Buesa en el pueblo de “Cruces”, cerca de “Mal Tiempo”, donde se libró la famosa batalla del mismo nombre durante la guerra de la Independencia cubana-15 de diciembre, 1895, seis meses después de la caída en combate de José Martí en Dos Ríos).

La batalla de “Mal Tiempo”, con Máximo Gómez en la vanguardia (a sus sesenta años cumplidos), atemorizando a todo el mundo bajo el penetrante grito de ¡viva Cuba libre!, y en plena carrera desbocada de la carga del machete, y Antonio Maceo, el Titán de Bronce, liderando la caballería, marcó el comienzo del final para las tropas españolas. Los mambises perdieron solamente cuatro valientes; los españoles dejaron a más de 200 soldados muertos, tendidos en el campo de batalla. Dicen que ahí fue cuando Arsenio Martínez Campos, el Capitán General de las fuerzas coloniales, se dio cuenta que iban a perder la guerra. Esa batalla inició la denominada “marcha de Oriente a Occidente”. Lo demás es historia.

Por eso también el poeta José Ángel Buesa  tuvo que venir a morir precisamente a Santo Domingo, a los pies de la Primada de América, donde siempre sucede todo, antes de que suceda después en el resto del mundo.

Las sinapsis, la magia de la comunicación entre las neuronas, son muy parecidas, tanto en nuestros cerebros individuales como en nuestros pueblos. La falta de comunicación se pierde, a medida que se pierde la elasticidad de la comunicación colectiva. Tenemos que aprender a comunicarnos los unos con los otros.

De lo contrario, comenzaremos a padecer de un Alzheimer colectivo precoz, como el que está corroyendo hoy día a Brasil, el segundo país más grande de Las Américas. La comunicación neuronal allí parece haberse perdido.

Los países del mundo están perdiendo la memoria por falta de sinapsis.

La Pacha Mama está muriendo de Alzheimer. La estamos y nos estamos envenenando todos. Mejor dicho, nos están envenenando a todos al envenenar  nuestras neuronas sin nosotros darnos cuenta.