Uno de los principales problemas de nuestro sistema penitenciario siempre ha sido el hacinamiento y las deplorables condiciones en que se encuentran, aun en nuestros días, las principales cárceles del país. No es misterio para nadie que por mucho tiempo la entristecedora condición de los centros penitenciarios dificulta que se lleve a cabo la razón de ser de las penas, la cual es la corrección, reeducación y posterior reinserción de los internos a la sociedad. Sin embargo, no obstante a dicha realidad, podemos decir hoy día que por primera vez se inician, con evidente seriedad, verdaderas acciones tendentes a cambiar para siempre lo que parecía un mal eterno.
El Magistrado Procurador General de la República, Jean Alain Rodríguez, ha enfatizado sus esfuerzos en acabar para siempre con el hacinamiento que ha caracterizado las principales cárceles del país, demostrando con ello una voluntad real por mejorar por mucho nuestro actual sistema penitenciario. La labor que se está llevando a cabo en el presente es loable y está marcando un precedente importantísimo en la brega por superar para siempre el arcaico modelo carcelario.
Pareciera que hoy más que nunca se comprende que para hacer efectivo el proverbial fundamento de las penas se hace necesario tener verdaderos centros de reeducación antes que cárceles infrahumanas. La genial idea, atesorada e impulsada por el Procurador General de la República, se está llevando a cabo, por lo que asistimos sorprendidos a lo que pudiera denominarse como una verdadera Revolución Penitenciaria en beneficio no solo del sistema de justicia, sino de toda la sociedad.
Esta labor, emprendida en los momentos donde más se necesitaba, dará sus frutos al mediano plazo, y al pasar el tiempo será valorada como uno de los principales aportes al desarrollo institucional de justicia que haya habido al menos en la historia moderna del país y tal vez, sin temor a equivocarnos, de toda la región.
¡Bien por la procuraduría. Excelente por el Procurador!