¿QUIÉN GOBIERNA en Israel?

El primer ministro, Benjamín Netanyahu, por supuesto.

INCORRECTO.

El verdadero gobernante de Israel es un tal Sheldon Adelson, de 81 años, judío estadounidense, rey de los casinos, que fue calificado como la décima persona más rica del mundo, con una riqueza de US$37,200 millones en el último recuento.

Además de sus casinos en Las Vegas, Pensilvania, Macao y Singapur, es dueño del Partido Republicano de Estados Unidos y, últimamente, de ambas cámaras del Congreso de ese país.

Y también es el dueño de Benjamín Netanyahu.

LA CONEXIÓN de Adelson con Israel es personal. En una cita a ciegas, se enamoró de una mujer israelí.

Miriam Farbstein nació en Haifa, asistió a una prestigiosa escuela secundaria, hizo su servicio militar en el Instituto israelí, que tiene que ver con la guerra bacteriológica, y es una científica polifacética. Después que uno de sus hijos (de su primer matrimonio) murió por una sobredosis, ella se dedica a la lucha contra las drogas, especialmente la marihuana.

Ambos Adelsons son fanáticos defensores de Israel. No de cualquier Israel, sino del Israel derechista, supremacista, arrogante, violento, expansionista, anexionista, que no se compromete, y colonialista.

En “Bibi” Netanyahu encontraron a su hombre. A través de Netanyahu ellos esperan gobernar a Israel como su feudo privado.

Para asegurar esto hicieron algo extraordinario: Fundaron un periódico israelí, dedicado exclusivamente llevar lejos los intereses de Benjamín Netanyahu. No del Likud, no de una política específica, sino los propósitos personales de Netanyahu.

Hace años inventé una palabra hebrea para los periódicos que se distribuyen gratis. “Hinamon” se traduce, aproximadamente, como “ragratis” o “gratissue”, “gratpapel” y este diario tenía la intención de denigrar. Pero yo no soñaba con un monstruo como Israel Hayom (Israel de Hoy) ‒un periódico con recursos ilimitados, distribuido gratuitamente todos los días en las calles y centros comerciales de todo el país por cientos, quizás miles de jóvenes a los que se les paga.

A los iraelíes les encanta conseguir algo sin pagar nada. Israel Hayom es ahora el diario con la distribución más amplia en Israel. Le quita sus lectores y sus ingresos por publicidad a su único competidor, Yedioth Ahronoth (Últimas Noticias), que ostentó ese título hasta su surgimiento.

Yedioth reaccionó airado, y se convirtió en un enemigo feroz de Netanyahu. Yossi Werter, comentarista del diario Haaretz, de centro-izquierda (que tiene una circulación mucho más baja) incluso considera que la presente elección se reduce a un combate entre los dos diarios.

Pero eso está muy exagerado. A juzgar por el contenido político y social hay poca diferencia. Ambos son súper patrióticos, belicistas y derechistas. Esa es la receta periodística para atraer a las masas en cualquier parte del mundo.

Yedioth es propiedad de la familia Moisés, un clan con visión empresarial. El editor actual, la tercera generación, es Arnón (“Noni”) Moisés, el jefe (que huye a la publicidad) de un amplio imperio económico que se fundamenta en el diario. El periódico le sirve a sus negocios pero no tiene intereses políticos especiales.

Adelson es único.

EN ISRAEL, las apuestas están prohibidas por la ley. No tenemos casinos, y las casas de juego clandestinas suelen ser allanadas por la policía. En nuestra primera juventud nos enseñaron que los magnates de casino son malas personas, casi tanto como los comerciantes de armas. Les arrancan el dinero a los pobres adictos, los lanzan a la desesperación e incluso al suicidio. (Ver: Dostoievski.)

Los israelitas leen Israel Hayom, que después de todo es algo a cambio de nada, pero no les gusta necesariamente ni el hombre ni sus métodos. Y así, algunos miembros del Knesset se animaron a presentar un proyecto de ley que prohíbe todos los periódicos gratuitos.

Netanyahu y el partido Likud, por su parte, hicieron todo lo que pudieron para obstruir el proyecto de ley. Pero en la votación preliminar (necesaria para las propuestas de ley) fueron derrotados de una manera asombrosa. Incluso los miembros de la coalición de gobierno de Netanyahu votaron a favor. Las cámaras capturaron a Netanyahu corriendo, literalmente, en el salón del pleno del parlamento para llegar a su asiento antes de que comenzara la votación.

La votación fue 43 a 23. Casi la mitad de los miembros del Likud se ausentaron. El ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, y su partido votaron a favor del proyecto de ley. Y así lo hicieron Yair Lapid y Tzipi Livni.

Desde la votación preliminar hasta la aprobación definitiva un proyecto de ley tiene que pasar por varias etapas. Había un montón de tiempo para enterrarlo en una de las comisiones. Pero Netanyahu estaba molesto. Pocos días después de la votación despidió a Lapid y Livni del gabinete, haciendo que la coalición de gobierno se rompiera y que el Knéset se dispersara.

¿Por qué Netanyahu hizo semejante tontería estando a menos de medio camino de su (tercer) mandato? Sólo puede haber una explicación lógica: Adelson le ordenó que lo hiciera, con el fin de evitar la aprobación de la ley.

Si realmente es así, Adelson es ahora nuestro legislador jefe. Tal vez nuestro jefe de gobierno.

EL DINERO desempeña un papel cada vez mayor en la política. La propaganda electoral se hace en la televisión, lo cual aquí es muy cara. Tanto en Israel como en EE.UU., los fondos legales e ilegales llueven en la campaña, directa e indirectamente. La corrupción es o bien inducida o tolerada por los tribunales. Los muy ricos (eufemísticamente conocidos en EE.UU. como los “ricos”) ejercen una influencia inapropiada.

En las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos, Adelson vertió ríos de dólares en la contienda. Apoyó a Newt Gingrich, y después a Mitt Romney, con grandes sumas de dinero. Pero fue en vano. Quizá a los estadounidenses no les gusta ser gobernados por los capitanes de los casinos.

Para las próximas elecciones presidenciales en EE.UU., Adelson comenzó temprano. Convocó a su cuartel general de casinos de Las Vegas a los principales candidatos republicanos, para cocinarlos a la parrilla de su lealtad hacia él ‒y hacia Netanyahu. Nadie se atrevió a rechazar la orden de comparecencia. ¿Algún senador romano rechazaría una citación del César?

En Israel, tales rituales son superfluos. Los Adelsons ‒ Miri y Sheldon‒ saben quién es su figura.

El diario Israel Hayom, por supuesto, es una gran máquina de propaganda, totalmente dedicada a la reelección de Netanyahu. Todo es muy legal. En una democracia, ¿quién puede decirle a un periódico a quién debe apoyar? ¡Y todavía somos una democracia, por el amor de Dios!

PARECE EXTRAÑO que un país para permita que un extranjero que nunca ha vivido en el país tenga un poder tan enorme sobre su futuro, en realidad, sobre su propia existencia.

Ahí es donde entra en juego el sionismo. Según el credo sionista, Israel es el Estado de los judíos, de todos los judíos. Cada judío en cualquier lugar del mundo pertenece a Israel, incluso si reside temporalmente en otro lugar. Hace unos días, Netanyahu afirmó públicamente que él representaba no sólo el Estado de Israel sino a todo el “pueblo judío”. No es necesario preguntarles.

Como consecuencia, Adelson no es un extranjero, realmente. Él es uno de nosotros. Es cierto que él no puede votar en Israel, aunque su esposa probablemente sí podría. Pero muchas personas, incluido él mismo, creen que él, siendo un judío, tiene todo el derecho para interferir en nuestros asuntos y dominar nuestras vidas.

Por ejemplo, la designación de nuestro embajador en EE.UU.: Ron Dermer es un estadounidense nacido en Miami que estuvo activo en la política republicana. Designar a un funcionario estadounidense del Partido Republicano como embajador de Israel bajo un gobierno demócrata pudiera parecer extraño. Pero no lo es si Netanyahu actuó bajo las órdenes de Sheldon Adelson.

Fue Adelson quien preparó el caldo de brujas que ahora está poniendo en peligro ahora salvavidas que Israel tiene en Washington. Su comparsa, Dermer, indujo a los republicanos en el Congreso ‒todos ellos dependientes de la generosidad de Adelson, o con la esperanza de tenerla‒ a que invitaran a Netanyahu para dar un discurso anti-Obama ante ambas cámaras.

Mientras se desarrollaba esta intriga, Dermer se reunión con John Kerry pero no le habló de la visita de Netanyahu. Tampoco Netanyahu le informó al presidente Obama, quien, en un rapto de furia, anunció que no se entrevistaría con el primer ministro israelí.

Desde el punto de vista de los intereses vitales de Israel es una verdadera locura provocar al Presidente de los Estados Unidos de América, el mismo que controla el flujo de armas a Israel y el poder de veto de Estados Unidos en la ONU. Pero desde el punto de vista de Adelson, que quiere elegir a un presidente republicano en 2016, tiene sentido. Ya él ha amenazado con invertir sumas ilimitadas de dinero para evitar la reelección de cualquier senador o representante de los que se ausentó en el discurso de Netanyahu.

Nos acercamos a una guerra abierta entre el Gobierno de Israel y el Presidente de los Estados Unidos.

¿Es que hay alguien jugando a la ruleta con nuestro futuro?