El percusionista Ray Barretto, jazzistas y salsero latino, con una de las orquestas de sonido más potente de los años 70, en una entrevista desde el contexto neoyorquino en el año 1975 expresó: “La música originalmente empezó con música que se dice de bochinche de la vecina, de María, de Pedro, de Juan, pero ahora la música se está convirtiendo un poquito más profundamente en un mensaje social y mensaje político; y a través de la música se está levantando la conciencia del público más, porque la responsabilidad del artista, según mi punto de vista, no es solo entretener sino traer un mensaje válido para el público”.

Ruben Blades y Tite Curet

Pero la salsa, ha tenido en sus raíces cubanas un canto que, si bien no era confrontativo, narraba las penurias de los pobres como lo testimonian ejemplos de los años 30, 40 y 50: Trío Matamoros: En el ingenio, La pena de mi Tierra; Arsenio Rodríguez: Pobre mi Cuba y Esclavo triste. En términos generales, estas canciones tienen un tono elegíaco. La primera es un lamento del campesino por lo mal que le va con la cosecha y, la segunda, el título lo dice todo. Estas canciones no dejan de ser denuncias sociales, igual que Cañero 15 y Qué le pasa al Mayoral, del dúo Los Compadres. Ambos temas abordan cómo en el ingenio se oprime y engaña a los trabajadores.

“Que le pasa, que le pasa, que le pasa al mayoral 
al mayoral, al mayoral, al mayoral 
no quiere que yo descanse ni pare de trabajar
y no me paga la caña como la debe pagar.

Abusador, el mayoral, que no me deja descansar 
abusador, el mayoral, que conmigo quiere acabar 
págame la caña bien pa entonces yo trabajar 
págame la caña bien pa entonces yo trabajar”.

Luego, en los años 60 y 70 emerge la llamada Salsa. Recordemos que es la época de lucha por los derechos civiles y por la paz en los Estados Unidos, con la participación de artistas destacados del rock y del folk, mientas en Latinoamérica tomaba cuerpo el movimiento de la nueva canción, en el marco de múltiples regímenes dictatoriales. Se ha hablado poco de lo que significó la Salsa desarrollada, principalmente, en New York por inmigrantes o hijos de estos, gente que sufría discriminación, exclusión e injusticia en la gran metrópolis.

Generalmente en la Salsa se aborda los más variados temas surgidos de la cotidianidad caribeña. Con ella se actualiza una gran cantidad de canciones cubanas de los años 40 y 50. Podemos apreciar temas relativos a negritud, injusticia social, relación hombre – mujer, entre otros. Uno de los artistas pioneros en esto sería Eddie Palmieri. En su canción Justicia del álbum del mismo nombre lanzado en 1969, la reclama, sobre todo para los boricuas (su origen) y los negros en Estados Unidos.

“Justicia tendrán, justicia verán en el mundo los desafortunados

con el canto del tambor la justicia yo reclamo.

Justicia tendrán, justicia verán en el mundo los discriminados”.

Luego en el álbum Vámonos pa’l monte de 1971, Palmieri incluye la canción La libertad, lógico. En ella permanece el reclamo de trato humano, de libertad y justicia. Hay que recordar que en esa época se incrementó el flujo migratorio desde Latinoamérica hacia la metrópolis del norte.

“No, no, no, no me trates así

La libertad, caballero, no me la quites a mí

(no, no, no, no me trates así)

pero mira que también yo soy humano

y fue aquí donde nací

(no, no, no, no me trates así)

La libertad, la libertad tú ves, caballero, no me la quites, no me la quites a mí.

Económicamente esclavo de ti

(no, no, no, no me trates así)

Pero que va, tú no me engañas a mí”.

Asimismo, a principios de la década de los años 70, el puertorriqueño Frank Ferrer y su orquesta Puerto Rico 2010 lanzaron un LP con canciones de mensaje directo próximas a las de algunos cantautores latinoamericanos, entre ellas: Hemos dicho basta, Camilo Torres, Pa’ los obreros, A desalambrar, Palona (dedicada a Pedro Albizu Campo). Sin embargo, los dos más prolíficos y exitosos autores de letras con sentido crítico, reivindicativo y de denuncia en la Salsa son: Catalino “Tite” Curet Alonso y Rubén Blades. Ellos supieron aprovechar sus amplios conocimientos de la historia y la cultura de los pueblos latinoamericanos. El primero con más de dos mil canciones registradas, entre ellas una gran cantidad grabadas como Salsa y, el segundo, también cantante, le proporcionó el mayor impacto sociopolítico a este ritmo.

Tite Curet supo expresar las injusticias y las cualidades de los nativos de América en canciones como Anacaona, Caonabo, Plantación adentro, (este último en la voz del propio Blades) y, sobre todo, de los negros traídos como esclavos: Babaila, La abolición, cantados por Pete “Conde” Rodríguez; El hijo de Obatalá, grabado por Ray Barreto; Sorongo por Rafael Cortijo; y Las caras lindas, por Ismael Rivera. Pero también expresó vivencias y situaciones barriales en relatos: La Perla, Juanito alimaña, Con los pobres estoy, y esa vieja aspiración de unidad latinoamericana en Pueblo latino. Veamos dos fragmentos de las canciones: Anacaona y Plantación adentro.

“Anacaona, india de raza cautiva
Anacaona, de la región primitiva.

Anacaona oí tú voz, cómo lloró, cuando gimió
Anacaona oí la voz de tu angustiado corazón
Tu libertad nunca llegó, e Le le le le le le la la”.

…….

“Dentro del follaje y de la espesura 
donde todo viaje lleva la amargura 
es donde se sabe, camará 
es donde se aprende la verdad.
Camilo Manrique falleció 
por golpes que daba el mayoral 
y fue sepultado sin llorar  
una cruz de palo y nada más“.

Tite Curet toma casos de personas oprimidas, abusadas, explotadas (Camilo Manrique), en una especie de recuperación histórica del proceso de colonización de América y nos recuerda lo que han tenido que sufrir los nativos de estas tierras. Asimismo, rememora la situación de otro grupo poblacional que sirvió como el principal soporte para extraer las riquezas de las tierras encontradas, los negros africanos: “Babaila fue vendido en mercado de esclavo” y “La abolición llegó, el negro no la gozó”, temas que popularizara Peter “Conde”. Además, supo exaltar sus cualidades espirituales, físicas y culturales en múltiples canciones, como:

“Las caras lindas de mi gente negra 
son un desfile de melaza en flor
que cuando pasa frente a mí se alegra
de su negrura todo el corazón”.

Tite Curet no estaría solo en esa labor de resistencia y revalorización cultural de nativos, negros, criollos y pueblos actuales de América Latina con sus simbiosis. Se trata de la presencia de Rubén Blades, quien cuenta con la más impactante producción discográfica de la Salsa. Desde su primer éxito como compositor, Rubén muestra su sensibilidad y sentido identitario al expresar preocupación por el bienestar de la población. Así se evidencia en Guaguancó triste, tema grabado por Richie Ray y Bobby Cruz a principios de los años 70:

“Para ti, traigo mi guaguancó

triste es su canto, sabor a llanto y a soledad.

Puedo oír ecos de un pregonar

que hablan de penas y de esperanzas

lloran por la tierra mía, porque se lleven contentos”.

Más allá de las canciones de Rubén que abordan la relación de pareja como Sin tu cariño y Paula C, en su producción podemos identificar los siguientes énfasis temáticos: crónicas urbanas: Juan Pachanga, Pedro Navaja, Plástico, Te están buscando, Ligia Elena, Adán García, Decisiones, Amor y control, Sicarios; crónicas socio-históricas: Cipriano Armenteros, María Lionza, Canto Abacuá; y crónicas sociopolíticas: Tiburón, Buscando América, Siembra, El padre Antonio, De qué, Camaleón, Patria, Pablo pueblo. Veamos una muestra de crónica urbana:

“Ella era una chica plástica de esas que veo por ahí 
de esas que cuando se agitan sudan channel modefirt 
que sueñan casarse con un doctor, pues él puede mantenerlas mejor 
no le hablan a nadie si no es igual, a menos que sea fulano de tal 
son lindas, delgadas, de buen vestir, de mirada esquiva y falso reír”.

En el fragmento anterior (Plástico) se constata la crítica al patrón de vida promovido desde los centros de poder cultural: cadenas de medios de comunicación, el mundo Fashion, en fin, el consumismo y la preponderancia del Tener sobre el Ser, como también lo expresa en la canción De qué: “De qué te vale tener y tener y tener, si tú no sabes qué hacer con lo que tienes”. A continuación, un fragmento de una crónica socio-histórica: Cipriano Armenteros, tema que convirtiera en éxito Ismael Miranda a mediados de los años 70:

En 1806, era el 16 de enero, en la llanura, en Veraguas, 
cayó Cipriano Armenteros, así fue.
El pueblo se reunió a ver cuando el preso regresaba 
escoltado por la tropa que Manuel Flores mandaba. 
Algunos, viéndolo herido, de él, riendo, se burlaban. 
Cipriano, en la memoria, sus caras fotografiaba. 

Los hombres del bandolero al rescate se lanzaron. 
Por Salsipuedes pasaron, quebrando la madrugada. 
Emeterio y Pascual Gómez cabalgaban en vanguardia: 
Medoro y Eliecer, al centro, Facundo en la retaguardia. 

Pero la crónica también asume un carácter sociopolítico en un contexto urbano: Pablo pueblo, canción en la que cuestiona el sistema político al presentar un retrato común en América Latina:

“Regresa un hombre en silencio 
De su trabajo cansado 
Su paso no lleva prisa 
Su sombra nunca lo alcanza. 
Lo espera el barrio de siempre 
Con el farol en la esquina 
Con la basura allá en frente 
Y el ruido de la cantina.

Así Rubén se convirtió en un referente a la hora de componer. Por ejemplo, canciones de orquesta dominicanas como El hijo de Madam Inés grabada por Bonny y Richie Cepeda, Puchula, por Los Hijos del Rey con Robert Jeandor y Triunfaré, por Los Kenton, evidencian el influjo de Rubén en los años 70 y 80.

Sin dudas, la Salsa, además de bailarse, también jugó un papel en el reclamo de justicia y la reafirmación de identidades en América, desde finales de los años 60.