Recibí en consulta a una mujer joven, 40 años, profesional activa y madre de dos mujeres adolescentes de 16 y 14 años. Estas chicas son el resultado de su primera relación de la que logró salir y recuperarse luego de vivir una fuerte violencia. Se volvió a casar con un hombre que a su vez tiene 5 hijos de su matrimonio anterior.
Según plantea es un buen hombre, responsable, trabajador, ha asumido a sus hijas con todo lo que implica, el plano afectivo y la responsabilidad económica. La relación le da seguridad y desea muchos años más en ella.
Yo la había recibido hace unos años a la salida de su relación anterior y ahora regresa por una nueva situación. Cuando la gente es madura y ha experimentado el crecimiento a través del proceso terapéutico regresa a él sabiamente, cuando las situaciones nuevas lo requieren.
Esta familia me dio una gran lección de flexibilidad, apertura a los cambios y sobre todo de amor
Su nueva pareja, hace tres meses, le planteó llevar a vivir con ellos a dos de sus hijas, mujeres adolescentes de 15 y 13 años. Lo que significa una familia de 4 hijas adolescentes mujeres de 13, 14, 15 y 16 años. ¡Tremendo reto!
Por supuesto que esta es una situación familiar nueva que puede provocar una crisis y la madre acude a terapia junto a una de sus hijas para manejarla. Lo que me describen es la situación típica de un cambio familiar por la integración de dos nuevos miembros, la respuesta de sus hijas y la adaptación de todos y todas a lo que esto implica.
Cuando exploro la razón que tuvo este hombre para llevarse con él a dos de sus hijas me enternecí y confirmé mi fe en la fuerza de una familia sana como lugar de transformación de los seres humanos.
La chicas vienen de un hogar caótico dirigido por una madre alcoholizada que tiene ausencias mentales periódicas y ellas dos le pidieron a su padre llevarlas con él, ¡hermosa petición!
Este padre en la confirmación de su responsabilidad habla con su esposa y ella accede a recibirlas. Venir de un hogar caótico a uno donde hay reglas, limites, expresión afectiva, orden y estructura es un gran reto, a estas chicas les tomó dos meses adaptarse. Era tan grande su necesidad que decidieron hacer un esfuerzo para poder disfrutar de esta nueva oportunidad que la vida les regalaba.
Esta valiente mujer ahora a cargo de 4 adolescentes en convivencia, relata que muchas veces “de la nada” una de las hijas de su esposo le dice GRACIAS; o en un almuerzo, llora de la emoción al compartir en familia; o la otra chica, se le recuesta en el hombro buscando cercanía afectiva.
Cuando yo la escucho no puedo hacer más que felicitarla y validar la capacidad de amor que ambos tienen, el padre por la responsabilidad de responder a sus hijas aunque no conviva con la madre y ella por permitir que experimenten una nueva oportunidad para ser amadas y sentir que pertenecen.
Por supuesto que no es fácil e implicará un reto, un esfuerzo y ocuparse cada día, pero de una situación como esta, asumida con buena voluntad, cada persona de la familia crecerá y se convertirá en un mejor ser humano.
Esta familia me dio una gran lección de flexibilidad, apertura a los cambios y sobre todo de amor, que quise compartir para poner una gota de alegría y esperanza en este sábado que abre un nuevo noviembre y con él una nueva oportunidad de vida.
@solangealvara2