Al pasar el tiempo, viene a mi memoria, con cierta nostalgia por supuesto, las diversas formas, prácticas e imaginarios sexuales de la generación de la década de los sesenta. Para ese entonces, las mujeres consagraban su primera experiencia sexual al hombre que estaba dispuesto a casarse y formar una familia. La sexualidad estaba recluida a la esfera de la familia, con los riesgos de embarazo por la ausencia de los dispositivos de protección sexual. Los contactos amorosos se reducían al territorio del barrio; las fiestas en los patios, los encuentros en la escuela, la esquina, en la sala de la casa de la novia bajo la observación de los mayores. Pero hoy, todo eso ha cambiado.

En el contexto del paradójico proceso de modernización que ha experimentado la sociedad dominicana en las últimas décadas, se ha producido una profunda transformación de la cultura sexual de la juventud dominicana. De una sexualidad que se organizaba a partir de las normas institucionales de la familia, el matrimonio, el amor romántico y la reproducción, a otra, que se construye con las mediaciones de las industrias sexuales de la globalización, los medios de comunicación y, las redes virtuales.

A partir de algunos resultados de investigación de la facultad de ciencias económicas y sociales de la UASD, se ha comprobado que los jóvenes han cambiado su cultura sexual, introduciendo nuevas experiencias, símbolos e imaginarios en las formas de vivir su sexualidad.

 

La globalización cultural ha estructurado una diversidad de formas de vida mediada por la tecnología de la comunicación, internet, redes sociales, teléfonos celulares, por micro-procesadores, canales y plataformas digitales que permiten que se produzca la comunicación de imágenes, fotos, videos a distancia y en tiempos reales. Ha configurado la aparición de una industria de consumo sexual, donde los contactos, imágenes, videos pornográficos y objetos eróticos se han convertidos en mercancías de consumo popular, produciendo la aparición de nuevas formas de sexualidad virtual o cibersexo, mayor tolerancia frente a las relaciones multiétnicas y homosexuales, diversificando las relaciones erótica-sexuales de la nueva generación.

Con el acceso a las redes y las tecnologías de comunicación digitales, los jóvenes han construido una diversidad de prácticas y experiencias culturales mediadas por la internet, las redes sociales, teléfonos celulares, por micro-procesadores, canales y plataformas digitales que permiten que se (re)produzcan la comunicación de textos, imágenes, fotos y, videos en tiempos reales a nivel global. Las páginas de contactos sexuales, los selfies eróticos, la cultura del sexting, las plataformas de pornografías, cine, televisión y publicidad han popularizado la cultura del placer, del bienestar y, la libertad de disfrutar del placer erótico-sexual en los jóvenes.

Con la expansión de la industria sexual, la cultura popular dominicana se ha erotizado, los jóvenes están expuesto a una diversidad de formas, recursos, lenguajes e, imágenes eróticas que circulan en redes a nivel global, donde se exalta el erotismo y las relaciones sexuales como objeto de consumo, de placer y satisfacción individual. El erotismo se ha convertido en una mercancía-signo que vende, por eso está ahora en todas partes: en las modas, en el cuerpo, las músicas, en los bailes, las fiestas, las playas, los anuncios, el cine, las redes, la televisión.

El incremento de las plataformas digitales y las redes sociales, han hecho posible la diversificación e individualización de las experiencias eróticas de la juventud, pues con sólo tener un celular, tienen en sus manos un poderoso dispositivo para individualizar sus experiencias y decidir con quien se comunican y con quién no, a quien incluyen o excluyen y, comparten sus experiencias eróticas y sexuales.

Según los datos de Indotel, entre enero de 2018 y enero de 2019, los usuarios de internet en República Dominicana aumentaron en un 7%, al pasar de 6.4 millones a 6.9 millones. Las estadísticas mensuales del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel) registran que a junio del 2019 el país contaba con 7.8 millones de cuentas con acceso a internet, estimamos que la mayoría son jóvenes entre 15 y 35 años.

De manera, que se ha puesto en evidencia es que la “socialización” que estructura las prácticas e imaginario sexuales de los jóvenes, ya no se produce en la familia, ni en la iglesia, tampoco en la educación formal, sino que su cultural sexual, está siendo transformada por la dimensión cultural de la globalización y, la enorme influencias de las redes y los medios de comunicación.

La cultura sexual de la juventud dominicanos se ha movido de una moral sexual familiar, religiosa institucionalizada, a una ética sexual individualizada; plástica, flexible, diversas y experimental.  Los jóvenes han reducido la edad para tener su primera experiencia sexual, han roto con el tabú de la virginidad, tienen mayor información sobre los métodos de control de la reproducción, las relaciones prematrimoniales se han “naturalizado” y, sobre todo, están reivindicado sus derechos a disfrutar de su cuerpo y sexualidad.