Permítaseme divagar un poco en torno al concepto de cultura, para poder entrar en materia: Las expresiones populares de que fulano o zutana son personas cultas, envuelve el conocimiento básico, no mínimo, de las artes y las ciencias. Una persona inculta es aquella que no puede hablar de música, de pintura, de arquitectura, de literatura, de teatro, de danzas, de filosofía, de historia, de cine, de asuntos técnicos y científicos de su tiempo y de cualquier época. No es que sea un especialista, cada quien siente debilidad para algún arte o ciencia y su inclinación lo lleva a tener más profundos conocimientos  de los que tienen los generales. No. Culta es aquella gente que lo mismo te habla de la música clásica como de la popular. Si solo sabe de esta última, su cultura cojea. Es medianamente inculta.

Los antiguos programas de la educación primaria y secundaria, señalaban que los profesores, además de las teorías, debían enseñar cosas prácticas. Si los de mi generación en 1946 y 1947  en la Escuela Normal de Santiago supimos apreciar y amar a los compositores clásicos, se lo debemos al profesor Julio César Curiel que llevaba una victrola y nos ponía sinfonías, conciertos y sonatas, explicándonos detalles. En dibujo, el profesor Federico Izquierdo nos enseñaba de perspectivas y como dibujar y el uso de la acuarela. En fin esa era misión clásica de la escuela, entregar un sujeto culto o medianamente culto, que se interesarìa por leer sobre artes y ciencias.

Se supone que la educación pública o privada tiene como función primordial, por lo menos en la formación de un bachiller, de entregar a la sociedad a una persona medianamente informada de todo lo relacionado con la cultura, en los términos que hemos señalado, y que la educación superior, sea la que fuere, tendría también la misión de entregar al país a alguien culto. Es decir, que pudiera, medianamente, no solo exhibir buenas maneras, que son base de la educación familiar y escolar, sino expresar opiniones sobre las clásicos, sobre los modernos, que la otra cultura, la folklórica o la popular, con tantos medios donde captarlas, se las da el ambiente mismo, se las da la vida.

Dicho esto, podemos tener una idea más o menos de la misión de un Ministerio de Cultura.

Si nos quejamos de que haya énfasis en los clásico con las orquestas, que van desde la Sinfónica tradicional, a conjuntos y grupos juveniles, es porque este conocimiento es lo que reforzaría la cultura nacional. Lo popular, como dijimos, anda en la calle.

Si la Escuela ha fallado y no nos ha entregado a un ciudadano medianamente informado de las basamentas de la cultura, todo lo demás se viene abajo.

LA REVOLUCIÓN CULTURAL DE LA DBD

Una de las vías más transitadas por la cultura, diría, que su autopista No. 1, está en el libro. En una oportunidad el actual Ministro señaló que la lectura, no tiene que ver con que sea de papel o virtual, lo importante es la palabra y la captación de  ella por el lector.

Entre los motivos que consideró de capital importancia estaba el rescate de la bibliografía nacional. En un principio esta BDB, o Biblioteca Dominicana Básica, siguiendo una tradición literaria cuasi universal, se pensó en unas Cien Obras o autores considerados clásicos com ha recordado el Ministro en su intervención, aunque, pensando que su tiempo de ejercer como tal no podría alcanzarle, ha concluido pensando en la mitad.

Cincuenta libros importantes son mucho más que los que tiene cualquier ciudadano dominicano del promedio, en materia de literatura, incluso, algunos títulos han estado agotados o solo estuvieron al alcance de una minoría.

Ahora bien, hacer esto no sería ni nuevo ni único. Otros lo han intentado. Lo importante es que este rescate se está haciendo respetando escrupulosamente los textos originales. Tratando, hasta donde haya sido posible, que no haya erratas.

Este solo gesto, le está dando a este Ministerio un nuevo rostro. La venta de los mismos se está pensando de forma popular: No haríamos nada con tener montones de libros guardados, es preciso, es necesario, que este esfuerzo llegue al pueblo. Las ventas en sitios públicos aquí y en el llamado interior del país y en las diversas bibliotecas públicas y en las escuelas y colegios,   es urgente, pero no solo eso, las plazas y las paradas de vehículos organizadas donde entran y salen cientos de personas diariamente, deben tener acceso, no solo a estos libros sino a pequeñas bibliotecas municipales para que en lo que se espera, o en los aeropuertos y lugares turísticos, se lea, como ocurre en muchos países, especialmente en Medellín, Colombia.

De ese modo podríamos distribuir internacionalmente nuestras letras, amén de la intervención de las embajadas y consulados por el mundo. Aunque, algunos aficionados a la lectura virtual, esperaríamos en el futuro, que esos mismos libros que están en pdf  para ser editados, puedan estar en la Web, al alcance de todos y del mundo. Lo importante no es la edición, lo importante es que los lectores tengan facilidades para adquirir o leer los libros, sobre todo los jóvenes aficionados a las nuevas tendencias tecnológicas. Y así las exigencias de que se discutan y se hable de alguno de ellos en las aulas no significarían sacrificio económico para los más pobres.

A propósito, creo que ha llegado la hora de una mayor preocupación para que en la Web, sea en Wikipedia, sea en espacios especiales que se pueden adquirir,  haya una presencia más al día de las biografías, con imágenes, de nuestros escritores y artistas, con muestras de sus obras, sean poemas o fragmentos y en caso de cuentistas de alguno o algunos si son muy breves, pero me da pena y vergüenza cuando puedo accesar a la literatura de otros países y aparece todo. No sé a qué órgano del Estado le corresponde esta misión, pero nos hemos quedado atrás. Eso da pena.

Dicho esto, pasaremos a mostrar, sucintamente lo que se ha editado hasta estos momentos, con un mínimo comentario.