Los Testigos de Jehová ya tienen competencia en el Metro de Santo Domingo. Los pioneros en establecer estantes para distribuir publicaciones religiosas en el espacio público de las paradas, ya lo empiezan a compartir con un credo rival.  La Sharia, las normas de vida que deben seguir los musulmanes, también se puede recoger para comparar visiones sobre la vida terrenal, y la que empieza cuando ésta termina, en unas cuantas estaciones. La respuesta a esta competencia ha sido introducir prédicas ambulantes con megáfonos en las áreas de más tráfico del público y multiplicar la presencia de predicadores en los vagones. ¡Jehová y Alá enfrentados por el control de los espacios del Metro!

En un artículo en este medio expuse como una violación a los derechos del pasajero forzarlos a escuchar un predicador en un vagón.  En la entrada de cada estación está un radio con una equis que simboliza la tranquilidad y privacidad que se garantiza al pasajero.  No se está impidiendo simplemente traer un radio y prenderlo en alto volumen. Se prohíbe eso junto a los discursos religiosos, políticos o comerciales con que cualquier pasajero quiera imponer su mensaje a pasajeros.

No concibo que una prédica religiosa requiera de trucos perversos para imponerse a los oyentes. Predicar en un vagón y en un baño público frente a los que están sentados en el inodoro es lo mismo. Cuesta esperar paciente la próxima parada o el fin de la evacuación.   Es una burla escuchar que empiezan el abuso de su “clientela cautiva” con un “Si me permiten expresarles…” y arrancar inmediatamente con el mensaje.  Devoción sería fanatismo si no reconocen que predicar de manera legítima, sin violar derechos individuales, requiere la aprobación unánime de todos los pasajeros donde llegue su voz.  Aquí no es asunto de mayoría.  La oposición de un sólo pasajero que quiera conservar el derecho a la privacidad del contrato tiene con el Metro de Santo Domingo, es suficiente para que el vigilante del vagón le impida hablar.

Esto parecen entenderlos los musulmanes. Hasta ahora se limitan a la difusión de La Sharia en espacios públicos del Metro.  En éstos tienen el mismo derecho de difundir su religión y costumbres que tienen los Testigos de Jehová.  La OPRET garantiza la libertad de cultos en las estaciones. El que no está ahí representado es porque no quiere.  Con la prédica en los vagones tiene dos opciones.  Una es mantener el contrato que esto prohíbe, porque la religión se predica en templos privados o espacios públicos donde hay libertad de escuchar o no.

La otra es sepultar definitivamente el contrato, que es un acto ilegal, para permitir que seguidores de cualquier religión tengan derecho a secuestrar la audiencia de los vagones.  Si decide por ésta, entonces, que anuncie la decisión por los medios de opinión pública y la intención de distribuir los predicadores como hacen las campañas de los supermercados para ofertar productos: Lunes de Testigos; Martes de la Hermandad Dominico-Musulmana; Miércoles Evangélicos; Jueves Mormón en la L1 y Vudú en la L2…