Recientemente la República Dominicana fue elegida como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Se trata de un órgano ejecutivo creado después de la Segunda Guerra Mundial compuesto por quince países. Cinco son miembros permanentes (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China) y con poder de veto de las resoluciones tomadas con respecto a la paz y seguridad de la comunidad de naciones.

Dicho órgano es responsable de ejecutar los mandatos del capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, mediante la implementación de sanciones de tipo económicas o a través de la utilización de la fuerza militar para prevenir los actos criminales y de agresión que puedan quebrantar la paz (art. 39 de la Carta de las Naciones Unidas). Sus decisiones son de cumplimiento obligatorio para todas naciones miembros.

El papel que desempeña el Consejo de Seguridad en las crisis mundiales, de prevención de la proliferación de armas nucleares, guardián del respeto a los derechos de las naciones e individuos y garante de la paz es fundamental. Así que, la inclusión del país como miembro de este importante órgano es una responsabilidad que debemos de asumir con orgullo, porque contribuye con nuestras necesidades de mayor visibilidad internacionalmente, y con la seriedad y profesionalidad requeridas, pues constituye una oportunidad de influir en los aspectos estratégicos, económicos, políticos de nuestra región y del mundo.

El momento es de grandes reformas institucionales buscando que los 6 organismos ejecutivos de la ONU (Asamblea General, Consejo de Seguridad, Consejo Económico y Social, Corte Internacional de Justicia, Consejo de Administración Fiduciaria y Secretaria General) establezcan parámetros de administración más eficientes y transparentes y que los procesos de deliberación sean más democráticos e igualitarios, incrementando los aportes para que no sean solo algunas naciones que mantengan las estructuras de la ONU funcionando. Esto porque se trata de una responsabilidad compartida, pero teniendo en cuenta la participación equitativa y proporcional de cada país según sus posibilidades y niveles de desarrollo. Aplaudimos la sostenibilidad de una política exterior que extienda y consolide nuestros vínculos internacionales para contribuir con un mundo mejor y nuestro mayor desarrollo.