Hasta el momento en que el  destacado periodista y académico de la historia, Lic. Miguel Guerrero, publicó su obra  “La ira del Tirano”, en  el año 1994,  basado, en gran parte, en fuentes primarias  hasta entonces inéditas, no se conocieron en plenitud de detalles en nuestro país todos los pormenores e incidencias del aleve atentado orquestado por Trujillo contra el entonces presidente de Venezuela Rómulo Betancourt, perpetrado el 24 de junio de 1960, en la Avenida de los Próceres, en el marco de la celebración del aniversario de la batalla de Carabobo.

Posteriormente, específicamente en el año 2015, el académico de la historia, Doctor Santiago Castro Ventura, publico su obra “Trujillo Vs. Betancourt: ¡rivalidad perpetua!, la cual contiene, de igual manera, interesantes informaciones para quien aspire a conocer más a profundidad las incidencias en torno a la articulación de aquella acción descabellada y temeraria, la cual, como se verá más adelante, por sus enormes repercusiones internacionales y diplomáticas, junto a otros factores, internos y geopolíticos de no menor relevancia, marcaron el principio del fin de la desaparición del sanguinario tirano.

No obstante, preciso es destacar, y a ello está orientada la primera parte de esta entrega, que el atentado de Trujillo contra Betancourt, se inscribe en una larga rivalidad entre el tirano y  el destacado líder de la izquierda democrática venezolana,  que junto al líder costarricense  José Figueres Ferrer y el puertorriqueño  Luis Muñoz Marín, constituyeron en aquellos días ominosos, la expresión más alta del ideal democrático contra el oprobio continental de las sanguinarias tiranías que  durante la guerra fría sentaron reales a lo largo de toda Latinoamérica, con el imprescindible respaldo de los Estados Unidos y en sintonía con sus designios geopolíticos, muy especialmente hasta el triunfo de la revolución cubana en enero de 1959.

1.- Las relaciones de Betancourt con la Republica Dominicana antes del ascenso del tirano.

Antes del ascenso de Trujillo al poder, en agosto de 1930, ya Rómulo Betancourt era figura apreciada y reconocida en nuestro país, donde se admiraba su lucha de joven revolucionario combatiendo desde el exilio, en  errancia militante y combativa, la larga y sanguinaria dictadura de Juan Vicente Gómez.

Arribó a nuestros lares  en junio de 1929, con apenas 21 años, huyéndole a la persecución desatada contra él por el tirano venezolano, después de su primer fracaso insurreccional del 7 de abril de 1928.

Traía un folleto editado con grandes dificultades y privaciones. Se intitulaba “En las huellas de la pezuña”, que como afirmara, no había sido “escrito con tinta, sino con ácido muriático”.

Joaquín Balaguer era entonces estudiante. Santiago, La Vega y otros pueblos del Cibao, lo vieron con Rómulo Betancourt vendiendo de puerta en puerta el folleto que era denuncia y orientación para los pueblos hermanos.

En sus memorias consigna Betancourt: “…era preciso enderezar el mundo y nos preparábamos a hacerlo con cincuenta fusiles viejos…Tras varias andanzas llegamos a Santo Domingo, donde no había entonces ningún déspota, y recorrí todo el país dando conferencias contra Gómez y consiguiendo voluntarios para la ansiada invasión

Desde aquí realizó lo que llamaría el “penúltimo esfuerzo de garibaldinismo expedicionario”, embarcándose  en la goleta “La Gisela”. Refiere a este respecto: “el barco comenzó a hacer agua y estuvo a punto de zozobrar cuando se alejó del litoral dominicano. Debimos arribar, derrotados antes de disparar un tiro y con la Gisela en trance de naufragio, al puerto dominicano de Barahona”.

2.- Fuertes declaraciones de Betancourt contra Trujillo en 1946.

La tirantez Trujillo- Betancourt alcanzó un significativo punto de inflexión en el año 1946. El 26 de julio de ese año, en el marco de la vista oficial que realizara al presidente de Guatemala Juan José Arévalo, durante una recepción oficial ofrecida en su honor, Betancourt expresó que: “estaba dispuesto a sostener en la Conferencia Interamericana de Río de Janeiro (la Conferencia de Petrópolis) el establecimiento de un cordón profiláctico contra la República Dominicana”.

3.- Intento de Trujillo de asesinar a Betancourt con veneno de cobra en 1948.

Otro antecedente, muy poco conocido, en el marco de la rivalidad Trujillo- Betancourt, fue referido por el veterano  periodista Julio César Martínez en la edición del Periódico La Nación del sábado 6 de enero de 1962, cuando se desempeñaba a la sazón como Director del mismo.

Martínez   residió durante muchos años en Venezuela, exiliado del régimen de Trujillo, ejerciendo de forma militante su vocación de periodista, lo que le permitió intimar con grandes personalidades de la política, la cultura y el pensamiento venezolano, llegando a obtener de ese modo muchas informaciones privilegiadas que en algunos momentos revelaba para edificación de sus lectores.

La primera plana de la Nación, de la fecha referida,  rezaba: “Revelan que Trujillo intentó asesinar a Betancourt con veneno de cobra”.

El episodio, según Martínez, ocurrió de la siguiente manera:

En 1948, cuando se creyó que Venezuela había hallado ya el camino estable, el coronel Marcos Pérez Jiménez derrocó al gobierno del novelista Rómulo Gallegos, el gran autor de Doña Bárbara, en cuya novela Gallegos expone ese interminable batallar de la civilización por imponerse a la barbarie.

La traición de Pérez Jiménez correspondió a un plan elaborado por las logias militares que, desde la Argentina, pasando por Perú y otros países, sembraron de bayonetas y terror nuestros países.

Líder indiscutible de esas logias absolutistas era Trujillo, quien estimuló la defección de Pérez Jiménez. Betancourt salió hacia el exilio. Trujillo lo siguió persiguiendo.

Residiendo en la Habana, cuando una tarde abandonaba el consultorio de un médico amigo, un hombre fornido se le acercó aplicándole violentamente en un brazo, el líquido de una inyección. Betancourt extrajo su revolver para dispararle, pero no lo hizo porque podría alcanzar a una dama que venía por la acera. Volvió al consultorio y el médico tomó las providencias de lugar. Llevada la jeringuilla, que el gánster dejó abandonada con la mayor parte del líquido, al Gabinete de investigaciones de la Policía de Cuba, los técnicos reportaron que aquel líquido era veneno de cobra.

Apresados algunos de los hombres de la trama, confesaron que actuaban por indicaciones de Trujillo a través de sus representantes diplomáticos y consulares en Nueva York y la Habana”.

En ese mismo año, cuando Pérez Jiménez desconoció el gobierno de Rómulo Gallegos, Trujillo fraguaba, como refiere en su obra Miguel Guerrero, una conspiración, consistente en el apoyo al mayor Tomás Mendoza, quien a la sazón fungía como Jefe de Guarnición de la Guaira, comprometido con oficiales del cuartel Urdaneta, en Caracas. “Cuando Mendoza se alzó en armas el 22 de noviembre de 1948, ese mismo día la República Dominicana lo reconoció como gobierno legítimo”.

El impacto del secuestro y  la muerte en 1956 del intelectual vasco  Jesús de Galindez, en 1956,  de quien Betancourt era amigo, vino a constituirse en otro elemento de discordia, que llevarían a Betancourt a intensificar su lucha política por el derrocamiento de Trujillo, a pesar de las condiciones adversas de su exilio.

Su retorno al poder en febrero de 1959, marcaría nuevos derroteros  en este largo batallar por la libertad, del cual daremos cuenta en la próxima entrega del presente trabajo.