En el libro sobre “El Gagá. Religión y Sociedad de un Culto Dominicano. Un Estudio Comparativo” (1979), autoría de la antropóloga dominicana-haitiana-norteamericana  June Rosenberg y el del antropólogo puertorriqueño José Francisco Alegría sobre “El Vudú y el Gagá” (1993), ambos analizan la presencia y la existencia del Gagá en el contexto del batey, del Ingenio y de la industria azucarera en el país.

Miembro dirigente del Gagá

Aunque June conoció varios grupos de Gagá, sus observaciones y descripciones fundamentales sobre el Gagá son el resultado de sus vivencias con el Batey de Palavé, San Cristóbal y José Francisco Alegría, aunque conoció también diversos grupos de Gagá, sus investigaciones y observaciones están definidas con el Batey de Similá de la Colonia Tumba de Boca Chica.

A partir, de ellos, casi la totalidad de todos los investigadores que le precedieron elaboran sus estudios y conclusiones en función de la única modalidad de Gagá conocido, insertados todos en el Gagá del Batey, del Ingenio azucarero, en el complejo regional del Este, en la frontera Sur que llega hasta San Cristóbal, algunos espacios insertados en los inicios de la región del Cibao (Villa Altagracia-Mata Mamón, etc.) y en el cinturón  que rodea la parte occidental de la ciudad de Santo Domingo, donde se ubicaron antiguos esclavizados del eje azucarero Haina-Nigua-Nizao, dejando huérfano de investigación como objeto al Sur Profundo.

A pesar del contexto común de la modalidad del Gagá del Batey, los rituales, las ceremonias, las simbolizaciones, la parafernalia, la música, el vestuario, la estructura organizativa no eran homogéneas, teniendo sus particularidades, de tal manera que cada Gagá tiene su identidad, lo cual hace que cada uno tenga una atracción particular.

Los pañuelos multicolores, simbolizaciones de las deidades del mundo Gagá, en esta modalidad del batey, son impactantes, pero en el Gagá de San Luis, por ejemplo, están sobredimensionados, trascendiendo visualmente a los demás.  De igual manera, cada Gagá tiene sus secretos, siempre existen ceremonias públicas y ceremonias clandestinas, incluso solo para el conocimiento y participación de una minoría del propio Gagá.  Estos rituales y ceremonias secretas pueden ser en horarios particulares o realizadas paralelamente, unas pública  y otra secretas.

Por ejemplo, en el ritual de “la subida de la silla”, realizada públicamente en la enramada como espacio para las actividades festivas, una noche, después que me subieron y me dieron una ronda, observaba detenidamente la ceremonia en el Gagá de la Ceja, en la Romana, cuando un miembro del grupo me pidió que lo siguiera.  Así lo hice.  En una vivienda que había enfrente de la enramada, entramos por la parte de atrás.  Ocurre, que en ese momento, había una ceremonia secreta paralela, sobre la consagración de una reina del Gagá, con rituales simbólicos de purificación.

Esa misma noche, un grupo del Gagá fue al cementerio local a buscar a los espíritus de varios difuntos, para que participaran de las festividades del Gagá.   Algunos de los espíritus de los difuntos que no fueron escogidos querían ir y otros señalados no querían participar, armándose un conflicto que solo lo resolvía el jefe del Gagá.

Estas actividades secretas, no ocurren en todos los grupos del Gagá del Batey (La Ceja, Boca Chica, San Luis, Matamamón, Villa Altagracia, Palavé, la Colonia Tumba, Haina etc.), por eso tienen sus particularidades, aunque comparten la dimensión de la misma organización, rituales, ceremonias, música, vestuarios, cantos, entre otras cosas.

En las cercanías de Polo, Barahona, durante años, el investigador-folklorista, José Castillo Méndez, con su asistente, León  (Leíto), acompañados del antropólogo Julio Encarnación, siguieron el recorrido por las montañas de un Gagá sin la organización interna del Gagá del Batey en cuanto a jerarquías y reinas, con rituales y ceremonias particulares, sin las vestimentas tradicionales, con música y cantos del Gagá tradicional, ligados a la producción del café y no a la Caña o al Ingenio azucarero, con machetes al aire, como símbolos de poder, cuya deidad central era Dambalah.

Solo he conocido las descripciones y los comentarios directos de José Castillo Méndez antes de su muerte.  Me consta que nadie ha escrito, porque no se conoce, esta modalidad de Gagá.  José tenía videos, fotografías, grabaciones de su música y sus cantos.  Me prometió escribir su visión y sus vivencias.  Murió y no se sabe el destino de todo lo que dejó sobre esto.  Queda como un desafío para los investigadores esta modalidad del Gagá Dominicano desconocida, porque ni en Haití ni en Cuba hemos tenido informaciones de esta modalidad, reportada solo en Polo y sus alrededores.

La otra modalidad del Gagá Dominicano la hemos localizado en Elías Piña.  El maestro Fradique Lizardo, realizó el primer reporte de esta modalidad de Gagá, el 20 de agosto de 1976, fundamentado en informaciones que le suministró el entonces estudiante universitario Luís Minier, miembro del su ballet.  Fradique lo identificó como si fuera el Gagá Dominicano, que el bautizó de “versión dominicana”.

La orquesta musical del Gagá.

Este, es un Gagá teatralizado, con diferentes escenas, con argumentos, actores, contenidos, simbolización complementaria para dar la versión de un Gagá como festividad carnavalesca con un trasfondo religioso, donde se presenta la relación entre el Gagá y la Cuaresma, la llegada de la primavera, la presencia de la muerte y el triunfo de la vida, con música, cantos, alegría y colores.  Salvo la versión de Fradique no se ha escrito nada, siendo estudiado por Luis Minier, El Topo, José Castillo, Julio Encarnación y Dagoberto Tejeda, del cual hablaremos en la próxima entrega.

El Gagá Dominicano, de dimensiones mágico-religiosas, de riqueza en la diversidad, expresión cultural original, simbolizaciones folklóricas, no ha merecido el apoyo para su investigación y su revalorización como manifestación en la redefinición de nuestra identidad y nuestra dominicanidad debido a la predominancia de unas ciencias sociales neocolonizadas, por la presencia de prejuicios clasistas-racistas-religiosos y una exclusión radical, debido a la ideología dominante antihaitiana, antiafricana, siendo el Gagá, integrante de un impactante carnaval cimarrón rural de la Semana Santa.