Los vicepresidentes de las naciones centroamericanas y de la República Dominicana se reunieron días atrás en El Salvador para discutir temas como la innovación en la tecnología, la ciencia, el desarrollo, el medio ambiente, la reducción del trabajo infantil y la educación.
Los asistentes al cuarto Foro de vicepresidentes de América Central y República Dominicana, representada por Rafael Albuquerque, acordaron aumentar gradualmente el presupuesto de educación en sus países a 5.5 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2015. Todos los asistentes asumieron el compromiso de alcanzar ese objetivo.
La relación directa entre la educación y el capital humano, y, como consecuencia, entre la educación y la capacidad de crecimiento de los países es una verdad ampliamente reconocida. El aumento de los ingresos individuales y colectivos está estrechamente vinculado a la educación de la población.
No resulta fácil separar el efecto que tiene la educación sobre el crecimiento y el de mayores ingresos sobre la demanda de educación. También lo que arrojan las evidencias en los planos micro y macro ratifican la importancia del efecto de la educación sobre el aumento de los ingresos.
Por otra parte, el más reciente informe "Índice de Competitividad Giobal" que auspicia el Foro Económico Mundial establece con toda claridad esta relación y defiende la necesidad que tienen los gobiernos de economías menos desarrolladas de poner un mayor énfasis en los recursos para el desarrollo de la educación en todos los niveles y la capacitación, al mismo tiempo que destaca la inobjetable vigencia que tiene una educación de calidad en la mejora de los países que ven avanzar sus economías, y como consecuencia, en la calidad de vida de sus ciudadanos.
En la coyuntura económica actual, dice el informe, "sin un compromiso claro para poner el gasto bajo control en el mediano plazo, los países comprometerán su capacidad futura para hacer inversiones a favor del crecimiento en áreas tales como infraestructura, salud y educación, que son necesarios para el desarrollo sostenido y la competitividad a largo plazo".
Entre los pilares básicos, el documento sitúa la necesidad de elevar la educación primaria; entre los factores que elevan la eficiencia, la educación superior y la capacitación.
En el caso de la República Dominicana, que ocupa el lugar 101 entre los 139 países citados en el informe, los indicadores referidos a la educación y la capacitación "Calidad de la educación primaria" (137) y "Tasa de matrícula en educación primaria (120), y otros dos "Calidad del sistema educativo (133) y "Calidad de la educación matemática y científica" (136), son elocuentes.
En nuestro país, el debate sobre la urgencia de apoyar la educación se ha intentado reducir puerilmente a una suerte de paradoja que recuerda el manido dilema del huevo y la gallina, entre los responsables de asumir esta realidad más allá de un vacuo discurso político y los que exigen que se cumpla lo establecido por la ley; es decir, la necesidad de incrementar los recursos para la educación a todos sus niveles y la otra necesidad igualmente válida, la de mejorar los niveles de calidad de la educación que se ofrece. Estamos ante dos verdades en absoluto excluyentes que, por el contrario, se complementan, puesto que es más que evidente que sin recursos no es posible elevar la calidad, como tampoco es decente dilapidar los recursos en aras de una supuesta "calidad" mal concebida.
Hay tres aspectos básicos a considerar, fundamentales, para enfrentar el tema de la educación: voluntad política, disponibilidad de recursos, y comprender que estamos frente a un asunto que es necesario resolver en tres niveles de temporalidad: a corto, mediano y largo plazo; hay que resolver problemas inmediatos (aulas, salarios, materiales escolares, etc.), aunque el verdadero desarrollo se alcanzará cuando se decida abordar el problema, como suele decirse, con las luces de carretera. Y pensemos, además, que no estamos hablando de un gasto superfluo, sino de una inversión que retornará dividendos que repercutirán positivamente en un verdadero desarrollo y un progreso real.
Todo país refleja logros porque cada país cuenta con ciudadanos valiosos que se esfuerzan por alcanzar niveles más altos en alguno de los aspectos múltiples que abarca la actividad humana, ya sea por el bien de su familia, el suyo propio, o de la colectividad.
Pero una nación sólo alcanza el desarrollo cuando todo el potencial de la sociedad se encamina por objetivos claros que colocan en primer plano –con los pies en la tierra– el futuro de la nación.
Para esto hace falta políticos responsables que asuman su responsabilidad ante el colectivo que le ofrece su confianza y le presta el "poder" para que administre los recursos de todos y responda plenamente a la responsabilidad de servir. Pero para que esto ocurra también es necesario contar con electores informados, educados y conscientes, capaces de exigirles que cumplan con las aspiraciones de toda la sociedad.
Asumamos, de una vez por todas, que la educación de nuestros ciudadanos, la preparación de nuestra fuerza de trabajo y su competitividad futura dependen de la realidad y calidad de los sistemas educativos. La educación, dijo alguien, es a la vez la semilla y la flor del desarrollo económico.