Policiamiento inteligente e innovador: Lo que si Funciona

En las entregas anteriores presente un diagnóstico general de los problemas de seguridad que enfrenta la sociedad dominicana, y las disfuncionalidades prevalecientes, tanto con el modelo, como con las capacidades materiales y humanas para enfrentar adecuadamente dichos problemas. A seguidas, algunas propuestas pragmáticas para considerar.

  1. Evitar festinar procesos. Prácticamente desde que el concepto de “policiamiento comunitario” fue introducido, el mismo ha sido poco comprendido. Como propuesta metodológica el mismo ha experimentado diversas interpretaciones y aplicaciones que en muchos casos tienden a invalidarlo, sobre todo cuando se asume como una panacea y una respuesta cortoplacista, convirtiéndolo en una especie de cliché, en una entelequia cuyo propósito resulta tan general como infructuoso. Mi sugerencia personal, Sr. director de la Policía Nacional, absténgase de usar este término tan maneado y genérico que ha perdido aplicabilidad y credibilidad. A cambio, sugiero poner en práctica los componentes que viabilizan un policiamiento orientado a resolver problemas día a día, de manera transparente y directa con los/las ciudadanos/as. El reconocimiento de los retos y limitaciones en el desarrollo del trabajo policial debe conducir a la búsqueda de soluciones realistas, pero con significado para el contexto, para las necesidades particulares de acuerdo a los grupos vulnerables y tipos de víctimas, así como de las situaciones de riesgo que éstos enfrentan.
  2. Estar abiertos a la capacidad de Innovar: Extrapolar experiencias que han funcionado en otros lugares, e intentar aplicarlas en el contexto dominicano es tentador pero posiblemente poco productivo. Los contextos, las condiciones, los sujetos, las culturas y las interacciones, difieren y por tanto limitan extremadamente las posibilidades de replicamiento exitoso. No se trata de descalificar la validez de experiencias que han funcionado en otros lugares, sino más bien aprender bajo qué condiciones estas fueron viables, y qué lecciones y componentes es posible extraer de ellas. Lo mismo aplica para experiencias fallidas, las cuales constituyen una oportunidad de aprendizaje.
  3. Capacitar, capacitar, capacitar. La provisión de seguridad y justicia a la ciudadanía demanda, no sólo voluntad y compromiso, sino también la investigación de los fenómenos criminales y violentos. Igualmente, la comprensión de los factores que los propulsan y las condiciones que los propician. En Dominicana, muchos policías que buscan formarse terminan estudiando Derecho o leyes; muchos buscan poder ejercer eventualmente como abogados en un país donde ciertamente, aunque abundan los líos y problemas, también sobreabundan los abogados. El país, en cambio, necesita de policías con una orientación más bien de trabajadores sociales, de psicólogos sociales, antropólogos y sociólogos, para entender los fenómenos sociales complejos. Con esto no quiero decir que nuestros policías deben formarse en estas disciplinas, sino más bien, que la formación de nuestra policía debe ocuparse en cubrir materias relacionadas a estos campos.

Actualmente enseño en el departamento de Justicia Criminal de una Universidad estatal que cuenta con un programa novedoso, de formación de cadetes policiales. También he sido docente en varios programas especializados de formación a policías en América Latina, y he conocido personalmente experiencias europeas de policiamiento. Es en base a esta experiencia que afirmo sin reservas que para que un policía salga a la calle a realizar sus funciones debe ante todo estar formado, o encontrarse en proceso de formación en su área de trabajo.

En función de lo anterior, un curricular académico bien diseñado, debe ser kinésico, en el sentido de siempre estar referenciado y reflejando los cambios de la sociedad donde se opera. También debe apuntalar la conceptualización y el entendimiento de fenómenos sociales tales como: la delincuencia juvenil, el abuso doméstico, la conflictividad intracomunitaria, la violencia armada, la violencia discriminada  de acuerdo con el sexo,  género y preferencia sexual. Debería enfatizar en la forma cómo investigar e interpretar las razones y consecuencias de estos fenómenos; la forma en cómo ellos operan, vistos desde la perspectiva psicológica/individual y colectiva/ socio-cultural

4. Desarrollo de confianza, en el plano local, nacional y regional/internacional el trabajo. Si yo fuera a cualificar un factor como el más importante en el policiamiento eficaz e inteligente, este sería la confianza en el trabajo policial y la justicia. Esta confianza debe provenir  tanto de parte de los usuarios directos, como de las restantes  instituciones estatales. También del sector empresarial, y comercial, de las autoridades locales, y de las contrapartes regionales e internacionales. La confianza ciudadana en la capacidad operativa, la ética de conducción, y la efectividad de la institución policial dominicana llegar a constituirse en su objetivo, su punto de partida y su destino.

Un ejemplo que viene al caso es el de los Carabineros de Chile. Como institución, los Carabineros son apreciados por sus nacionales, quienes en todas las encuestas realizadas en el tema de confianza, les conceden históricamente una alta nota de aceptación y reconocimiento. Se trata de una policía profesional, eficiente y reconocida. Ello no quiere decir que la policía chilena no tenga fallas, o que algunos de sus miembros no cometan excesos, pero su impacto se percibe en el hecho de que Chile es uno de los pocos países latinoamericanos que presenta las tasas más bajas de criminalidad y homicidios.

Ciertamente, no somos chile, y como ya he dicho anteriormente, no creo para nada en la extrapolación de experiencias que no se ajustan a nuestro contexto social y cultural y hasta económico. Solo quiero destacar la validez de la proyección de confianza institucional y su incidencia en las tasas de criminalidad.  Otro caso a tomar en cuenta es el de la policía de Barcelona, los Mossos de Squadra, con quienes he tenido la oportunidad en varias ocasiones de compartir, intercambiar ideas, e incluso ver personalmente como trabajan, especialmente en su relación con las pandillas o grupos de jóvenes en conflicto con la ley.

5. Fomentar el Desarmentismo. En años recientes el país ha pasado a ser parte de una iniciativa sistemática de control de armamentos, promovida por UNLIREC, de marcaje de armas pequeñas y sus municiones, registradas en el país. Este paso apuntala el control y manejo de armamento y municiones, así como de sus excedentes, que entran a República Dominicana, lo que podría contribuir en mucho a distinguir las armas portadas lícitamente de las ilícitas y a trazar armas que han sido utilizadas en actos dolosos.

El identificar las armas apuntala también el propósito de relacionar la misma a delitos cometidos, lo cual potencia la investigación criminal. Finalmente. Provee una mejor gestión de arsenales, pudiéndose identificar las posibles pérdidas, ventas ilícitas, rentas o uso desregulado del armamento clasificado. Bajo el programa promovido por el Centro Regional de las Naciones Unidas para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe, se logró hace varios años destruir más de 30,000 armas de fuego y 30 toneladas de municiones. Más recientemente, se capacitó a parte del personal del ministerio de interior y de la policía dominicana en la implementación.   

En adición a esta iniciativa, el país ha continuado reiterando su apoyo

y compromiso con todas las iniciativas para el control del tráfico y comercialización de armas de fuego que se tomen en el marco del Tratado de Comercio de Armas (TCA), en el marco de la Primera Conferencia de los Estados parte del Tratado sobre el Comercio de Armas, celebrada recientemente en Cancún.

Estas reflexiones han sido motivadas en gran medida por la aspiración de que nuestra sociedad alcance una paz más inclusiva, a propósito de la nueva crisis de inseguridad que azota nuestro país. En lo personal, considero que los y las dominicanos/as tenemos el derecho de disfrutar de una seguridad que no sea gestionada reactivamente ante los brotes de violencia y “apagando fuegos.” En términos generales creo que existe una ventana de oportunidades con el actual liderazgo policial para buscar soluciones más orientadas a preservar los derechos humanos y fortalecer un sistema de garantías y contrapesos. Si efectivamente es ese el caso, espero que estas notas hayan cumplido su cometido.