Los partidos políticos en dominicana terminan desvirtuando todo cuanto tocan. Es como si tuvieran una "saranana" aguda, de la cual no pueden librarse ni con baños de agua azufrada. Peor aún, propagan la afección a pasos acelerados, todo por la nociva costumbre de querer controlar todo a su alrededor, a como dé lugar. Las encuestas – viciadas – presentadas en los últimos meses, midiendo la preferencia electoral, son un buen ejemplo de esta "piquiña".

La encuesta, por demás un instrumento efectivo que beneficia la estrategia de campaña cuando se le utiliza debidamente, ha pasado a ser en manos de los partidos mayoritarios una arma más de sus manipulaciones mediáticas. En mi vida había visto tantas encuestas con resultados tan distintos, incluso en las mismas demarcaciones territoriales. Cualquier individuo debe ser obtuso o tener una caja de cartón en la cabeza, para creer las sandeces propagadas por las encuestas pagadas por los partidos. Es más, me iré más allá, debería existir una ley electoral prohibiendo que grupos afiliados y/o apoyando a un candidato/a o partido salieran con sus encuestas viciadas a tupir la opinión pública. Pero esto último es una quimera, y para muchos sería algo autoritario. No para mí.

Pero volviendo a las encuestas, todavía no empiezo a entender los numeritos que estas ofrecen: sin temor a negarlo, estoy confundido. Una década de estudios universitarios en Estados Unidos no me han preparado lo suficiente para entender el manejo de datos en nuestra política, precisamente por la falta de ética y transparencia con que se manejan nuestros partidos, apoyados por algunos medios de comunicación. Esta confusión aturde al más brillante, obligándolo a dudar hasta del mismo futuro inmediato que tenemos en puerta como nación. Porque independientemente de quién resulte ganador en las próximas elecciones, tendremos un nuevo presidente.

En vez de pagar encuestas, viciar datos, manejar cifras a su antojo, engañar a la población, venderle quimeras a la gente, comprar medios, comprar comunicadores, armar un lío por un bandereo en Domingo de Resurrección – apuntándose con el índice unos a otros tras la pérdida de vidas – mientras se lavan las manos como Poncio Pilatos, etc, etc, etc…los partidos y sus candidatos deberían contribuir al desarrollo de la democracia participativa, discutiendo su programa de gobierno con todo el electorado. Y, aunque muchos califiquen mi petición como una utopía, la verdad es que como sociedad no podemos conformarnos con la mediocridad que ofrecen estas campañas electorales, todas llenas de barniz, pero huecas e insuficientes a la hora de administrar nuestra nación y resolver los problemas que nos aquejan como sociedad.

Estas encuestas son el vivo retrato de nuestra realidad política: la ética no existe, el abuso se utiliza como medio perverso, el dinero lo compra todo, las influencias todo lo corrompe y, nuestra gente, se encuentra cada vez  más confundida como el merengue de Villalona.

Por eso, y porque abogamos por una pela a calzón quitao'  a los candidatos de los partidos mayoritarios por irresponsables, le otorgamos la distinción de incluir las encuestas viciadas a esta Ridiculista.