En mi artículo anterior, titulado “violencia de género, medios y espectáculo” (Acento, 23-1-2020), me referí al problema de la explotación comercial de la violencia de género por parte de los medios de comunicación.
En el referido escrito, me referí a la tesis de la antropóloga argentina, Rita Sagado, sobre como los medios de comunicación convierten la violencia de género en espectáculo. Al hacerlo, contribuyen a la promoción de la “pedagogía de la crueldad”, un conjunto de acciones que instruyen, acostumbran o normalizan a los sujetos para cosificar a las personas.
Para Sagado, en nuestras sociedades, los hombres, instruidos en la pedagogía de la crueldad, instrumentalizan sus relaciones con las mujeres. Por tanto, se requiere generar una “contrapedagogía de la crueldad”. Los denominados medios de comunicación tradicionales deberían desempeñar un rol en esta nueva instrucción.
La excusa para publicitar la violencia es que los medios deben vender. Pero lo interesante es que la revolución digital que ha posibilitado la emergencia de nuevos medios de comunicación debió modificar el concepto de como los viejos medios deben posicionarse comercialmente en el mundo actual. Esto no ha ocurrido con muchos de nuestros periódicos impresos.
Resulta difícil competir con los medios de comunicación digitales en rapidez, impacto y cobertura. Cuando el periódico tradicional pasa por la imprenta y termina en el quiosco de la calle, el medio digital ha actualizado varias veces las informaciones. En otras palabras, cada vez más, el periódico impreso nace muerto.
¿Qué puede mantener la vigencia de un periódico impreso? No las informaciones del momento, sino las opiniones que van más allá de la inmediatez, aquellas que ayudan a instruir, a reflexionar, a buscar soluciones a largo plazo. Las secciones que se dedican a ello tienden a tomar distancia del sensacionalismo de la información instantánea, por lo que pueden contribuir mucho mejor a la reducción de la instrumentalización informativa de fenómenos como el de la violencia de género.
Por supuesto, se requiere que los sectores responsables de los medios impresos se reformulen el público objetivo y la forma en que las distintas secciones del medio pueden estructurarse para ser atractivas, sin ser frívolas. En otras palabras, se requiere creatividad. Y por supuesto, que los sectores responsables de los medios tradicionales abandonen la zona de confort en que se han instalado.