«La ideología dominante en la sociedad es la de la clase que gobierna, la cual utiliza todos los medios de que dispone para imponerla a las demás clases»
El revolucionario tiene que ubicarse en tiempo y espacio para poder comprender su papel en la sociedad. No es verdad que aprendiéndose de memoria «embotellándose» dos o tres libritos de los clásicos del marxismo, ya está preparado y encabezar el proceso transformador. Los libritos los pueden intoxicar; los de Lenin, ya intoxicado, lo envalentona con aire de grandeza, insultando y descalificando a todos aquellos que no piensa como él.
El Marxismo Leninismo es una ciencia y como tal debe ser tratada. Aplicando, correctamente, sus métodos de investigación en sus análisis, de la sociedad y el mundo, para que sus resultados se correspondan con la realidad objetiva: convertirse en guía para la acción. Sino llevan «al pie de la letra» mi recomendación, los veremos en el Parque Enriquillo o la UASD, con megáfonos, anunciando la llegada de la revolución.
No crean, estoy en serio, el estudio y la aplicación en forma inadecuada de la teoría revolucionaria ha llevado a profunda frustraciones, cansancio, abandono, traiciones y graves problemas de salud mental a importantes núcleo del movimiento revolucionario. No se dan cuenta de que la ideología burguesa «es una sustancia que la alimenta como alimenta el oxigeno a la sangre» ha formado parte de ellos desde su nacimiento hasta la muerte.
Lo primero que debe hacer un revolucionario estudioso del Marxismo Leninismo es ir cambiando lenta y progresivamente su pensamiento y su forma de actuar, porque está siendo bombardeado, por la ideología burguesa, desde antes de nacer; ya adulto, piensa y actúa influenciado por el sistema capitalista. Y ahí es que la pintura es dura, un camarada dirigiendo y accionando con todos los vicios de la burguesía.
La pequeña burguesía es revolucionaria cuando asimila, en su pensamiento y práctica, la teoría marxista leninista; de lo contrario, es un ser social muy peligroso. En nuestro país es fuente primaria de alimento de la revolución. El que piensa influenciado por el capitalismo «utiliza los métodos de acción propio de la burguesía» se convierte en un agente perturbador, disociador y anárquico dentro del movimiento revolucionario.
La mayor muestra de resultados, son los beneficios o perdidas, que ha obtenido en el duro batallar contra el capital y el imperio. El capitalismo no cesa, jamás, en alienar y someter a la población a sus postulados que acondiciona la conciencia social a sus intereses ideológicos y económicos. La forma de pensar, comportarse, de creer… tienen un sello de clase. Nada está al margen de la lucha de clases.
De manera emocional no se debe ser revolucionario, porque desconoce la base material, económica que determina la conciencia de la gente: vive en forma artificial, creyendo su mundo y sus fantasías. Y el pensamiento es resultado de la sociedad en que coexiste, inherente al orden económico establecido. El origen social de los camarada es pequeño burgués, un reflejo a todo color o blanco y negro de la realidad dominicana. Ni más ni menos.
No olvidar extirpar los análisis superficiales, ligeros y desvinculados de la lucha de clases; la intolerancia y los insultos son inaceptables, si queremos avanzar en un nuevo escenario; ser intransigente en los principios revolucionarios, en la ética y en el patriotismo, sin caer en conductas ridículas que raya en el absurdo.
Alardear y pavonearse para descalificar y calificar a todo el mundo, por no estar de acuerdo con sus creencias, es una olímpica conducta que oculta sus profundas debilidades de clase. Además, deficiencias políticas e ideológicas, desconocimiento de la evolución y desarrollo de la formación social; de su estructura económica y de su alto grado de dependencia del imperialismo.
Sacudir los cimientos del movimiento revolucionario que produzca el abandono de las ideas y comportamientos nocivos, y el anhelado encuentro unitario y de nuevo tipo; como, preámbulo al nacimiento de una nueva forma de hacer política para ganar el corazón y la voluntad de la población. ¡La gran tarea!