La política sanitaria en la era de Trujillo, intentó combatir algunas de las enfermedades y epidemias que atacaban a la población. Luego de la segunda guerra mundial, algunas instituciones internacionales, sobretodo norteamericanas, colaboraron activamente con el gobierno, y se consiguió disminuir significativamente la cantidad de enfermedades venéreas reportadas. No se erradicó la prostitución pero se establecieron fuertes controles sobre las prostitutas. La división de malariología, dirigida por el un grupo de médicos y el ingeniero sanitario Demetrio Gañán, establecieron un plan nacional, que fue ayudado por el experto israelí Israel Klinger. De igual forma el doctor Juan Canalda se entrenó en Venezuela para esos fines. En la escuela de salubridad y enfermedades tropicales, en México, se formaron los doctores Ramón Ventura, Manuel Fernández, Francisco González Hardy, Miguel Ortega, Luis Ureña y Roberto Alvarez. Ste importante grupo de especialistas, dieron un carácter de formalidad y ciencia a los departamentos de estadísticas y epidemiología. En Puerto Rico se formó como Master in Public Health, el doctor Amiro Perez Mera, quien sería en dos ocasiones Secretario de Salud Pública. De igual forma en New York, se formó en Administración de Hospitales el doctor Nasry Michelén.
La división contra la tuberculosis, de acuerdo al doctor Rafael Miranda, conseguía importantes logros en la profilaxis infantil, gracias a las gestiones de médicos dedicados como los doctores Hostos Fernández y Rodolfo de la Cruz. De igual forma en esa década, se instalaron cloacas y servicios sanitarios adecuados, asi como la instalación de mercados y mataderos bajo vigilancia especializada. El gobierno de Trujillo, siguió los lineamientos trazados por los norteamericanos durante la ocupación de 1916, y se inició un programa de asfaltado de calles, construcción de letrinas y calzadas. Aunque muchas de estas situaciones, obedecían a la necesidad del régimen de proyectarse positivamente, no hay dudas de que se hicieron grandes avances, sobretodo por la formación del personal adecuado. Un trabajo extraordinario realizó la doctora Matilde Candelario de Miniño, en la Dirección de Educación Sanitaria, que se correspondía con las repetidas solicitudes de los médicos en ese sentido. De hecho en los congresos médicos de 1947 y 1950, se había recomendado el desarrollo de campañas educativas sanitarias.
La creación de los centros sanitarios, y el adecuado equipamiento de los servicios de sanidad a nivel nacional, mejoraron la situación sanitaria, aunque la propaganda del régimen magnificaba y mucho la realidad. Un centro modelo fue el Centro sanitario de Santo Domingo, que estaba dirigido por el doctor Luis Ureña, que había realizado su Maestría en Ciencias Sanitarias en México, y la subdirección por el doctor Victor Soñé Uribe, culto especialista en dermatología y sifilografía. El doctor Edmundo Cuello, dirigía el servicio de obstetricia y el doctor Manuel Fernández el de pediatría. En San Cristóbal, se creó otro centro sanitario modelo, que estaba bajo la dirección del doctor Miguel Ortega, quien había realizado estudios en Estados Unidos de Norteamérica y los Estados Unidos Mexicanos. El servicio de obstetricia lo dirigía el doctor José Martín Vásquez, y el de pediatría el doctor Juan Padilla. La Ley de Sanidad que regulaba todas esas actividades estaba bien estructurada, y muchos médicos con gran vocación ejercían con desvelo sus funciones en beneficio de los pacientes dominicanos, como fue el caso de los departamentos de sanidad aérea, dirigida por el doctor Ulises Cruz Ayala y la dirección de sanidad marítima, dirigida por el doctor Pedro Pichardo.
La entrega de esos profesionales médicos y paramédicos fue ejemplar más allá de la tiranía imperante. Debemos resaltar que muchos de los grandes médicos de esos años fueron activamente antitrujillistas, y algunos como el doctor Tejada Florentino pagaron con su vida esas acciones.