Factorización de la seguridad: Relación directa entre prácticas institucionales y criminalidad

En las secciones previas aludí al papel relevante del patrullaje como facilitador de la planificación, y catalizador de la seguridad preventiva.

Puntualicé en el hecho de que para que el mismo funcione óptimamente, debe orientarse hacia una relación funcional con las localidades y poblaciones a las que sirve;  es esta orientación lo que le da direccionalidad al trabajo policial. Pero hay otros factores que tienen que ver con la gestión institucional, que son, en términos metafóricos, el combustible para que el vehículo marche en la dirección indicada. Entre estos, cabe mencionar:

La Inteligencia. Para lograr efectividad y eficacia policial es fundamental el manejo adecuado, oportuno y sistemático de la información. Esto es, la generación y uso de la inteligencia criminal.

El actual Director de la Policía Nacional dominicana, Ney Aldrin Bautista, es un experto en inteligencia criminal; esa es su especialización y su experticio. Como podría confirmar el propio Director de la Policía, la inteligencia no empieza cuando se comete el hecho criminal; por el contrario, la inteligencia alimenta el proceso de planificación, el cual no se reduce a la mera recolección de información, sino que implica también su análisis y su aplicabilidad. La Inteligencia criminal tiene el atributo además de ser un catalizador de transformaciones de prácticas institucionales inadecuadas o desfasadas. Dicho en pocas palabras, ella ayuda a determinar qué debe priorizarse en la labor policial, qué ruta debe seguirse, cómo encauzar y liderar el trabajo policial y qué técnicas o prácticas deben ser superadas en dicho ejercicio policial.

Así, la inteligencia criminal se refiere a la compilación de información con el objetivo de analizar, comprender, anticipar y monitorear la activad delictiva. Esta inteligencia de carácter policial opera a tres niveles de la planificación y la toma de decisiones: a) el nivel táctico, donde todo empieza en la captura y retroalimentación de información ya sea sobre individuos, grupos u organizaciones particulares, buscando determinar sus lógicas operativas, dinámicas, y coordenadas. Este nivel alimenta archivos referenciales que servirán para un nivel superior de análisis y toma de decisiones. Este nivel es b) operacional, en tanto se refiere a su dimensión espacial (territorial) y por la especialidad o tipología en lo relativo al hecho delictivo. Generalmente este nivel de inteligencia es gestionado por los niveles intermedios jerárquicos, es decir, los encargados regionales, de operaciones y de áreas especializadas (robos, hurtos, violaciones, homicidios). Este nivel coadyuva la caracterización de procesos generales a partir de particularizaciones. Finalmente,  c) el nivel estratégico, utiliza todos los productos generados en los anteriores para analizar trayectorias y trazar tendencias, a fin de proyectar medidas particularizadas.

En adición a estos niveles de inteligencia, como insumos para la planificación y ejecución del trabajo policial, esta dimensión de la función policial sigue un ciclo orgánico relacional de carácter totalmente funcional que consiste en mayor o menor medida en: a) recopilar información, b) procesarla, c) establecer prioridades d) distribuir tareas en función de la información acumulada, e) incidir, f) monitorear, g) evaluar, h) recoger mas información, i) integrar más datos proveniente de otras fuentes institucionales j) continuar analizando y compartiendo datos, y k) inferir a partir de los datos y deducir tendencias.

Finalmente, la inteligencia se nutre de múltiples fuentes: denuncias de los usuarios actuales o potenciales del servicio, análisis estadísticos, investigaciones de campo realizadas por los propios organismos policiales, informaciones levantadas por agentes encubiertos, informantes anónimos, incluyendo personas que se mueven en el ámbito de la criminalidad (ex presos, miembros de pandillas, o de grupos delincuenciales). Por muchas razones que no vamos a detallar aquí, la tendencia de nuestra policía lamentablemente ha descansado en las dos últimas fuentes de información: agentes encubiertos e informantes comprometidos. El uso preferencial de estas dos modalidades de levantamiento de información  indica un extremado nivel de vulnerabilidad y limitaciones en la cadena de construcción de inteligencia de la que venimos y continuaremos hablando. Sin embargo, ha dado resultado en algunos casos, especialmente muy destacados de crímenes ocurridos en el país, como es el reciente asalto a la sucursal de la agencia de remesas Vimenca y a la sucursal del Banco Popular en la zona Este.

Una importante distinción que quiero resaltar sobre la inteligencia de la que estamos hablando, es su diferencia con la inteligencia estratégica nacional, cuya función es orientada hacia el Estado. Destaco este elemento porque en nuestro país, ha sido esta inteligencia estratégica la que ha predominado desde el momento mismo en que se formó la Policía Nacional. Esto se debe a que la policía dominicana se conformó como un instrumento del Estado para uso de persecución política, para el control de grupos internos y otros usos ajenos a la prevención de la violencia y la criminalidad, y a su orientación hacia la comunidad.

Dicho esto, la inteligencia policial no puede ni debe estar desconectada de las otras instancias de producción de información estratégica, más bien debe guardar una relación de interdependencia o cuando menos de correlación. Esto así, porque los fenómenos criminosos se interconectan en algún punto; por ejemplo, en algún momento, la criminalidad común se intersecta con la criminalidad organizada y ésta a su vez con los crímenes de cuello blanco. Asimismo, eventualmente, lo que afecta a la colectividad, termina afectando la seguridad de la nación y la del propio Estado. Por último, la seguridad policial necesita informarse de diversas fuentes estatales que generan su propia información, y en términos mas metafóricos, su propia inteligencia.

El objetivo fundamental de la inteligencia apunta hacia la objetividad; es decir, al análisis de los hechos delictivos en un contexto de racionalidad y logicidad, apoyados fundamentalmente en el manejo de evidencias. Con esto quiero decir, que si la gestión de la inteligencia no se basa en la interacción entre el contexto, la racionalidad, y el manejo de evidencias respecto a un hecho delictivo o criminal determinado, dicha objetividad puede verse seriamente comprometida.

La inteligencia tiene elementos de intuición, pero sus conclusiones no pueden ser intuitivas; ellas necesitan ser comprobadas. La inteligencia necesita de referentes, como punto de partida y continuidad, para analizar patrones, tendencias, y comportamientos criminógenos.

Lograr la objetividad es menos difícil en la actualidad que en tiempos pasados. Actualmente vivimos en un momento de predominio de la tecnología, y ésta es crucial para el trabajo policial. Sr. Director de la Policía Nacional, ya es tiempo de que nuestra policía pase de trabajar con un mapa de primer plano en su oficina, marcando con puntillas los “hot spots,” e incorpore de una vez por todas un sistema integrado de georreferencia. Cualquier compañía privada en estos momentos usa la georreferencia, en algunos casos, generan su propia georreferencia a través de drones. Los teléfonos inteligentes actualmente tienen integrado sistemas sofisticados de GPS. No hay razón alguna para que la policía Nacional dominicana no pueda tener un acceso extendido y constante, con un sistema georrefenciado de la violencia y la criminalidad. Esto permitiría a la policía no concentrarse solamente y de manera intuitiva en los barrios marginados, sino más bien, expandir su alcance operativo a otras áreas, incluso de clase media, alta y comercial, donde ocurren hechos delictivos.

La recolección de información de interés policial se da en tres instancias espaciales en el país: Los destacamentos policiales ubicados en los barrios; las fiscalías, y el Palacio Nacional de la Policía. Mucha gente pone denuncias en el Palacio de la Policía o en el Palacio de Justicia porque desconfía que su querella será registrada debidamente en los destacamentos o en las fiscalías locales. En algunos casos, según lo he recogido en varias de mis investigaciones de campo, la gente teme también denunciar localmente por temor a represalias. Ahora que existe un sistema más anónimo como lo es el 911, la recolección de denuncias es más efectiva.

Dejando de lado en esta ocasión las razones por los cuales la gente no denuncia en sus localidades, extiendo un llamado al Director de la Policía Nacional, para que de una vez por todas se modernice el sistema de recolección de información en los destacamentos. Este sistema debería contar en lo mínimo, con una o dos computadoras en todos los destacamentos del país, conectadas a un servidor general, donde la información entre fidedignamente en un formato estandarizado que no pueda ser manipulada en los ámbitos locales. También, con un sistema de cámaras que registre hechos o escenarios de crímenes en los ámbitos locales.

Obviamente, la integración de un sistema tal necesita a un personal capacitado, con un grado de escolaridad adecuado para alimentar al Sistema. Cuando iniciamos la puesta en práctica del modelo de política nacional de seguridad, PSD, recuerdo que uno de los criterios fundamentales concernientes a la reforma policial fue el de establecer un nivel mínimo de formación escolar de los potenciales agentes a ser reclutados. Estos deberían haber superado el nivel de escolaridad del bachillerato, y ser material primario para una formación más especializada (un diplomado, una certificación, etc.). A sabiendas de que en el existente cuerpo de 35,000 policías abundan personas que no poseen una escolaridad suficiente, establecimos entonces que la primera propuesta debería constituir uno de los principales criterios de reclutamiento para la próxima generación de policías, y que con la actual se continuaría trabajando para alcanzar el nivel de los demás.

Sr. Director de la Policía Nacional, garantizar que su personal posea un nivel de escolaridad adecuado, es un indicador y una función de eficacia de una buena gestión de los recursos humanos y materiales, por no decir nada sobre la comprensión de fenómenos que escapan al empirismo. Sin que sea mi  intención en absoluto menospreciar o descalificar al personal policial dedicado a sus labores, estoy convencida que una persona con escolaridad está en mejores condiciones de utilizar al máximo la información que le llega en su trabajo cotidiano, y además, enriquecer sus conocimientos y entendimiento del contexto y del manejo de la realidad que enfrenta cada día.

En la más reciente revisión de la Ley Orgánica de la Policía Nacional Dominicana se establecen en su artículo 5 las misiones generales del servicio de seguridad pública: proteger la vida, garantizar el ejercicio a los derechos y libertades; prevenir, perseguir e investigar acciones delictivas; preservar el orden público; velar por la preservación de propiedad pública y privada; coordinarse con el poder judicial; promover la convivencia ciudadana y colaborar con ésta en la resolución de conflictos y en el alcance de la paz. Estas misiones más generales a su vez se cristalizan en funciones específicas, las cuales, como lo establece la referida ley, están guiadas por principios también claros de: integridad, eficiencia, objetividad, dignidad, respeto, profesionalidad, eficacia, proporcionalidad, cooperación, ethos de servicio, confidencialidad, orientación ciudadana y proactividad.  En cada uno de estas misiones y principios, la generación de información e inteligencia constituye un eje transversal, y a la vez un catalizador del buen desempeño policial, especialmente en lo atinente a la eficiencia, a la eficacia, a la proporcionalidad en el servicio y a la cooperación con diferentes actores.

La sección VI, sobre la Dirección Central de Investigación, de la Ley Orgánica de la PN, es el único espacio en el que se alude a la función de inteligencia en su relación con la investigación penal. La misma cuenta con dos articulados; uno de ellos (Art. 38) establece la atribución de investigar la acción criminal, bajo la dirección del Ministerio Público, que posee la Dirección Central de Investigación, como organismo especial de investigación. El otro artículo (39), se refiere a la necesaria dependencia al Ministerio Publico de la investigación criminal que lleva a cabo la Policía Nacional. 

Pese a su brevedad, estos dos articulados poseen un mérito incuestionable y poco conocido fuera de los ámbitos especializados: el haber logrado, después de muchos intentos fallidos, establecer un marco legal de acción que articula la misión y función policial con el ámbito judicial, buscando impactar de esta forma la autonomía que históricamente ha mantenido la Policía dominicana en el ámbito de la investigación criminal. Como es sabido por muchos, esta autonomía hizo a la Policía Nacional sujeto de manipulación política y de distorsión de su rol de co-garante de la preservación de los derechos civiles y humanos de ciudadanos/as dominicanos/as. Dicho esto, continua siendo un desafío el desarrollo de las capacidades de la inteligencia criminal como coadyuvante de una justicia justa, y de una seguridad segura.

En la próximas entregas abundaré sobre el resultado esperado de la inteligencia  en el esclarecimiento de casos, y otros factores fundamentales, al tipo de policiamiento al que aspiramos vehementemente los ciudadanos de República Dominicana.