El atentado de envenenamiento a las mujeres que día a día luchan por la despenalización de las tres causales del aborto se une al terrorrismo de grupos radicales religiosos, en su mayoría evangélicos, que desde 1977 han incendiado, puesto bombas y han asesinado a decenas de personas en centros de planificación familiar en los Estados Unidos.

Hoy las mujeres dominicanas experimentamos el terror de los que odian, de los intolerantes, de los que recurren a la muerte para defender el derecho de un feto.

Aquí en la República Dominicana la lucha por los derechos reproductivos de la mujer se inicia tímidamente con las tres causales y ya intentan asesinarnos.

A diferencia de los Estados Unidos, este país registra los niveles más altos de abortos caseros y las más altas tasas de mortalidad materna como resultado en su mayoría por estas prácticas insalubres e inseguras.

La lucha por las tres causales está dando los resultados esperados. Médicos, abogados, cientistas sociales, activistas y el pueblo han expresado su apoyo en entrevistas, discursos, testimonios y escritos.

Las palabras de estas personas son más que suficiente para que todas y todos entendamos que la despenalización del aborto es un derecho fundamental para la mujer dominicana. Más aún, las palabras de la razón han demostrado lo siguiente.

  1. La despenalización del aborto resulta en la reducción de la mortalidad materna.
  2. Las estadísticas demuestran que en los países en donde el aborto es legal el número de abortos es menor que en los países en donde el aborto es penalizado.
  3. Las tres causales son opcionales, la mujer tiene el derecho de DECIDIR tener un aborto ante situaciones de un embarazo producto de violación sexual o incesto, o riesgo de muerte de la mujer o malformaciones del feto incompatibles con la vida.
  4. La Constitución dominicana establece “Libertad de conciencia” y de acuerdo a esta nadie está atado a las creencias de una religión única y tiene la libertad de convicciones éticas y de pensamiento.

Estas palabras las escucha el pueblo dominicano y en su mayoría está de acuerdo. Las encuestas realizadas al respecto apuntan a una gran mayoría de mujeres y hombres dominicanos a favor. Varios cristianos también se han pronunciado a favor.

Durante el campamento que se realizó en San Cristóbal en apoyo a las tres causales, hablé con varias mujeres vendedoras de paleteras y transeúntes y ellas no solo entienden el significado de nuestra protesta,  sino que la apoyan abiertamente. Una de ellas compartió su testimonio de cómo se enfrentó entre salvar su vida o la vida de su feto y eligió salvarse ella. Dijo: ¿y si yo no me salvo quien iba a cuidar de mis otros hijos?

Estas palabras científicas y testimoniales la refutan los religiosos. Para los católicos, el estado dominicano es un estado confesional en donde la iglesia Católica es la religión de los dominicanos. Los protestantes de todas la denominaciones vociferan histéricamente en programas televisivos, en lugares públicos y en sus iglesias sobre el gran pecado del aborto.

Y los religiosos tienen el derecho a estar en desacuerdo, pero no a legislar.

El presidente de la república, quien durante su campaña aseguró que apoyaba la aprobación congresional de las tres causales, retiró su apoyo y habló de un referéndum, pero algunas (os) juristas rechazan tal referéndum, pues aquí se trata de un derecho fundamental y tales derechos no se sondean. El Congreso dominicano está dividido y muchos de los miembros de esta magna institución se rigen por aspectos religiosos para negar su apoyo.

Las palabras de verdades científicas, legales y testimoniales se encuentran frente a la verdad de religiosos y políticos: la verdad divina. La misma verdad científica que condenó a Galileo y a miles de mujeres acusadas de brujas en la Edad Media; matό millones durante las cruzadas, masacrό a otros millones durante la colonización y hoy como antes condena a la muerte a las niñas y mujeres dominicanas.

Es la misma verdad que niega la teoría feminista, que se opone a la educación que acabe con la desigualdad de género y que condena la pecaminosidad de la mujer.

La verdad divina la defienden radicales que quieren asesinar, y no porque defienden a los fetos, sino porque su mayor temor es que la mujer se libere de las ataduras ancestrales que reprimen sus cuerpos y las relegan a la cocina y a la cama.

El estado dominicano está en la obligación de investigar y llevar a la justicia a los perpetradores de terror. Nosotras estamos en la obligación de intensificar la lucha porque hoy más que nunca estamos más cerca de la utopía. “Responde con atrevimiento” porque eppur si muove.